Cap. 04 🌼

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En la tarde de hoy, TaeYong y Ten estudiaban juntos para su examen de Biología la semana entrante. TaeYong hacía las preguntas, y Ten debía contestarlas.

No había mejor momento que ver la sonrisa triunfante del menor cuando respondía correctamente, según Lee.

Tuvieron suerte que DoYoung fuese lo suficientemente amable como para prestarle sus apuntes a TaeYong. De otra, no hubieran podido estudiar.

Alrededor de una hora después, ambos se sabían el material bastante bien.

–Sabe, hyung... estaba pensando inscribirme al equipo de fútbol. —el pelinegro mencionó tirando una fina línea en la esquina superior de su libreta.

–No sabía que te gustara el fútbol. —TaeYong comentó mientras veía a Ten ponerle ojitos, nariz, boca, y orejas al círculo que había dibujado, formando la cara de un osito algo desproporcionado.

–Me gusta... —afirmó, llenando el espacio entre las orejas del oso con un pequeño flequillo de pelo.

–¿Ah, sí? ¿Y de dónde viene ese interés tan repentino? —inquirió, tratando prolongar la conversación que poco a poco moría.

–De pequeño solía ver partidos del Manchester United con mi padre.

–Oh.

Uh Oh. Tema delicado.

El papá de Ten había fallecido en un terrible accidente de tránsito hace sólo cuatro meses atrás. Y desde ese día, —debido a tan impactante noticia— el menor se encuentra atrapado en un trance por lo sucedido. Sin querer aceptar que perdió al hombre que llamaba su ídolo desde que era apenas un niño.

Su negación llegó a tal grado que ni siquiera estuvo presente en el funeral, ni en el entierro de su padre. Chittaphon se había cerrado en sí mismo, y TaeYong ha notado como en más de una ocasión éste se refería al hombre como si se encontrase viviendo todavía con ellos.

Cada día que Ten viene a la escuela y TaeYong lo ve sonreír sabe que el menor lo está fingiendo. Finge por el dolor que le causa admitirlo, finge por miedo a enfrentar lo que ya sabe.

Aquel decaimiento en sus ojos cuando alguno de sus compañeros habla acerca de su papá es lo único que no es fingido. Es triste ver las esquinas de su boca estirarse en una sonrisa emocionada cuando decide integrarse a esas charlas, compartiendo en voz alta cómo fue su fin de semana junto a su papá, aun cuando toda la clase sabía lo que pasó.

Nadie le dice nada, nadie. Por miedo a romperle la ilusión.

Por miedo a romper más a Ten.

–Tennie... ¿Quieres hablarlo? —después de dudarlo por meses, TaeYong finalmente estaba preguntándole. Le carcomía el cerebro no haber reunido el valor suficiente para preguntar antes.

–¿Hablar de? —inquirió calmo el pelinegro, ensimismado en su dibujo.

–De tu papá.

Aquella fue la primera vez, desde que empezaron la charla, que las púpilas del pelinegro dejaron de enfocarse en el dibujo de su cuaderno para fijarse en Lee.

Al pelirrubio no le gustó lo que vio. Lágrimas se avecinaban, eso era seguro.

TaeYong no quería lastimarlo, pero era necesario. Debía intervenir, había dejado esto fluir por mucho tiempo creyendo que no pasaría de un par de días, se equivocó, como todo ser humano.

Días se convirtieron en semanas, éstas se convirtieron en meses. Le había dejado vivir en su fantasía por un tiempo, pero ya era suficiente de eso.

–No entiendo qué debemos hablar de mi papá. —de su garganta vibró una risita nerviosa— Él está bien, trabajando como usual. Sabe que no hace otra cosa que trabajar éstos días.

–Tennie, por favor... —Lee tomó su mano y éste soltó el lápiz que sostenía para recibir la caricia, dejando que el mayor sostuviese su mano y rozara afectivamente el dorso de la misma— Debes abrirte alguna vez, no has dicho nada desde... desde lo que ocurrió, y que te guardes todo para ti me aterra. No sé si no estás bien, no sé si lo estás. Quiero...-

–Hyung, le he dicho incontables veces que lo estoy. ¿Por qué se pone así?

–Porque no puedo confiar en nada de lo que dices, —la mirada de Ten se enfrió al escucharle decir eso— no cuando podrías estar mintiendo igual que todos éstos meses. Entiendo que a veces es más fácil huir y refugiarse, que darle la cara a aquello que no nos atrevemos a enfrentar. Pero necesito que me hables. Dime algo, cualquier cosa. Pero no te lo guardes, por favor. No tienes que fingir nada en frente de mí. Estoy aquí para ti, lo sabes.

–Si miento es para contenerme, hyung. —confesó Ten, una fina lágrima cayendo por su pómulo— Jamás quise llegar a esto.

–Ten...

–¿Sabe lo que se siente, hyung? —murmuró dolido— ¿Despertar cada mañana y recordar que la persona más importante en tu vida ya no está contigo? Encontrar la casa vacía y más grande que cuando esa persona estaba allí, n-no verle irse al trabajo en las mañanas acompañado de su maletín café, o que te pregunte cómo te está yendo en la escuela mientras cenan. He perdido todo lo que tenía con él. —el menor rompió a llorar y TaeYong lo recibió entre sus brazos, acariciando sus cabellos como siempre hacía y pasando su otra mano por la espalda de Ten.

–Vas a estar bien, Ten. Sabes lo mucho que te quería, a él no le gustaría verte así. No le gustaría ver cómo te haces esto a ti mismo. —fueron sus palabras de confort al pequeño chico escondido en su pecho.

–Me duele no tenerlo, hyung.

–Lo sé, lo sé.

–Duele tanto. —TaeYong le oyó sollozar una vez más y los ojos se le llenaron de lágrimas también.

A él le dolía ver a Ten de aquella forma, y no poder hacer nada para aliviar el dolor en su bonito corazón.

–Estarás bien, mi amor.

TaeYong no se percató de lo que recién dijo en ese momento, ocupando su mente en el dolor de Ten solamente. Y el menor no le oyó, puesto que estaba muy sumido en su llanto.





Insoportablemente Bello [TAETEN] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora