A perspectiva de los demás, podía parecer que el peliblanco caminaba únicamente por instinto, como si sus pies determinasen por sí mismos el lugar al que querían llegar.
Se detuvo sobre un largo puente de madera, recargando ambos brazos sobre el muro que separaba entre el puente y la corriente del río fluyendo por debajo de sus pies, lugar en donde había visto al amor de su vida por última vez.
Gente transitaba a su alrededor, las voces de dichas personas a oídos de Satoru eran de cierta forma inaudibles, algunas risas de algunas parejas que caminaban a un costado del hombre se convertían en un eco ciertamente filoso para su alma.
Algunas personas lo observaban de reojo, el aura que Satoru transmitía era completamente azulado, llena de penas.
Se sentía sumamente extraño, las facciones de su amado se eran dibujadas en el reflejo del agua, trasladándolo a aquella noche del 24 de diciembre del 2006 , en donde honestamente, era doloroso pensar el como ambos habían pasado de un "Hasta pronto" a un adiós definitivo.
Nuevamente la paranoia hacia de las suyas, durante un momento creyó haber visto al joven azabache en el rostro de una de las personas que transitaban sobre el puente, inmediatamente después, golpeó su cabeza, un tanto molesto consigo mismo.
- Que patético me he vuelto. Si realmente hubiese sido Suguru, ¿Qué más daba? ¿Hubiera corrido hacia él como si nada hubiese pasado? Patético, realmente patético. - exclamó en voz baja para sí mismo, con el entrecejo fruncido, viendo el agua fluir por debajo de él.
Gracias a Megumi, sabía que Getō se encontraba bien, era padre adoptivo de dos niñas que iban junto a Fushigurō en el colegio, y que según su hijo, Getō se encontraba actualmente de pareja con una mujer alta y rubia. El peliblanco supuso que se trataba de Yuki Tsukumo, una mujer que desde su juventud había estado interesada en Suguru.
Decía estar agradecido con la vida, con la vida que actualmente tenía Getō, algo que según él, se merecía desde un inicio. Sabía perfectamente que no había solución alguna a sus disputas, sin embargo, ¿Por qué no podía dejarlo ir aún? ¿Por qué aquella cicatriz seguía sin sanar? ¿Por qué a día de hoy aquel hombre le seguía doliendo?
Sacó un cigarrillo de la caja que había comprado al salir del colegio en donde impartía clases, no importaba cuanto se resistiese, siempre perdía ante el recuerdo amargo de su amado.
Suspiró con fuerza, ni siquiera por tanto dolor que su alma sintiese podría maldecirlo, su herido corazón no se lo permitía, entendía que todo se había ido al carajo únicamente por su culpa.
La perfidia de su amor se reflejaba en aquellas lágrimas escondidas en los rincones más profundos de su corazón, inconscientemente su alma buscaba a su otra mitad, una mitad que ya no le pertenecía en su totalidad.
El ligero tacto sobre su espalda le hizo regresar al planeta tierra, en donde al girar su rostro, observó a los dos mejores amigos de su hijo, con unas sonrisas sumamente encantadoras. Inmediatamente cambió la expresión en su rostro, relajando así un poco las facciones en él. Ambos lo abrazaron con fuerza, Gojō sonreía en su totalidad, una sonrisa un tanto falsa, los sentimientos encontrados que tenía aún habitaban en su corazón.
- ¡Gojō-sensei, te extrañamos en el cole! - gritó Itadori con todas sus fuerzas, con un ligero puchero en su rostro.
Ah, era cierto, en la anterioridad era profesor de dicho colegio, no fue hasta que entraron las gemelas Hasaba que pidió un cambio de colegio. Ver al padre de las niñas conseguía herir aún más a su pobre corazón, sabía que no podría con aquel deseo de mandar todo a la mierda y rogarle por su perdón.
Antes de que pudiese responder al comentario de Yūji, pudo percatarse de que su hijo no estaba con ellos, de forma instantánea nuevamente cambió la expresión en su rostro.
- ¿Dónde está Megumi?
Ambos lo miraron confusos, aún así, la expresión de seriedad del mayor conseguía intimidarlos un poco.
- ¿Eh? ¿No estaba con usted? - respondió el de cabellos rosáceos, aunque segundos después, Nobara golpeó discretamente sus costillas, seguramente se había escapado o algo por el estilo, no era incumbencia suya el hablar de más, quizás podían cubrirlo un poco.
El mayor ni siquiera le dió la oportunidad a Nobara de ingeniar alguna tonta excusa, era un hombre bastante inteligente al que no podían engañar fácilmente unos simples niños, ni siquiera ser engañado por adultos. Sacó su teléfono celular de su bolsillo y marcó incontables veces al número del menor, siendo mandado a buzón todas esas veces.
Fushigurō observó todas las llamadas entrantes, supuso que su padre lo había descubierto, afortunadamente no estaba tan retirado de casa. Se despidió de Mimiko y caminó con paso veloz a su residencia, en donde sacó la copia de sus llaves y entró a la morada.
Subió hasta la habitación de su padre, tomó un banco que estaba cerca de su cama y se subió a el en busca de poder husmear un poco en la parte superior del armario del mayor, quizás podría encontrar más cajetillas para tomar un par de cigarros y guardarlos en su bolsillo. Con su mano palpó una caja un tanto mediana, haciendo que por accidente ésta se cayese hasta el suelo, desparramando por la habitación algunas fotografías y cartas que estaban dentro de dicha caja.
Maldijo en su mente y se bajó del banco, para poder recoger el desastre que había provocado.
Con ambas manos comenzó a recoger las fotografías, se trataban de Getō-san y su padre, lucían realmente felices, quizás habían sido mejores amigos durante su adolescencia como él con Itadori, decidió no darle tanta importancia nuevamente, hasta que recogió la última fotografía que quedaba en el suelo.
Getō-san y Gojō se estaban besando, Megumi dejó caer la fotografía, permaneciendo totalmente paralizado durante unos segundos, antes de recoger una carta del suelo, cubierta con algunas gotas secas en la extensión del texto, haciéndolo pensar que se trataba de lágrimas en su momento.
Comenzó a leerla, en voz alta.
"Tengo tantas cosas que decir que ya me ahogo en mis propias palabras, ansío tu querer y desespero. Puedo sentir tu aroma en nuestras fotografías, oír tu voz al leer lo que escribías, viajar al pasado al recordar nuestras vivencias. Cada día de mi vida maldigo el día en el que caí en la vulnerabilidad, siempre creí dar y recibir, pero únicamente te vestía con mi egoísmo e inmadurez, vestimenta que conforme pasaban los días, se impregnaban en tu dulce piel. Mi alma sigue lloviendo, caminando lento para olvidarte, llegando al final de algunas cosas y a la eternidad de algunas otras, el karma, la tristeza, la soledad, aquello de lo que soy fiel merecedor. Sin embargo, aún quiero tener un sitio en la tierra, junto a ti. ¿Crees que sigo siendo un egoísta? ¿Acaso soy merecedor de este infierno de por vida?"
El único sonido que pudo hacerlo salir de el estado de impresión en el que se encontraba fue la puerta de la residencia abriéndose bruscamente, inmediatamente tomó todo el contenido de la caja y volvió a depositarlo en el armario de su padre.
Fushigurō únicamente quería que alguien lo despertara de aquel sueño tan irreal en el que se encontraba.
...
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𝐓𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 - 𝖲𝖺𝗍𝗈𝗌𝗎𝗀𝗎.
FanficLa traición de su amor se reflejaba en aquellas lágrimas escondidas en los rincones más profundos de su corazón, inconscientemente, Satoru buscaba a su otra mitad, una mitad que ya no le pertenecía en su totalidad. • Satosugu.