capítulo quince

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Una reunión urgente en el salón se estaba llevando a cabo. Anna había perdido la cabeza desde que esa cripta se apareció en su camino, Jisung se sentía culpable por habérsela mostrado, pero él también había quedado en shock y quería respuestas.

Con cada mirada que los chicos le daban a la joven le decían que se calmará y mantuviera la postura, pero le era imposible. Podrían llamarla exagerada pero no cuando tenía esa extraña sensación desde hacía días la cual crece cada día como una llama ardiente sembrada entre espinas que le dice que nada está bien.

―Su cuerpo fue traído aquí su majestad imperial, dudo en que se hayan atrevido a mentirnos sabiendo que trataban con la familia real. ―dijo uno de los consejeros del parlamento.

― ¿Entonces nos está llamando mentirosos a nosotros? ―preguntó Anna manteniendo una mirada inexpresiva.

―Jamás lo dije.

―Pero lo pensó.

Un silencio se sembró sobre el lugar, los chicos ya no sabían que hacer así que no la iban a detener. Ya sabían sobre sus malos presentimientos, por eso no intervendrían. No por el momento.

―Quiero la exhumación de ambas tumbas. ―pidió desviando su mirada al lado contrario.

―Si me permite su majestad imperial, es un proceso largo, en especial porque desconocemos las leyes surcoreanas acerca de este procedimiento el cual quiere realizar.

―Tiene frente a usted a nueve personas que han vivido en ese país desde hace mucho tiempo, ¿cree que no conocemos las leyes del país que nos vio crecer? ―preguntó ladeando la cabeza y mirando nuevamente a los consejeros.

―No bastará, todo lleva un procedimiento y no pode-...

― ¡Podemos hacerlo!

El grito de la chica sobresaltó a más de uno. A este punto, estaba en un nivel donde había perdido la cordura.

―Quiero la exhumación de ambas tumbas, no me importa si debo intervenir yo misma. ―se puso de pie para ponerse frente a los hombres de traje quienes no podían procesar la faceta que veían de su emperatriz―. Poseo ahora el poder para hacerlo y créanme, si estuviesen en mi lugar, harían lo mismo o algo mucho peor así que hagan lo que les ordeno.

―Habrá problemas.

Bufó molesta ante los peros que le ponían.

― ¡Pues entonces yo asumo esos problemas! Dejen de ponerme peros porque o lo hacen ustedes por las buenas o seré yo quien lo haga por las malas, ustedes deciden caballeros.

Los menores del grupo enviaban una mirada a Bang Chan para que hicieran algo y la detuviese, pero es que hasta él no podía reconocerla. Se portaba de una manera distinta a como la conocía, ya no sabía si esto era porque aquella corona hacía perder la cordura a su portador o por esta situación inesperada.

― ¿No fueron ustedes mismos quienes dijeron que mi palabra era ley ahora que soy la emperatriz? Cumplan lo que dije.

Azotó las puertas al salir, los chicos la siguieron hasta que vieron cómo llegó al jardín, se había quedado quieta sobre los escalones y después se dejó caer permitiéndoles escuchar su llanto. Chan se sintió aliviado de no perderla, no era porque la sangre se había subido en ella, era la enorme intriga acerca de su madre.

Lee Know miro a los demás siendo él quien se ofreciera antes de que Hyunjin lo hiciera. Sentía que era él quien mejor podía calmarla, por eso es que camino hacia ella para sentarse a su lado, no emitió ninguna palabra, solo sintió como ella se refugiaba en él para pedirle que la abrazará y no dijera nada. Solo quería sentir su corazón latir, al menos aquel delicado sonido podía lograr calmarla.

Durante los próximos minutos, solo el sonido de los grillos cantar se escuchaba, la luna estaba rodeada por tintineantes estrellas dejando a la vista una hermosa imagen digna de una pintura, siete siluetas masculinas se encontraban regados por el juego de jardín mientras los dos jóvenes enamorados seguían sentados a la orilla de los escalones.

― ¿Estás mejor? ―preguntó Lee al despegarse de ella.

―Un poco. ―respondió volteándolo a ver―. Lamento si perdí la cordura allá adentro, es solo que esto me está desesperando.

―No debes disculparte, actuaste como tu solamente podías hacerlo, pero debes tomar en cuenta que debes tener la cabeza bien puesta y pensar de manera tibia, si haces las cosas con la cabeza fría todo te saldrá mal. Recuerda el propósito por el cual aceptaste entrar en el juego, no puedes romper la promesa que le hiciste a tu abuela, sea cual sea.

Era cierto. Tenía que pensar en ella, no solamente en su persona sino en aquella mujer de tercera edad que aún tenía dudas sobre la muerte de su única hija. Pero es que cuando llegó no pensó que de inmediato todo se tornará en su contra y eso era lo más extraño de la situación. Todo llegó de golpe, ni siquiera tiempo de prepararse le dieron y ahora debía usar todas las armas que tenía en su poder para lograr salir victoriosa de esto.

―Escúchame cariño, mírame.

Con dificultad, la pelinegra le miro sintiéndose nerviosa por aquella cálida mirada que estaba brindándole. Aún seguía vivo el amor que le tenía a él, pero aceptaba que eso también le estaba dando miedo.

¿Podía el enemigo conocer su talón de Aquiles? No podía siquiera permitirlo.

―Eres la emperatriz de este país, pero antes de ello, eres una joven de 21 años a la cual se le fueron ocultadas muchas cosas de las cuales quieres enterarte y no, no debes porque echarle la culpa a tu mamá porque ella lo hizo para protegerte. ―la tomó de sus manos al mismo tiempo que le sonreía―. Decidiste ser parte del juego siendo tú la primera en moverte, ahora te digo que continúes hasta dar jaque al rey contrario y si es posible, destruye el tablero.

Los que escuchaban rotaron sus miradas el uno con el otro demostrando su sorpresa ante el consejo que Minho estaba dándole a la joven.

―Tienes razón, ―se levantó sacudiendo la falda de su vestido para quitarse el rastro de polvo caminando hacia a los chicos junto a Lee―, esta familia esconde secretos los cuales voy a descubrir y si es necesario, haré arder las paredes de este palacio antes de irme.

A pocos metros, Leon se encontraba escuchando lo que Anna había dicho dando sus palabras como última sentencia.

Reconocía el coraje y valentía que tenía, aunque él también se sentía inquieto por todo este desastre que se había suscitado, pero estaba seguro de algo y es que ella haría lo que él por años no se atrevió a hacer: destruir a la familia imperial.

ᴜɴᴀ ᴘʀɪɴᴄᴇꜱᴀ ᴇɴ ꜱᴛʀᴀʏ ᴋɪᴅꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora