Capítulo V

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Darío

Tenía que terminar de coordinar varias cosas sobre nuestro matrimonio, con la guerra de mierda llenándonos los pies era un alivio que no hubiera altercados en nuestra boda. Pero todo había sido solo ante la iglesia, legalmente, valga la redundancia no estábamos casados. Así que me había ido para hablar con mi abogado y recoger la acta ¿Pude enviar a alguien de confianza por ello? Sí ¿Me hubiera controlado mejor en casa? No. Parar de pensar en el vestido de la Piccola era un pecado y aun más en cómo destrozarlo.

Pronto tendría una conversación con ella sobre este acuerdo.

Llegué a la villa, Marianella tenía el día libre hoy. Se suponía que consumiría mi matrimonio, así que no la necesitaba por acá. Aunque nadie debía enterarse que eso no era verdad.

Subí al cuarto de Enza. Tampoco la obligaría a compartir habitación conmigo. Vería si dormía y sino lo hacía hablaría con ella para que firmara el acta de matrimonio y por último pactar como serían las cosas. Abrí la puerta con cuidado, el reloj en la pared indicaba las 10:00 pm no era tan tarde para las veces que me había desvelado trabajando.

Escuchaba la ducha desde el cuarto, se encontraba ella en el baño. La esperaría, me senté en la esquina de la cama y espere hasta que el humo empezó a salir por la puerta abierta del baño. Ella salió envuelta en una toalla. Sus ojos como los de un cervatillo asustado me miraron envueltos en la neblina.

-¿Q-que haces aquí?

Sus manos temblaban un poco por el espanto, pero unas disculpa no saldrían de mi boca.

-Tenemos que dejar varias cosas claras y de paso firmar esto.

Le puse los papeles sobre la mesita de noche.

Ella me observo un poco más calmada ¿Pensaba que pediría otra cosa? Está mujer no me conocía. Yo siempre haría lo contrario a lo que esperabas ¿Tan malo era acostarse conmigo?

-Esta bien.

Se quedó observándome esperando que salga, pero no, no lo haría.

-¿Que esperas?

-No se ¿Que salgas? Necesito... Ponerme ropa.

-Puedes hacerlo. Aunque no debes esperar un permiso para todo de mi esposa.

Vi como una corriente recorría su cuerpo tras la palabra. La diría más seguido.

-P-pero estás aquí. Viéndome.

-¿Sí, y? Ya somos marido y mujer. Creo que es justo ver un poco.

Ella no respondió. Pero luego de lo que pareció más de cinco minutos se dió media vuelta. Busco su ropa y dándome la espalda empezó a cambiarse, dejando caer la toalla poco a poco.

Su cabello cobrizo ocultando la curva de sus senos, su espalda tan esbelta, con todo el autocontrol del mundo baje la mirada a esa parte que me temía reaccionar, su culo respingón, tan perfecto y lascivo. Sentía como un bulto ya formado tentaba explotar mis pantalones. No aguantaría mucho aquí. Salir de ahí era la mejor opción, pero yo era un maldito masoquista porque quería grabarme la forma de su trasero para tatuarme lo en la espalda, no en el pecho, recordarlo como un maldito intensivo para las noches en las que deseara que ella fuera la que me tomará.

Cuando se hubo puesto la última prenda yo ya estaba al desmayar por hacia donde se había dirigido mi sangre. Acercándome a ella le extendí los papeles, su mirada no quedó en mis ojos si no en el bulto que había más abajo. Sus ojos llenos de sorpresa como si no pudiera creerse capaz de lograr aquello, pues sí lo era, tenía ese efecto tan dominante en mí.

Tomó los papeles, dio una pequeña ojeada y los firmo. Había aceptado su destino. Uno que era junto al mío.

-Necesito dejar algunas cosas claras.

Proseguí con su total atención en mi mirada. Ahora.

»No voy a obligarte a hacer nada que no quieras. Pero no voy a mantenerme casto por tí ¿Vas a ayudarme con esto o tendré que buscarla en otro lugar?

Sabía la respuesta antes que la pregunta. Aun así esperaba un cambio de opinión, uno que nunca vino.

-Yo n-no...

Sostuve su mentón con mis dedos para que volviera a mirame a los ojos.

-Lo sé.

-Solo no lo hagas aquí, respetame por lo menos en eso, por favor.

Interesante petición. No pienso tocar a otra persona que no sea ella de todas formas. Hice una promesa en el altar y entre ellas está serle fiel. Muchos hombres de la mafia no lo son. Pero yo ya he caído ondo por ella, hundirse un poco más en el fango no es ningún problema. Menos por mi pequeña Cucciola.

-Tienes mi palabra.

Siempre.

Con ello salí del cuarto, debía encargarme de aquel bulto.












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Hellooo acá les dejo la canción con la que escribí este capítulo.

¡He podido escribir! Espero seguir tomando el hilo con ello.

Muchas gracias a todas esas personas que me apoyan día día con la escritura, ya sea leyendo, con un voto, un comentario o dando me gusta en Instagram a los Reels. Enserio aprecio mucho su esfuerzo y espero devolverles todo lo que me han ofrecido.

¿Que les parece este capítulo?

¿Creen que Enza perdure mucho sin caer en la tentación de su esposo?

¿Que opinan que ocurrirá con Darío y su abstinencia? JAJAJAJA le va a explotar y no el cerebro.

Sentí un montón de tensión en este capítulo, espero ustedes también la hayan podido percibir...

Los quierooo muchoooo.

Besitos de fuego. 🔥💋

PDT: Nos leemos pronto...

Mía por contrato #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora