nudo (18)

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LEILA

-El finiquito que me dejó Luisa es una miseria, amiga.

-Se sabía que no ibas a durar ahí, y esa tía es una tacaña.

-Con los ahorros de Leti podré pagar un mes más.

-Aun así, necesitas otro trabajo. ¿Por qué no aceptas la ayuda de Víctor?

-¿Qué? ¿Tú me aconsejas que acepte su ayuda?

-Ya es a la desesperada. Si no lo haces, tendrás que regresar a tu casa.

-Gracias, amiga, eso es lo que necesito escuchar.

-Te diré lo mismo que a Leti: a veces hay que ceder un poco. Y él parece que...

-Me dijiste lo de tu amigo, suelta la lengua. -Interrumpí con esa frase, no me gustaba que me escondiera algo que lógicamente ignoraba.

-Él me confirmó que le gustas. Si no, ¿por qué se acerca tanto?

-Me dijo que quería conocerme y no le di importancia, pero esto que me cuentas... Si es en serio, yo...

-Te alejarás, ¿cierto? Mira, a mí ese pijo no me cae bien, pero te puede ayudar.

-Me pensaré la oferta de Víctor.

-Tienes su teléfono, así que aprovecha.

Estaba muy bien en la comodidad de mi cama, pero me incorporé. Busqué el número.

-¿Le llamo o no?
Permanecí en la duda durante un minuto, me decidí:
Ok, vamos.
Marqué su número, pero comunicó.

-El número que usted ha marcado no se encuentra disponible. Deje un mensaje después de la señal. Piiiiiiiiii...

Me levanté y miré por la ventana. No sabía si tendría el valor de marcar de nuevo. Solo me quedaba esperar si me aceptaban en otro empleo. Al rato, sonó el móvil.

-Diga -contesté.

-Así que eres tú la que has llamado.

-Sí, ¿acaso no puedo? Tú me diste tu número.

-Dime qué quieres, ve al grano.

-Necesito que me ayudes. Si no encuentro trabajo lo antes posible, no me quedará más remedio que regresar con mis padres.

-Me estoy perdiendo un detalle. Tú ya no vives con ellos, ¿por qué?

-Es muy largo de contar y no deseo aburrirte.

-Antes dime dónde vives, luego ya veremos lo del empleo.
Le dejé mi dirección. Sería la primera vez que metería a un hombre en mi apartamento, cuando hacía poco decía lo contrario. ¿Por qué ahora me estaba contradiciendo?

Una hora después, lo tenía en frente. Estaba bien peinado y vestía de deporte.

-Hola, ¿me dejas pasar?

-Sí.
Él pasó su mirada por el minipiso. Le llamaron la atención algunas fotos, pero solo las observó de reojo.

-Cuéntame, tengo la tarde libre.

-Mis papás no se llevan bien desde hace...

Resumir mi vida no fue fácil, pero omití detalles. Él estuvo muy atento, se sorprendió cuando le hablé de Gael, mi amigo de la infancia que había sido mi confidente.

-¿Por qué no te ayuda tu amigo?
-Nos hemos alejado. No te puedo contar el motivo.

-Otra vez con secretos.

No soy lo qué tú creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora