Prólogo.

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Muchos meses antes...

Enza

Kayli había insistido en ir a dicha discoteca, Cesare iba junto a nosotras en el taxi. Tres universitarios en busca de una noche de diversión. Había pasado toda la semana estudiando, la carrera me estaba matando pero gracias al de arriba tenía a Kayli, ella era el ente de la diversión, Cesare se había colado en el plan que era solo de chicas, pero ese rubio siempre sabría cómo entrar a un lugar como este y nuestros encantos colaborarían.

Nos bajamos una cuadra antes y caminamos hacia la entrada del lugar, Cesare nos puso un brazo alrededor a cada una, mientras ambas fingimos la coquetería más grande de nuestras vidas, nuestro rubio se hace el importante pero relajado al llegar a la puerta del lugar, lo que nos hace entrar en lo que menos creemos, a pesar de las miradas de duda que el guardia tuvo al principio.

—¡Esto es genial! —grito sobre la música, para que ambos puedan escuchar algo de mi voz.

—¡A emborracharse! —Grita mi amiga.

—Yo busco las bebidas, chicas.

Nos dice él cerca de nuestras oidos para no tener que elevar tanto la voz como nosotras.

Lo que parece una eternidad transcurre, cuando damos por perdido a Cesare, seguro encontró algún rollo.

—Vamos a bailar —menciona la castaña a mi lado.

Kayli y yo nos dirigimos hacia el medio de la pista, empezamos a bailar moviendo las caderas, cuando un chico se acerca a mí amiga llevándola con él. Yo bailo un poco más cuando decido ir a buscar un trago. Lo bebo con avidez mientras las puertas del lugar se abren y dejan entrar a unos hombres trajeados.

Quizás sean los dueños del club. Uno de ellos está siendo algo tapado por los otros, pero no me concentro en la presencia de esta gente. Se dirigen a las escaleras cuando los pierdo de vista.

Vuelvo a la pista de baile sin pistas de Cesare y Kayli, cuando alguien me agarra de la cintura acercándome a su cuerpo para bailar, un chico de musculatura ancha y cara guapa es lo que llegó a ver y me basta para intentar pasarlo bien. Nos movemos al ritmo de la música, mientras sus manos sostienen mis caderas que se balancean.

Cuando siento que alguien me observa, no de la forma admirable si no cuando estás en peligro, que las cosquillas recorren mi cuerpo, comienzo a buscar quién, la respuesta llega al dirigir mi mirada al balcón. Uno de los hombre de allí me observa con tal dedicación y oscuridad que mi cuerpo reacciona de forma ¿Agradable? ¿Que rayos me pasa? Por alguna razón su mirada no me aterra si no que me hace sentir emocionada.

Mientras bailo con el chico lo observo, su cabello castaño y gran cuerpo atraen mi vista aún más, pero son sus ojos los que me atrapan, se ve tal seguridad en ellos, como si él supiera demasiadas cosas que yo no y él supiera que es así.

No lo reconozco de la entrada, seguro era el que estaba rodeado por los demás. Le sigo sosteniendo la mirada, mientras el chico comienza a bailar de forma más provocativa, pero lo único que me interesa es no perder este juego de miradas con el hombre del balcón. Con algo de licor en la mano lleva su vaso a los labios, tomando de este sin desviar sus ojos de mí. Él chico se acerca más, besando mi cuello, mientras sigo con mi mirada fija en el hombre trajeado.

Esa noche solo nos miramos. Solo pensamos en cosas lejanas, que luego serían realidad.







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¿Que tal el prólogo? ¡Espero les haya gustado un montón!

Acá empieza esta historia llena de emociones, aventura y sobre todo peligro.

Sepan que las actualizaciones serán prontas por motivo a que estamos participando en el #ONC2024. Gracias por el apoyo.

¡Los quieroooo!

Besitos de fuego. 💋🔥

Mía por contrato #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora