El fresco viento entraba por los ventanales de las aulas con una leve intensidad, ondeando de forma tranquila las persianas en cuestión.
Nuevamente de vuelta en aquel colegio, el dulce aroma de la gran flora rosada en su extensión, las distinguibles voces de sus antiguos alumnos hablando entre sí, los interminables pasillos de los edificios, todo le traía grandes recuerdos al albino, ya que además de impartir clases con anterioridad a chicos de secundaria en aquel colegio, ahí asistió a la escuela preparatoria, junto a Shoko, y su gran amor, Getō.
Al parecer había llegado demasiado temprano, al tomar asiento detrás del escritorio en el salón de clases bebió un gran sorbo de café, pidiéndole al universo que aquella decisión que había tomado por regresar al colegio hubiese sido buena, al menos en el ámbito familiar al convivir y tener más oportunidades de cercanía con su hijo Megumi.
Dos jovencitas entraron al salón, inmediatamente al ver al profesor Gojō sentado en el escritorio corrieron a abrazarlo.
Antes de renunciar a esa escuela, Satoru había conseguido encariñarse bastante con las hijas de Suguru, aunque posiblemente éstas no supieran de toda la historia detrás del amorío adolescente con su padre, y posiblemente era la mejor opción, evitándose así problemas o malentendidos.
- ¡Lo extrañamos Gojō-sensei! - exclamó la gemela de cabello más claro, su hermana quién se encontraba detrás de ella únicamente asintió con la cabeza, algo tímida.
- ¿Qué tal han estado? Nanako-chan, Mimiko-chan. - preguntó sonriente, achicando ambos ojos.
Las niñas le comentaron al profesor que las últimas semanas no habían estado del todo bien por temas familiares, pero que sin embargo ambas permanecían depositando todo su esfuerzo posible por seguir siendo unas buenas hijas y alumnas. Gojō acarició con ternura los cabellos de ambas, haciéndoles saber que estaba orgulloso de la voluntad inquebrantable que poseían, algo que seguramente Suguru también notaba y valoraba.
Constante pasaban los minutos, los demás chicos se incorporaban a la clase, así hasta que llegó la hora del receso, en donde compartió la hora del almuerzo con el profesor Nanami.
- ¿Qué tal se porta Megumi? - preguntó, dándole un mordisco a su emparedado.
Nanami era profesor del curso de los chicos de primer año de secundaria, un muy buen eslabón de inicio.
- Es un chico centrado y serio, bastante individualista, pero sus amigos complementan bastante bien esa parte.
- ¿Te refieres a Yūji y Nobara? Son buenos chicos. - Por un momento, en su rostro se dibujó una sutil preciosa sonrisa, adoraba el hecho de a pesar de haber cometido cierta cantidad de errores como padre con Megumi, había crecido como el mejor hijo que pudo pedir nunca, además de rodearse de gente llena de luz que lo ayudarían a relucir.
Un brillo que sabía que él también había encontrado hace mucho tiempo, y que aunque hoy en día no tuviera a su lado, formó en él la persona que era hoy en día.
Suguru Getō había hecho hombre a Satoru Gojō, en todos los aspectos posibles echos y por haber.
Devolvió su mirada a la actualidad, el sonido de la chicharra lo hizo salir por completo de sus respectivos pensamientos. Tanto el profesor Nanami como el profesor Gojō regresaron a sus aulas, así hasta que se llegó la hora de salida.
Megumi corrió hacia donde su padre, lo tomó del entre-brazo y comenzaron a caminar hacia el automóvil. Durante el trayecto, el menor le comentaba a su padre sobre el evento que se llevaría a cabo en la ciudad, Satoru ya había escuchado antes de aquello, una fecha bastante tradicional en Japón, en donde por lo general, todos solían llevar kimonos puestos, caminar por las calles observando la cantidad de puestos a su alrededor, y a la noche del mismo día, observar los famosos fuegos artificiales en la gran extensión del cielo.
Gojō asintió, sería una gran oportunidad para pasar tiempo de calidad con su hijo.
Al llegar a casa, el menor únicamente se dispuso a realizar toda la tarea pendiente que debía realizar antes de salir por la tarde-noche con su padre. El mayor por su parte tomó una relajante ducha con agua tibia, cada gota que se deslizaba por su cuerpo se sentía como aquel añorado tacto, o aquellas lágrimas de amor derramadas en su juventud.
Finalmente se llegó la hora, el menor optó por llevar puesto un kimono bastante sencillo, de color azul oscuro tirándole a negro, llevando por la cintura algún tipo de cinturón en un tono más claro al del kimono. Satoru por su parte llevaba un kimono blanco, con un cinturón negro atado por la mitad.
Caminaron de la mano al centro de la prefectura en donde se llevaría a cabo la festividad, el leve aire en el exterior se sentía ciertamente fresco, los faros y las series de luces en tonos dorados alrededor de todos los puestos en los callejones de la ciudad hacían resplandecer el lugar, haciendo que se sintiese mágico el estar allí.
Gojō observaba al menor quién iba tomado de su brazo, parecía estar contento, cosa que traía consigo una felicidad inmensa a su corazón, a pesar de no ser de su sangre, Megumi era hijo suyo, había desarrollado por él un amor que a medida que crecía, se intensificaba todavía más.
A lo lejos observó como dos chicos revoltosos corrían en su dirección, hasta que lograron llegar a donde ellos, parando en seco frente a sus pies. Itadori y Nobara también llevaban puestos unos kimonos, la chica uno de color blanco con detalles florales rojizos, Yūji por su parte llevaba uno bastante simple al igual que los chicos, sólo que en un tono igual al de su cabello.
- ¡Megumi, viniste! - exclamó el de cabellos rosados con bastante entusiasmo, nada lo hacía más feliz que pasar tiempo con sus mejores amigos, pasar tiempo con Fushigurō.
El de cabello azabache alzó su mirada en dirección a su padre, con quién no hicieron falta más palabras, Satoru asintió con una sonrisa y dejó que el menor se retirase con sus adorados amigos.
Durante una media hora, el mayor deambuló entre los puestos, comiendo algunos dulces durante el camino, así hasta que comenzó a abrumarse un poco por la cantidad de gente que había a su alrededor y decidió alejarse un poco de la multitud.
Quizás él no podía deducirlo todavía, pero había tomado una buena decisión, inconscientemente la mejor de su vida.
...
ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 - 𝖲𝖺𝗍𝗈𝗌𝗎𝗀𝗎.
FanfictionLa traición de su amor se reflejaba en aquellas lágrimas escondidas en los rincones más profundos de su corazón, inconscientemente, Satoru buscaba a su otra mitad, una mitad que ya no le pertenecía en su totalidad. • Satosugu.