capítulo tres

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Acorralados, así es como se sentían y estaban ahora.

Una de las camionetas les bloqueo el paso por enfrente y la segunda estaba justo detrás de ellos, Anna no había logrado del todo esquivarlas a pesar de haber tomado atajos que los alejaron un poco del centro de la ciudad así que, por seguridad, decidieron quedarse dentro con los seguros puestos.

―La camioneta tiene rastreador por parte de la empresa, seguro vendrán a buscarnos y saldremos de este lío. ―hablo Jeongin de manera calmada pensando positivamente para no caer en la histeria como Jisung.

― ¿Segura que no te metiste en problemas legales? ―preguntó Hyunjin.

―Sé que a cada rato ando diciendo que quiero vender órganos en el mercado negro pero no, no tengo nada malo, ni siquiera tengo expediente policial no me jodas. ―respondió la chica tirándole un manotazo.

―Necesitamos estar concentrados, debemos salir de aquí o estaremos perdidos. ―comento Changbin.

―Le haríamos honor a nuestro nombre. ―respondió Jisung riéndose en el proceso.

― ¡Hyungs seriedad! ―grito el maknae a punto de colapsar por su inseguridad.

La mirada de los nueve fue a parar sobre una silueta masculina que había salido de la camioneta de enfrente, se detuvo justo a unos cuantos cortos metros de la suya sin hacer ninguna señal o decir algo. Su vestimenta era completamente de negro cubierta por una gabardina del mismo color, tenía rasgos muy finos y a simple vista se notaba su nacionalidad extranjera, el cabello rubio que era jugado por el viento cubría con algunos mechones sus ojos lo cual resultaba molesto para el desconocido.

―Que guapo es. ―dijo Felix haciendo que se ganara una mirada de reproche por parte de Hyunjin.

―Sí que lo es. ―secundó Anna ladeando su cabeza un poco para verlo mejor.

―De acuerdo este es el plan: yo bajaré, ustedes se quedan aquí, si sucede algo deben lla-...

Las palabras de Bang Chan se vieron interrumpidas cuando Anna quito el seguro de la puerta y salió de la camioneta para encarar a quienes los estaban siguiendo, el líder, entrando en desesperación, hizo lo mismo para tratar de protegerla y así el resto.

― ¿Se puede saber porque mierda nos están siguiendo? ―preguntó la pelinegra acortando la distancia entre ella y el chico. Debía reconocer lo atractivo que era, en especial sus ojos azules.

―Estabas tú en esa camioneta, por consecuente debíamos seguirlos, aunque realmente a quien buscamos es a ti no a ellos. ―respondió el chico rubio en un perfecto coreano bien estudiado y sin ninguna falla.

― ¿Cómo que me buscan a mí?

― ¿Cómo que la buscan a ella? ―preguntaron los demás al unísono.

―Hoy es tu cumpleaños número 22, deberías saber porque venimos. ―respondió el chico manteniendo su mirada en ella.

―Oh, he entendido todo, ustedes son como un tipo circo que contrataron los chicos para hacerme vivir una experiencia como fugitiva, algo así como en Rápidos y Furiosos, ¿cierto?

El chico trato de entender su pensamiento, pero negó con la cabeza. Ahora estaba comprendiendo lo que le habían contado, pero no tenía tiempo, necesitaba llevársela.

―Necesito que vengas conmigo.

― ¿Me crees tan estúpida como para subirme a una camioneta con tres gorilas vestidos de negro y un chico al cual no conozco, pero es bastante guapo? ―preguntó cayendo en cuenta que, ante su nerviosismo, no sabía lo que decía―. No gracias, yo me voy.

― ¿Ni siquiera tienes curiosidad por saber quién es tu padre y porque tu madre te mantuvo su identidad oculta? ―el chico obtuvo de nuevo la atención de la pelinegra quien dudo en si abría la puerta para huir o seguía escuchándolo.

Debía aceptarlo, aquello le había causado una sensación de curiosidad que no podía borrar. Aunque se fuera de ahí, se mantendría la duda del porque aquel chico sabía sobre ese detalle que solo los jóvenes con los que compartía casa conocían. ¿Podría conocer a su padre? ¿Podría al fin despejar su cabeza de todas las dudas que el comportamiento de su madre sembró en ella? Quizás estaba pensando de una manera que no debía, pero irse con un desconocido solo porque le planteo la duda más grande su vida suena aún más preocupante.

―Annie, ―la llamo Hyunjin sacándola de sus pensamientos―, no es seguro, no sabemos quién es, no porque te haya mencionado eso debes dudar, son desconocidos.

―Hyunjin tiene razón, subamos a la camioneta y vámonos de aquí. ―dijo Lee Know porque debía aceptar que esa mirada no estaba causándole buenas sensaciones.

Ahí fue cuando recapacito. ―No porque hayas mencionado algo que quizás pudiste averiguarlo de otro lado vas a hacer que me suba a una camioneta para que me lleves a un lugar desconocido, no caeré.

―Me cuesta creer que tu madre no te haya contado nada.

―Deja de mencionarla, puedo apostar a que ni siquiera conoces su nombre. ―retó, al contrario, éste solo sonrío.

―Caroline Van Fritz, Anderson era su apellido de soltera antes de casarse con tu padre, Alexander Van Fritz y puedo apostar que usas el apellido Anderson porque tu madre así lo quiso.

Ahí todo se fue al carajo.

― ¿A dónde iremos?

―A la embajada austriaca en Seúl, aunque nunca dije que ellos podían ir.

―Van ellos conmigo o no voy a ninguna parte, ¿lo tomas o lo dejas?

Y diez minutos después, los nueve estaban de pie frente a una linda residencia que tenía las banderas de Austria y Corea del Sur en cada extremo sin saber todavía las razones del porque debía la chica estar ahí.

ᴜɴᴀ ᴘʀɪɴᴄᴇꜱᴀ ᴇɴ ꜱᴛʀᴀʏ ᴋɪᴅꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora