Cap 59

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Las tres chicas salían de la habitación, fue complicado, sin embargo, han dado sus primeros pasos para tener un equipo estable. Itsuka no pensaba ni en mil años que las cosas llegarían a este punto, y nuevamente mostró debilidad cuando no debía al menos a su perspectiva. Ya lo hecho esta hecho, solo le queda ver qué saldrá de todo eso, si será algo bueno para ella o simplemente una decepción más y un problema que tendrá que quitarse en un futuro.

Al final Itsuka sigue siendo ella, pero al mismo tiempo ha cambiado un poco, un cambio que ella pudo notar de sí misma. Necesita hacer algo con urgencia. Hay dos asuntos que Itsuka debe afrontar, pero necesita el permiso de Izuku y teme que la respuesta de este posiblemente no se lo permita.

—Si las tres por fin salieron, espero que sean con buenas noticias—

—Lo arreglamos— informa Mei —no es algo perfecto, pero seguiremos mejorando cositas con el tiempo—

—Con eso es más que suficiente para mí, tengo par de trabajo para ustedes. Las esperaba—

—Antes de eso, Izuku, tengo dos peticiones para ti, pero primero tienes que mostrarme algo que me haga confiar en ti, al menos lo suficiente para ese asunto. Una de mis peticiones beneficiará a los Yakuza, la otra es algo personal—

El pecoso interesado puso su mejilla en su mano para rescatarse — ¿Qué buscas para que confíes lo suficiente en mí? —

—Quiero la confirmación de que no seas un loco de remate, si eres racional y lógico, solo faltaría otra cosa para confiar lo suficiente ti—

— ¿Qué otra cosa? —

—Tus objetivos ¿Por qué eres un Yakuza y qué quieres lograr exactamente? Si me das esas dos cosas, prometo valorar eso y recompensártelo lo más que pueda, un intercambio justo ¿Cierto? —

—Siempre vienes con cosas interesante, Itsuka— decía mientras se levantaba de su asiento —demos un paseo mientras pensamos cómo darte lo que quieres—

Sin más remedio, ambos se fueron. Mei decidió meterse en su taller personal que tiene ahí. Momo se puso un disfraz e irá de compras. Ahora nos enfocaremos en otro lugar. Inko y Hagakure se encontraban en la misma habitación, ambas sentadas con sus piernas cruzadas y manos juntas. Solo el silencio y una respiración sincronizada eran parte del entrenamiento de esta chica.

Al principio era tedioso para Toru esto de la meditación, ella es muy inquieta e imperativa para estar simplemente ahí sin hacer nada o tener algo para distraerse, pero debe de seguir cada paso del entrenamiento como lo dicta su ahora maestra. Una alarma sonó, eso indicaba que el tiempo terminó, así que ambas abrieron los ojos — ¿Cómo te sientes? — Pregunta la mujer.

—Como todos los días—

— ¿Está segura? —

—Muy segura—

Inko suspiró mientras se levantaba —ya no tiene sentido seguir entrenando—

— ¡Espera! ¿Ya no me entrenarás? Pero dijiste un mes, ni siquiera ha pasado el mes. Ahora ¿Qué? ¿Vas a buscar esa bala antiquirk? —

—En primer lugar, dije antes de un mes, escuchame cuando te hablo— le dijo mientras le daba un golpe en la cabeza.

— ¡Auch! Eso duele, duele—

—Chiquilla molesta— suspira Inko —ya el entrenamiento no es necesario— dijo mientras le lanzaba un objeto —disfrútalo, te dejaré sola—

Toru estaba totalmente confundida, su maestra se acaba de ir y notó que el objeto que le lanzó era algo que necesitaba... Ella lo abrió, era un espejo de manos — ¿Quién? ¿Yo? — Hagakure se paró inmediatamente y se vio en el espejo que tiene la mujer colgada en la pared de su habitación — ¡Mi reflejo! Esta soy yo ¡Puedo verme! —

Daño ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora