✟CAPÍTULO 31✟

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Llevo dos días en esta habitación y siento que mi cabeza va a estallar

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Llevo dos días en esta habitación y siento que mi cabeza va a estallar.

Alex no ha dicho una palabra desde que llegué, y su silencio me pesa tanto como sus heridas. El hecho de que se muestre tan reacia a dejarme acercarme a ella solo aumenta mi preocupación.

Mientras observo cómo Alex se acerca con un trozo de bocadillo en la mano, su gesto preocupado me hace sentir un nudo en el estómago. No me gusta estar así con ella, la echo de menos.

— ¿Quieres? — pregunta con voz suave, ofreciéndome comida.

Niego con la cabeza, aunque mi estómago gruñe de hambre. Sé que ella necesita más fuerzas que yo en este momento. Katherine está haciendo todo lo posible por cuidarnos y protegernos, y no quiero añadir más carga a sus hombros.

Durante los últimos días, he estado saliendo de la cama para dejar que Alex descanse. Sé que mi presencia la incomoda, pero no puedo evitar querer estar cerca de ella.

— Voy a darme un baño — anuncia Alex, levantándose de la cama en busca de ropa.

La observo moverse por la habitación, y una oleada de alivio me recorre al notar que su equilibrio ha mejorado y algunas de sus heridas están empezando a sanar.

Una vez dentro del baño, aparta ligeramente la cortina y me siento en la cama, observándola a través de ella.

Siento miedo, un miedo profundo de que se haga daño a sí misma, y no puedo permitirlo.

Decido limpiar mis heridas mientras ella se baña. Katherine nos ha proporcionado gasas para curarnos, y aunque mi mano apenas me duele, sé que debo cuidarla para evitar que se infecte de nuevo.

— ¿Gabriel? — llama Alex desde el baño, y levanto una ceja extrañado.

— ¿Sí? — respondo, sin moverme de mi sitio.

No hay respuesta, y aunque intento ver a través de la cortina, no distingo nada.

Cubro mis heridas con las gasas y me levanto de la cama, asomando la cabeza a través de la tela. Encuentro a Alex sentada en la bañera, rodeada de espuma, y noto el temblor en su respiración.

— ¿Quieres que me vaya? — pregunto, y ella niega con la cabeza.

Entro en el baño y cojo su neceser y peine de la pequeña banqueta junto a la bañera, para sentarme en ella.

— ¿Qué te hicieron? — me pregunta Alex.

Un dolor punzante atraviesa mi estómago al escucharla sollozar, pero aprovecho esta oportunidad para escucharla por primera vez. Escuchar su versión.

— La peor parte que recuerdo es cuando me clavaron varios clavos por el cuerpo. Pensé que no iba a sobrevivir, que en cualquier momento atravesarían una parte vital.

— ¿Me escuchaste? — musita —. Te vi, antes de sacarte de allí, te vi, y pensé que estabas muerto, grite para que me escuchases pero...

Acaricio su hombro, esperando alguna reacción, pero esta vez no se aparta, en cambio se abraza las rodillas, llevándolas a su pecho.

— Fue la peor noche de todas — dice — Diego no paro de...

Se me revuelve el estómago, y rezo para que no termine de contar lo que pienso que dirá, me quema la sangre, arde, y su llanto cada vez se vuelve más doloroso.

— Me violó tres veces — solloza, instantáneamente me tiro al suelo, para ponerme frente a ella y sujetar su cara. Sus ojos están rojos y los cierra para evitar mirarme —. Yo no... Los guardias lo vieron, y mientras ocurría algunos pedían turno para golpearme...

— Alex — la interrumpo, y ella me mira con los ojos enrojecidos, llenos de dolor —. Van a pagar por ello, te lo prometo.

— ¿Te da igual? — pregunta pasándose la mano por la cara para limpiar las lágrimas —. ¿No te doy asco?

Abro los ojos con sorpresa ante su pregunta.

¿Asco?

¿Cómo cojones me va a dar asco?

Sostengo su rostro con ambas manos y me acerco a ella, sintiendo su aliento en mis labios. Espero una señal que me indique que puedo hacerlo.

Alex lleva su mano a mi mejilla, y cualquier pensamiento de venganza se desvanece al instante. Tenerla de nuevo solo hace que quiera vivir en este momento.

Me sumerjo en sus labios lentamente, saboreándola, explorándola con ternura.

El sabor salado de sus lágrimas se mezcla con el dulzor de su boca, no puedo dejar de besarla. Y mientras la abrazo, siento una mezcla de deseo y compasión que nunca antes había experimentado. Mi estomago se cierra por completo.

¿Qué cojones me ha hecho esta mujer?

Alex se separa ligeramente, con la respiración agitada y los labios hinchados. Me mira a los ojos, sin necesidad de decir una palabra.

Me siento de nuevo en la banqueta junto a la bañera y busco su peine.

Alex vuelve a abrazar sus rodillas, apoyando la cabeza en ellas, y yo me ocupo de peinarla, de cuidarla, me está dejando cuidarla.

— Voy a sanarte — digo en un susurro —. Todos se rompen alguna vez.

No hace falta decir más. Sé que ella entiende lo que quiero decir, y aunque mi prioridad es ayudarla a recuperarse, mi cuerpo está deseando volver a sentir la sangre en sus manos.

Voy a matarlos.

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¡Hola bombones! ♥️  No llegamos a los 30 votos 💔 pero aunque me duele, los que estáis apoyado la historia os merecéis este capitulo para sanar un poco el corazón.

¡Gracias por seguir leyéndome!

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