✟CAPÍTULO 34✟

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— ¿Has enviado ya eso? — pregunto a Gabriel que desde que llegamos de la iglesia está raro

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— ¿Has enviado ya eso? — pregunto a Gabriel que desde que llegamos de la iglesia está raro.

— Sí — dice tajante buscando ropa.

Hemos enviado las fotos a la oficina de Brandom, queremos avisar, dejar claro que estamos vivos y no pensamos parar aquí.

— Voy a darme un baño — suspira mientras aprieta su pantalón con una mano.

— Íbamos a cenar con Katherine y su hijo — recuerdo.

— Ve — me corrige —, querida, de los dos, está claro que yo no voy a ser el amable.

— Nos está dejando su casa, Gabriel.

— Y ya le he dado las gracias, pero no tengo por qué compartir una conversación incómoda con ellos.

— Si Katherine no hubiese ayudado...

— ¡Alex! — me interrumpe —, sube tu trasero arriba, socializa, sé amable, pero no me obligues a ser alguien que no soy.

— ¿Qué te pasa? — siento cómo la ira crece en mi pecho por momentos —. ¿Qué necesidad tienes de ser un capullo?

— Otra vez empiezas con el drama — suspira mientras va dejando la ropa limpia en el baño.

— No trates de dejarme como una inestable, Gabriel — lo señalo.

— Alex — se gira apretando la mandíbula —, quiero estar solo.

Veo cómo vuelve a acomodarse la erección de su pantalón, y no me cuesta mucho entender que a eso se debe su mal genio espontáneo.

— Ojalá te revienten los huevos — gruño antes de abrir la trampilla y subir al comedor con Katherine.

Tanto ella como su hijo me miran fijamente, y automáticamente me pongo roja dándome cuenta de que quizá hemos hablado más alto de lo normal.

— Vaya — dice Katherine mientras coloca la comida en la mesa —, casi podría decir que parece incluso una discusión de pareja.

— Me mataría antes de tener una pareja así — suspiro sentándome en la mesa.

Katherine me mira con media sonrisa, pero no responde, parece que solo quiere divertirse a nuestra costa.

— Dylan, cariño, a comer —. Su hijo da un salto del sofá y se sienta en la mesa muy rápido, hoy se encuentra bastante mejor.

— Bueno, pequeñín — digo —, alguien me ha dicho que quieres ser futbolista.

— El mejor — me corrige levantando un dedo —, el mejor futbolista.

— Eres de los míos — respondo con una sonrisa —, si vas a hacer algo, siempre lo harás para ser el mejor en ello.

Dylan asiente, con determinación mientras come las verduras que cocinó Katherine.

— ¿Cómo estás? — me pregunta.

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETA || PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora