Perder para encontrar

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La tempestad azul parecía llegar a su fin, finalmente nada obstruía aquel hermoso paraíso al que ambas almas deseaban llegar, en dónde ambos silencios dejasen de existir, desvaneciendo cualquier rastro de dolor, en el cimiento de la verdad.

Aquellos azulados ojos eran un simple motivo para permanecer a su lado con un corazón limpio de rencores, erradicando cualquier tipo de maldición que existiese en las profundidades de sus gargantas, y susurrando en cambio un dulce "Te amo".

"¿Nos volveremos a encontrar?" Simples palabras de ensueño de una voz que no podía ser expresada, en dónde ambas opacas siluetas eran imprecisas, lamentándose perpetuamente lo sucedido, pero que a día de hoy representaban una oportunidad más de vivir dentro de aquellos aprendizajes, juntos.

Gojō Satoru jamás desaprovecharía la oportunidad de permanecer al lado de su gran amor, Suguru Getō.

Nuevamente la perseverancia de ambos los unía en un mismo punto, temblando del frío infernal, enrojeciendo ambos par de mejillas.

De inmediato, Satoru retiró la bufanda que llevaba enrededada sobre su cuello y la depositó sobre la del contrario, haciéndolo sonreír sutilmente para sí mismo.

- Te preguntarás la razón por la que vine, a pesar del frío. - con cada palabra expresada por el albino, su boca desprendía humo gracias al gélido.

Ambos permanecían de pie fuera de la morada de Suguru, hace unos instantes atrás Satoru tocó la puerta un tanto agitado, su auto se había descompuesto y tuvo que ir a pie hasta la casa del azabache, a pesar del frío o la distancia, nada impediría tener una sola razón para ver una vez más su rostro o sentir su corazón.

Las pequeñas de Getō observaban detrás de las inmensas cortinas del ventanal, bastante emocionadas por el encuentro de su padre con su profesor, que a pesar de mostrar una actitud un tanto inmutable, ambas sabían la conmoción causada en su padre.

- La respuesta es sencilla. - continuó. - Hace días cuando preguntaste si era posible poder coincidir de nuevo, lo que dije no fueron palabras vacías, me prometí a mi mismo crear cualquier tipo de posibilidad. Te lo prometí, ¿No es así? Demostrarte que soy una persona completamente distinta.

Suguru parecía querer esconderse tras la calidez de la bufanda, como si se refugiara en aquellos sentimientos que durante una década guardó bajo llave, pero que ahora se veía obligado a desmantelar.

A la mierda él maldecir, él más que nadie conocía al espíritu dentro de él, el cuál internamente se veía ilusionado por conocer aquella nueva versión de la cuál Shoko comentaba tanto, quizás tenía razón, quizás finalmente debía darle la razón.

Como si por primera vez su alma fuese la que hablase, bajó un poco la bufanda y habló.

- Demuéstrame aquel Gojō Satoru que realmente merezco conocer, aquel que deseo amar.

Las largas pestañas de Satoru pestañearon un poco ensimismado, para después brindarle la sonrisa más brillante que sus ojos habían apreciado jamás.

El aura de Satoru se sentía completamente distinta a la de hace una década, en dónde la pureza de su alma dejaba de esconderse, terminando de limpiar su más noble espíritu, volviendolo el Gojō Satoru que Suguru tenía frente a sus ojos, haciéndole sentir con su simple presencia una paz indescriptible en su corazón, emocionado por querer explorar aún más de esa nueva versión.

- Suguru, nunca fue necesario estar soñando para imaginarte a mi lado, tú deseo por mi amor será totalmente recíproco, siempre lo fue.

Lentamente Suguru bajó la bufanda que llevaba puesta por debajo de su mentón, dejándole apreciar a Satoru su más sutil y genuina sonrisa, aquella que acostumbraba a ver cuándo no sabía valorarla, y que en cambio a día de hoy, atesoraba con creces.

Podía sentir como su alma reía, lloraba, saltaba y vivía con efervescencia, aquella simple sonrisa frente a sus ojos podía más que la existencia del infinito.

La niebla comenzaba a despejarse, ambas siluetas permanecían en dónde mismo, ahora con almas totalmente visibles, desnudas y puras.

De sus bolsillos, el albino sacó ambas manos, con las cuáles tomó las del contrario, haciéndole sentir su propia calidez. Para esta instancia, Suguru Getō ya no sentía frío, ni siquiera en su antiguo helado corazón.

- Siempre quise el poder volver a a amar, llegando incluso a querer obligarme a hacerlo. - exclamó admirando el agarre de manos que aún mantenía con el albino. - No sabiendo que, lo único que mi corazón pedía, era volver a amarte a ti.

Si tan sólo lo hubiese sabido antes, era evidente que jamás hubiera permitido que más años transcurrieron delante de sus ojos sin la presencia de su más grande amor, sin embargo, no lo lamentaba por completo, una década fue suficiente para madurar en su totalidad, tanto como persona, padre y posible pareja.

Quizás fue necesario perderse para encontrarse nuevamente.

El nuevo Suguru Getō merecía amar al nuevo Gojō Satoru, el nuevo Gojō Satoru merecía amar al nuevo Suguru Getō.

Las segundas oportunidades solían ser vistas por algunas personas como una muy mala decisión, sin embargo, crecer a partir de los errores que cometemos y poder en el futuro crear un lazo mucho más fuerte y sano era de totales humanos.

Para Getō, Satoru era la persona correcta en el momento equivocado, no obstante, el negarse al momento indicado no era una decisión que su alma decidiese tomar.

La culminación de su amor no tendría que ser algo de otras vidas o universos, si tenían la posibilidad de hacerlo en esta misma.

Lentamente, Suguru safó una de sus manos para acariciar con lentitud la mejilla enrojecida del albino, hasta acercarse lentamente a sus labios, los cuales besó con dulzura, siendo correspondido al instante.

Un sólo beso de Suguru Getō fue necesario para sentirse vivo.

Un sólo beso de Satoru Gojō fue necesario para sentirse amado.

Detrás de las cortinas, las hermanas Hasaba saltaban en silencio de la emoción, a la vez que mensajeaban con Fushiguro, su ahora posible futuro hermanastro.

Todo pintaba diferente de ahora en adelante. Ahora, los testimonios de amor de Gojō y Getō serían totalmente diferentes a como acostumbraban recordar, revocándolos y redactándolos nuevamente.

El alma de Satoru Gojō pertenecería eternamente a la de su amado, era algo que el oji-azul se encargaría en este y en cualquier universo.

El alma de Suguru Getō siempre estaría dispuesta a pertenecer únicamente y exclusivamente para el albino, en esta y en cualquier otra vida.

Ahora, ambos se pertenecían mutuamente, sin muros ni barreras, sin orgullos ni prejuicios.

...

𝐓𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 - 𝖲𝖺𝗍𝗈𝗌𝗎𝗀𝗎.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora