✟CAPÍTULO 23✟

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— ¿Leiste el diario? — pregunta Katherine mientras envuelve el pan con un trozo de papel

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— ¿Leiste el diario? — pregunta Katherine mientras envuelve el pan con un trozo de papel.

—Sí, y tienes razón con lo de que no conocía a María — respondo —, quizá no conozco a nadie en realidad.

Katherine me da el pan, sujetando mi mano; el calor de su tacto hace que me sienta reconfortada, de alguna manera.

— Ven a casa hoy — me invita —, he hecho un guiso buenísimo, y quizá así me puedas enseñar alguna receta más de tu país — le sonrío, agradecida —, tu abuela enseñó a mi madre a hacer tortilla de patata, pero yo soy horrible.

No puedo evitar soltar una risa al escucharla pronunciar la palabra "tortilla" con entonación inglesa.

— Vale — digo —, aunque tampoco soy experta cocinando.

Katherine sonríe y comienza a recoger las cosas de su pequeño puesto; la ayudo envolviendo los panes que no vendió y los pasteles que sobraron.

— ¿Mucha gente te compra los productos? — pregunto a su lado.

— No es un gran negocio, pero en este pequeño pueblo tampoco pagamos nada por vivir.

Las palabras de Gabriel vuelven a golpearme como una piedra.

''— ¿Cómo se genera ese dinero?

— No querrás saber la respuesta —dice, haciendo que se me erice la piel.

— ¿Asesinatos?

— Eso ya lo sabes.

— ¿Te han pagado alguna vez por ello? — Gabriel asiente con un ligero movimiento de cabeza —. La chica a la que mataron cuando llegué...

— Recibimos una buena suma por su cuerpo.''

Un escalofrío me recorre al recordar todo lo ocurrido la noche anterior. Entró a la casa como un animal, y lo peor no es saber que venía lleno de sangre, ni con la mirada con la que mató a Charlotte frente a la puerta del pueblo, lo peor es que no me importó nada de eso.

No creo que Gabriel sea una mala persona, siento que es alguien que se ha criado sin nadie a su alrededor; nunca lo he visto con nadie que no lo tema, y parece que cuando está conmigo siempre tiene un momento de debilidad como si...

— ¡Mamá! — un niño sale corriendo de la cabaña de Katherine.

— Mira quién está aquí — sonríe ella a la vez que se agacha para abrazarlo.

El niño es precioso, pero con un aspecto enfermo; su cara es pálida y tiene ojeras marcadas. Su cuerpo es extremadamente delgado a pesar de no tener más de doce años.

— Es Alex — dice Katherine.

El niño se gira, mirándome con algo de temor, pero trato de sonreír y parecer lo más amigable posible, nunca se me han dado bien los niños, quizá tema su completa sinceridad y espontaneidad.

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETA || PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora