✟CAPÍTULO 24✟

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—  ¿Mamá? — la voz de Alex se quiebra, y sus ojos se llenan de lágrimas

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—  ¿Mamá? — la voz de Alex se quiebra, y sus ojos se llenan de lágrimas.

Gira la cabeza, esta vez buscando mi mirada, y no la aparto, no puedo ser débil en estos momentos.

— ¿Mamá? — pregunta Francis.

Ninguno de ellos sabía que mi plan siempre fue acabar con los padres de Alex, siempre tuve dudas sobre si eran ellos o no.

Susi, la hija de María.

Mis sospechas se confirmaron cuando investigué por qué querían que Alex viniese aquí. Cuando le quitamos el móvil a Alex, Brandom no supo disimular que no la mandó aquí para hacer fotos, que todo fue un soborno bastante generoso.

Sus padres no buscaban acabar con ella por ninguna suma de dinero, era para poder vivir sin nadie a quien atender, son exactamente iguales que María. Unos egoístas.

Y juro que mi idea era seguir con el plan, matar a Alex y ganarme aún más su confianza para terminar con ellos, y que este pueblo volviese a ser como ante, como cuando madre y padre vivían, pero todo se fue a la mierda.

— Dime por favor que... — musita Alex sin dejar de mirarla.

Sus manos tiemblan y aprieta los puños pegándolos a sus piernas.

— Dejadme con ella — dice Susi.

Esta vez Francis y Samuele no preguntan, salen del despacho sin negarse.

Yo, en cambio, voy junto a Diego, que me acompaña a la salida.

— Te echaba de menos — susurra a Alex.

Miro por encima del hombro, y veo cómo el cuerpo de ella se tensa, mis alarmas se disparan al momento. Teme a Diego, por algún motivo lo teme.

— Prefiero quedarme — digo antes de salir por la puerta y, girándome rápidamente—, todo lo que tenga que ver con el pueblo me concierne, y esto es uno de esos temas.

— La madre ha dicho que...

Diego se calla cuando lo fulmino con la mirada, sin dejarlo terminar.

No pienso dejar que nadie que no sea yo haga daño a Alex.

— Está bien, está bien — dice Susi al notar la tensión —, puedes quedarte.

Me posiciono detrás de Alex en un lado, evitando su mirada.

— Vamos a evitar el drama — comienza Susi, sentándose en el escritorio —. Tampoco es que hubiésemos sido una familia ejemplar desde el primer momento.

Alex no responde, pero puedo apreciar su mano temblando sin ningún control, y joder, por alguna razón me gustaría tocarla y calmarla.

— Tu abuela vino aquí dejándome sola en España.

— Tú me dejaste aquí sola — interviene Alex —, ni se te ocurra poner a la abuela como una mala persona cuando tú eres peor. ¿Qué coño hago aquí?

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETA || PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora