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Aún no entendía cómo es que había pasado, pero Francisco acababa de confesar que tenía sentimientos encontrados hacia mi.
Fue muy de la nada. Hasta hace un segundo estaba intentando calmarlo luego de la pelea con los chicos, y ahora me caía con esto.
El mundo se había congelado, y yo me había congelado junto a el.
No sabía que decir, cómo reaccionar, ni que hacer. Solo estaba ahí, mirándolo.
El también se había quedado helado, procesando lo que acababa de ocurrir.
Parecíamos dos idiotas parados en el medio de la calle, completamente a oscuras. Para serles sinceros, por primera vez en la vida tenía ganas de que Juani apareciese para "arruinar" el momento, pero por su bien le convenía mantenerse alejado del campo visual de Fran.
Como no podíamos seguir evadiendo el tema, solté la única palabra que retumbaba en mi mente:
—¿Qué?
Al hablar, Fran mágicamente volvió a la tierra.
Le costó un poco responderme, pero al reincorporarse encontró la manera.
—Así como escuchaste.— Me miró seriamente antes de seguir, como si le costara admitir lo que estaba a punto de decirme.—Me gustas. — Repitió. Y al igual que antes, mi corazón se detuvo por unos segundos. —Y mucho. —Continuó.— Me costó aceptarlo, pero era más que evidente que sentía cosas por vos. No solo sentía, siento. Y sé que vos también pensas así.
Lo único en lo que podía pensar era en la suerte que tenía de que no pudiera ver el rubor en mis mejillas debido a la falta de iluminación.
—Está más que claro que hay algo en vos que me vuelve loca. —Me puse firme para hablar.— Nunca en mi vida me sentí así, pero necesito que me des tiempo para aclarar mis sentimientos.— Confesé con algo de tristeza en mi voz.
Me asustaba la posibilidad de que todo lo que construimos se arruinara por esta situación. Tenía miedo de que le decepcionara el hecho de no poder corresponderle del todo. No estaba lista para una relacion, no aún. Llevábamos poco tiempo de conocernos, y por más que la atracción fuera mutua, no era el momento.
Se produjo un silencio luego de haber hablado. Sentía escalofríos, no me sentía lista para lo que se venía ahora. Me sorprendía el hecho de que con solo escuchar las próximas palabras (o ni siquiera hacía falta que hablara, podría irse sin decir ni "pío" y aún así tener el peor impacto en mi) pudiera o hacerme la mujer más feliz del mundo o mandarme a casa a llorar.
—Te propongo una cosa.— Dijo acercándose hacia mi. (Yo más confundida no podía estar).— Salgamos.—Habló finalmente.
Sus palabras me generaron aún más confusión.
—¿Qué no es eso lo que venimos haciendo hasta ahora?— Pregunté, aún sin entender.
