TaeYong no le había dado chance de explicarse después de lo sucedido. Y ahora Ten se veía sumergido en la culpa y el dolor que aquel momento de estupidez le había ocasionado.El mayor no quería verlo, pero por la posición en la que se encontraban era imposible no hacerlo. Aún así, TaeYong ignoraba su presencia todo el tiempo.
En la escuela y en las clases, incluso frente a sus amistades. TaeYong no le dirigía palabra alguna fuera que estuvieran solos o en compañía, ni siquiera era capaz de regalarle una mirada, acto que no pasó desapercibido por los demás, y en su lugar, había deformado la manera en que su grupo de amigos solía interactuar y comportarse estando juntos.
Era como si todos en la mesa supieran, mas ninguno se atrevía a decir nada. Aquel gran elefante en la habitación.
Ten estuvo deprimido toda esa semana, mordiéndose el interior de la mejilla durante cada almuerzo para evitar romper en llanto frente a los chicos cuando el coreano le ignoraba de aquella forma tan clara.
Era su culpa, él lo aceptaba. Suya, y de nadie más. Sólo que jamás pensó que un malentendido pudiera salirle tan caro y Ten no quería, no... él no podía permitirse perder a TaeYong.
Pasó todo un día buscando una forma para poder remediar su relación, y de no lograrlo el pelinegro estaba seguro de que terminaría por volverse loco.
Hizo mal en cortar la última clase de por la tarde, pero Chittaphon sabía que ésta era la única opción que le quedaba para hablar con él.
Esperó a que el reloj en su muñeca marcara la hora de salida, y cuando salió el tumulto de estudiantes al plantel, Ten detectó y siguió de forma sigilosa la silueta de TaeYong desde lo lejos.
El tailandés le siguió hasta su hogar sin que éste se diera cuenta de ello, y esperó tal vez unos diez a quince minutos antes de acercarse a la casa de los Lee y presionar el timbre.
Una mujer joven, de unos cuarenta y tantos años, castaña, abrió la puerta y le observó curiosa.
En poco tiempo dedujo que dicha mujer debía ser la madre de TaeYong, dado que era la viva imagen de su hyung, compartiendo los mismos ojos, mismas facciones del rostro y los labios. Su madre era tan bonita como él.
–Buenas, joven. ¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó de manera amable la bajita mujer, volviendo a examinarlo ésta vez con más cautela. A lo mejor creyendo que Ten era de éstos chicos que iba vendiendo galletas de puerta en puerta.
–Buenas tardes, Sra. Lee. —realizó una reverencia a modo de respeto— Soy Ten, soy amigo de TaeYong. Quería ver si encontraba en casa, necesito hablar con él sobre algo de nuestra clase.
–Oh, él... no creo que sea buen momento ahora, cariño... Tae está algo... indispuesto, y...-
–Mamá, ¿Con quién hablas? —se escuchó la voz del mayor tras la puerta y la postura del pelinegro se volvió tensa, al reconocer esa como la voz de TaeYong.
–Oh, bueno verás... —comenzó su madre tropezando nerviosa con sus propias palabras. Pues su hijo le había dicho claramente que no quería ver a Ten, más no le dijo el porqué.
–Soy yo. —habló el menor con seguridad, obligando a la señora Lee a terminar de abrir la puerta para que ambos chicos pudieran verse a la cara, la mujer se retiró con una mirada de disculpa dirigida hacia su hijo y marchó hacia la cocina donde estaba anteriormente— Necesitamos hablar, hyung. —pidió.
Chittaphon se dio cuenta de su mal humor rápidamente, era probable que estuviera molesto por haber ido hasta su casa y después usar a su madre como medio para hablarle.
TaeYong iba a cerrar la puerta en sus narices, pero el tailandés fue más rápido y lo bloqueó, metiendo su pie en la pequeña rendija para que no fuese cerrada del todo.
–Hyung, por favor. —rogó nuevamente, su voz rozando en lo desesperado, al borde del llanto— Se que leyó mis mensajes por kakao, tiene que saber que todo fue un gran malentendido. Yo no...-
–¿No te cansas de rogar? —cuestionó el rubio con clara tristeza, pues él lo estaba. Toda ésta situación lo era, para ser honestos.
Para TaeYong era triste verlo humillarse de aquella manera por obtener su perdón, siguiéndole a todas partes, incluso su casa, rogándole por otra oportunidad. Cosa que a Chittaphon no le importaba, no mientras obtuviera el perdón del coreano.
–Le quiero contar todo, pero tiene que escucharme... por favor... tan sólo deme una oportunidad, una oportunidad para decir todo lo que tenga para decirle... —pidió en un último intento, ya no sabía qué más hacer o decir para que TaeYong le creyera, y sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento si continuaba llorando.
–Entonces, explícame. Porque no parezco entender nada de lo que presencié aquella tarde. —farfulló el más alto, en lo más profundo de su mirada lucía herido, muy herido— Tus palabras calaron muy dentro, Ten. He estado intentando comprenderlo todo éste tiempo, y todavía no lo hago. —escupió con amargura, labios tiritando de ira— ¿Qué te hice, siquiera? ¿Acaso siempre pensaste eso de mí? —Ten había roto en llanto una vez más, negando de lo que el mayor le acusaba— No tienes la más mínima idea de lo mucho que duele verte a la cara en éstos momentos.
–Lo hice por temor, hyung... —confesó, volviéndose un ovillo incontrolable de emociones.
No era capaz de ocultarlo más, estar así con TaeYong le dolía. Pero escuchar aquel frágil gimoteo proveniente del menor era insoportable para los oídos del pelirrubio. Le dolió lo que había dicho acerca de él, sí, pero dolía más ver a su lindo Ten llorar desconsolado.
Ahí fue cuando decidió...
–Ven, entra.
Que le daría una sola, última oportunidad.
Y eso sería todo.
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Insoportablemente Bello [TAETEN] ©
FanfictionTaeYong ha comenzado a sentir cosas por Ten que van más allá de lo que se supone sea una simple amistad. Pareja: TaeYong × Ten (NCT) ✓ Total de capítulos: 11 (+Epílogo) ✓ Terminada (05.15.24) Advertencias: ✓ Intento de fluff ✓ Capítulos súper cortos...