nudo(6)

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GAEL

Estaba cabizbajo, nunca me había sentido tan inseguro. Ismael trató de animarme, pero fue en vano.

-Planeta Tierra llamando a Gael.

-Cállate.

-Olvídate de Leila, ya sabes lo rara que es.

-Pero es mi amiga desde preescolar y me afecta que me ignore.

-Mira, le envié este mensaje y ni lo leyó. Antes me llamaba por cualquier motivo.

-Te aconsejo que te ocupes. Ya vendrá a ti cuando pase lo que sea. Son mujeres, un día nos buscan y al otro no.

-Me preocupa perder su amistad.

-No seas pesimista.

Al rato entramos en el aula de Ciencias. Allí estaban nuestras compañeras. Una de ellas, Irene fue un rollo pasajero que tuve. A veces me miraban, pero duraba unos segundos.

-Irene te solicita.

-No me interesa, siempre presume de ser la más inteligente. Además, aprueba porque le pasan las respuestas. Ah, no te olvides de que tiene al profe en el bolsillo.

-Es que Irene es buena y es capaz de llegar lejos.

-Sí, muy lejos. A saber si en la universidad tiene las mismas facilidades.

Al concluir la clase, me fui a dar una vuelta. Caminé recto por los pasillos. No tenía mucho que hacer, pero no esperé para volver a ver al cretino que estuvo con Leila.

-Oye, tú.

-¿Qué quieres? -preguntó temeroso tras girarse.

-Me gustaría saber qué hacías ayer con mi amiga.

-¿Tu amiga?

Sí, con Leila.

-¡Ah! Le hice unas preguntas sobre los libros.

-No la molestes de nuevo, ¿vale?

Ben sonrió, luego se acercó sus lentes y me miró detenidamente.

-Eso no lo decides tú, si Leila quiere...

-Apártate de ella.

-¿Quién crees que eres?

-Su mejor amigo y la cuido de cualquiera.

-Je, je, no puedo creer lo que oigo, eres patético. Me lo dice un tío que cambia de chica como de camiseta.

Estuve a punto de perder la paciencia, incluso podría haber llegado a golpearlo, menos mal que Ismael llegó.

Después de ver mi reacción, Ben enseguida se alejó, por lo que intuí que no le gustaban las broncas.

-Tío, cálmate.

-¿Por qué te metiste?

-Piensa un poco, estabas a punto de cometer la mayor estupidez de tu vida.

-Lo sé, pero ese tío me provocó.

-Olvídalo, no te ensucies las manos por él.

-Si me vuelve a dirigir la palabra lo envío a enfermería.

-Vale, gallo de pelea. Ahora toca ir a clase.

LEILA

Al parecer, la única que estaba fuera de clase era Miriam, la vi desde lejos.

Quizás no sabían que se me habían pegado las sábanas.

De repente, apareció Lourdes.

-Si vas a faltar me apunto je, je -le dijo a mi amiga.

-No supongas nada, espero a Leila.

-Vaya, hasta luego.

En cuanto la vio irse, Mimi suspiró aliviada. No le apetecía tener cerca a la chica Sonrisa, así la apodaron.

-Buenos días, doña Perezosa, por tu culpa me castigan.

-Ya, ocurrirá.

Miré apenada a mi amiga, luego se dirigió a su aula correspondiente.

Minutos después.

-Señorita Acosta, ¿nos quiere explicar el motivo de su tardanza? Como ve, no podemos esperar su llegada para comenzar con la clase.

-Disculpe, señor Ramírez, ayer no dormí a mi hora.

-Siéntese y no me haga perder el tiempo.

Abrí mi libro por la página cuarenta y cinco, me mantuve callada, leyendo un título en mayúsculas.

Faltaba poco de clase, y eso me hacía sentir mejor, y más porque el profesor Gandía lo sustituiría, dando mi materia predilecta.

Noté que alguna compañera me miraba de soslayo, sin disimulo.

No estaba acostumbrada a ser el centro de atención.

-¿Qué ocurre? ¿Tengo monos en la cara?

-¿Acaso no viste el tablón?

Después de lo que dijo Nieves, enseguida fui a mirar. Mientras lo hacía, no me percaté de quién sonreía.

Hallé un cartel con una foto del tal Benjamín y, al lado, una entrevista de la que fui partícipe.

¡«¡Maldita sea, me mintió!!». Nunca sospeché nada. Él parecía más joven, jamás se me hubiera ocurrido que fuera un universitario en prácticas.

En ese momento, llegó Leti y, al ver el cartel, se quedó sin habla. Raro en ella.

-Ese tío ha estado desde hace una semana tomando el pelo a varios estudiantes de aquí, no tiene nombre lo que ha hecho.

-Soy una ingenua.

-Mira el lado bueno. Al menos solo respondiste a siete preguntas, los demás respondieron más.

-Menudo consuelo.

-No perdamos el tiempo. Es mejor seguir como si nada.

-Como si fuera tan fácil.

Leti observó a las tres jóvenes que seguían murmurando.

-Está claro que le tenéis envidia.

¿Qué se cree esta? -Una de ellas era altiva, lo demostró, pero finalmente se fueron.

Al terminar las clases nos reunimos detrás del edificio blanco.

No soy lo qué tú creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora