Capítulo IX

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Darío

Ella estaba a mí lado, llevaba una hora disfrutando de su olor no sabía bien que estaba haciendo, pero se me haría difícil dejar de hacerlo, ya me estaba flechando.

Inhalando otra vez su aroma me atreví a mirar el reloj 10:00 am. Solo había dormido tanto de niño, cuando subí a mi posición, ser el Boss se convirtió en lo número uno. El antiguo Boss me cuido como ha un hijo, cuando su esposa e hijos murieron siendo el muy anciano decidio que lo mejor era ceder su lugar, pero a quien el quisiera y yo me lo gane, trabaje para ser el mejor y asegure un gran lugar para mí, mi hermano y mi linaje.

Y ahora ella.

Mí esposa.

Tenía varias cosas que hacer entre ellos quitarle las vacaciones a mi consejero. Ya era hora de que conociera a Enza, aunque ya lo hacía. Solo que no le había permitido verla en persona, ahora tendría aquel placer.

Acercando mi nariz a su pelo aspire, olía tan bien a algo floral, realmente ni idea de cual pero podría decir que aquella flor le robó el olor a ella, lo tenía tan impregnado en sí. Sentí como se removió, ¿habrían sido tan ruidosos mis pensamientos? Se removía poco, la tenía prácticamente aprisionada entre mis brazos.

—Buen día, esposa —dije mi voz algo ronca— se que estás despierta, ya hay que pararnos necesito que hagamos algunas cosas.

—¿Que cosas?

—Primero vamos a desayunar con mi consigiere, debes conocerlo. Luego iremos al centro comercial a comprar varias cosas y por último cenaremos en algún restaurante.

—Wow, ya planeaste todo nuestro día.

—Podríamos decir que sí.

—Ire a la ducha primero —fueron sus palabras algo somnolientas pero con algo de perturbación. Se dirigió a este y cerró la puerta con seguro.

Todavía recordaba sus palabras, se sentía insegura con su intimidad, sabía que no era virgen me había enterado que solo había tenido una relación en su vida y está duro solo tres meses. No sé que le habría hecho el estúpido pero por lo que me contó dudo que supiera darle placer. Lo que si sabía es que dudaba demasiado que algo de ella no fuera a gustarme. Anhelaba tanto poder hacer la mia y necesitaba tanto estar con ella como el aire que respiraba, era mi oxígeno.

Hoy iríamos de compras cenaríamos pronto con mi hermano y quería que a los sitios que fuéramos no la juzgarán por la vestimenta. Por mi podría andar sin ropa por la casa, yo no tenía problema en matar a quien la viera, mis manos ya estaban manchadas una gota más no haría diferencia. Había perdido la cuenta de a cuánta gente había matado en mi vida. Pero sabía que mi perdón nunca llegaría.

Ella salió de la ducha y se dirigió rápido al clóset. Me acerqué al baño para ducharme, cuando entre su olor a flor seguía impregnado al lugar, amaba cuando eso pasaba, tenía una adicción a su aroma.

Cuando bajamos Giuseppe ya nos esperaba. Era un hombre leal hasta los huesos fue consigiere del antiguo Boss, así que confiaba en él, se la habia ganado.

—Darío —saludó con un asentimiento de cabeza. Su mujer Guadalupe, era una Mexicana, se habían conocido de jóvenes y su amor había durado hasta los fines de hoy, está me abrazo, sí Guadalupe no tenia escrúpulos con apretujar a la gente.

Enza termino de bajar las escaleras, presentándose ante Giuseppe que solo le dió la mano, en cambio su mujer la apretujo como lo haria com una hija. Mi esposa se tomó algo sorpresivo su contacto, pero no sé apartó.

La mayor de entre ambas mujeres nos acercó a la mesa, que ni siquiera era suya y comenzó a alabar la comida de Marianella.

—Hace unos pudines de banana, super ricos. Deberías probarlos more.

Le había preguntado que significa aquella palabra, solo dijo que era un apelativo cariñoso que te ganabas si le llegabas a dar buena impresión o caerle bien. Obvio, Enza no conocía ese pequeño detalle. Pero nosotros sí, lo dijo guiñándome un ojo de forma cariñosa.

Giuseppe se mantuvo pasivo en aquel desayuno, sabía que luego me diría algo pero mientras sostenía la mano de mi esposa en la arriba de la mesa con tranquilidad.

Enza

. . .

Luego de aquel desayuno me encontraba lista para el siguiente paso del día, según Darío, salir de compras. Me había acercado a un escaparate de vestidos y ropa ara la estación. Directamente él!e arrastro a la tienda.

—Esto es muy caro.

—¿Que dijiste? —casi logró escucharme, así que fingí decir otra cosa.

—Que esto es muy bello... Iré a medirme algunas ropas.

No podría comprar nada aquí, todo era de tres cifras ¿Que le ponían a la ropa? ¿Oro? ¿Diamantes? ¿Ambos? Iría a otra tienda, definitivamente. O eso había decidido hasta ver aquel vestido azul marino, era con un corpiño de pedrería, sin tiras y una falda de seda del mismo color preciosa, la caída era lo mejor. Debía medirmelo aunque no pudiera comprarmelo. Lo tome con prisa y me detuve frente a los vestidores.

Quería subir el ciper pero mis manos no llegarían hasta arriba, sentí su presencia ante la cortina, el detuvo mis manos de aquel esfuerzo y tomó el ciper para con delicadeza subir el cierre por mi espalda junto a caricias de sus dedos. Mientras yo nos miraba en el espejo, notando que encajamos de una forma extraña.

Mi pulso iba en ascenso justo cuando sus grades manos subieron por mis caderas y sus labios se posaron en mi hombro, a la vez que él también nos miraba en el espejo.











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Que tal ? Hemos vuelto luego de una semana bien ajetreada. Espero les haya gustado el capítulo de hoy.

El día de actualización de esta historia será los MARTES.

¿Que le dirá Giuseppe a nuestro Boss?

¿Cómo acabarán las compras de Enza?

¿Que quieren ver entre estos dos?

Los dejo junto a su imaginación.

Los quierooo mis fueguitos. 🔥 Pórtense bien y nos vemos luego...

PDAT: PRONTO SE VIENE NOVELA JUVENIL, estén preparados...


Mía por contrato #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora