capítulo dieciséis

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Los días que transcurrieron fueron un martirio para la joven quien no dejaba de pensar en lo sucedido. Su cabeza estaba concentrada en los asuntos que le concernían, pero tampoco podía dejar de lado el tema de las tumbas de su madre. El hecho no se dio a conocer, permanecía como un secreto entre los que debían saberlo y hasta no obtener las respuestas que quería iba a permanecer callada.

Aquella mañana fue el día diferente entre su rutina.

Leon tocó a su puerta, ella atendió en el tercer llamado puesto que el día anterior había sido muy pesado y había quedado rendida.

― ¿Qué sucede? ―pregunto Anna detrás de la puerta.

―Necesito que te vistas, requieren tu presencia en el Gran Salón. ―respondió el rubio al otro lado.

Sin perder más tiempo, tomo la primera ropa que vio en su armario, se colocó los zapatos y salió de su habitación casi corriendo. Los chicos estaban tomando el desayuno, la vieron correr en dirección a las escaleras que conducían hasta el Gran Salón con Leon detrás suyo, Bang Chan los detuvo al ver su intención por seguirla negando con la cabeza y dándole el espacio que Anna requería.

―Entraremos cuando sea oportuno, ahora no. ―dijo él volviendo a su plato de comida, pero sin quitarse la preocupación de encima.

Con ella, el comandante de la policía cargaba consigo dos sobres tamaño carta en donde podía leerse un texto en coreano y otro en inglés, Anna supo de inmediato lo que contenía aquellos sobres así que sin más pérdida de tiempo extendió su mano para que el hombre de uniforme se los entregará.

―Su alteza... ―fue lo único que logro expresar, soltó un suspiro muy pesado con un rostro lleno de angustia. Eso a la pelinegra no estaba gustándole para nada.

―Deme el sobre, por favor. ―ordenó sin perder la cabeza. En cuanto tuvo los papeles en sus manos, paso el sobre del informe de Austria a Leon y ella se quedó con el de Corea.

Al mismo tiempo los abrieron rompiendo los sobres como desquiciados, en especial ella.

Fueron segundos donde se dio lectura mental al informe hasta que llegó la parte que realmente le interesaba a Anna.

Dos pares de ojos se abrieron sincronizadamente, Leon fue el primero en voltear a ver a Anna y después ésta a él, no dijeron nada, pero sí se arrebataron el papel que tenía el otro.

En ese momento, ninguno de los dos sabía que estaba pasando por sus cabezas, pero Anna sabía perfectamente lo que debía hacer.

A pesar de que los zapatos que traía no poseían tacón, sus grandes pasos hacían eco al caminar, salió del Gran Salón como si el mismísimo diablo la hubiese poseído. Se dirigía al comedor en donde antes había visto a uno de los mayordomos con mayor antigüedad en el palacio saludar a los chicos. Ella dijo que no haría nada antes de obtener los informes, pero nunca dijo sobre cómo reaccionaría y lo que haría después de.

―Su alteza que gusto ve-...

―Necesito que reúna a todos los empleados que llevan más de 21 años trabajando en este lugar, en el otro palacio e inclusive en las casas privadas que la familia tiene. ―ordenó causando un poco de confusión en el hombre de cabello blanco, pero él asintió haciendo una reverencia para después retirarse.

―No pierdas la cordura.

―Ya le perdí, Leon, demasiado tarde.

― ¿Qué ha sucedido? ―preguntó Jeongin al verla tan exaltada.

La chica le paso los papeles al menor para que los viera, los demás se reunieron en círculo para ver la razón por la cual estaba tan extremadamente inquieta.

―Esto no puede ser. ―hablo Chan primero.

― ¿Cómo es posible que ambas tumbas estén vacías? ―preguntó Hyunjin lanzando la pregunta al aire que seguía sin respuesta.

―Sabía que algo andaba raro aquí, lo presentí desde que llegué, pero nunca pensé que esto se volviese realidad. ―decía ella mientras soltaba maldiciones al aire.

―Esto quiere decir que existen solo dos opciones. ―comenzó a hablar Seungmin―. La primera es que tu mamá este enterrada en otro lado y la segunda es... ―se detuvo antes de terminar porque de tan solo haberlo pensado era completamente inesperado.

―Que ella está viva.

Miraron a Minho quien fue el que concluyó la oración de Seungmin. De solo pensarlo era atroz, era una crueldad completa haberlos hecho pasar por un martirio como ese, en especial a Anna quien había sufrido demasiado con la partida de su madre.

Ahora no le importaba nada, iba a destruir el tablero le costará lo que le costará y para ello necesitaba tener más aliados, no podía dejar a ninguna persona fuera, los necesitaba a todos de su lado sí o sí.

Pero si pensaba que las sorpresas acababan ahí, estaba equivocada.

―Vaya, nunca pensé que mi sospecha resultará ser verdad.

Todos voltearon a ver a la silueta femenina de cabellos rojos recogidos frente a ellos.

―Me llamaron loca, pero al final ellos fueron los locos.

― ¿Qué hace usted aquí? ―preguntó Leon poniéndose a un lado de Anna.

―Sé lo que quieren hacer, en especial ustedes dos. ―señaló a Leon y a Anna―. Y para eso estoy aquí, para ayudarles.

―Usted fue exiliada de la familia. ―agregó Anna.

―Pero eso no me impidió haberme mantenido informada de todo lo que sucedía aquí dentro. ―y volvió a mostrar la misma sonrisa que tenía en aquella fotografía―. Querida, yo también tengo cuentas pendientes con esta familia que quiero arreglar antes de irme a la tumba.

ᴜɴᴀ ᴘʀɪɴᴄᴇꜱᴀ ᴇɴ ꜱᴛʀᴀʏ ᴋɪᴅꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora