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Al abandonar la habitación, con los chicos nos dividimos en distintos grupos para despertar a los que faltaban.
Como era de esperar, me quedé junto a Juani y Fran. No teníamos ni idea quien dormía en cada cuarto, simplemente contábamos con todas las tarjetas y nos dirigíamos a la puerta mas cercana.
El hotel era un desastre. A medida que más chicos despertaban, más quilombo había.
Corríamos de un lado a otro, e inconscientemente terminamos provocando que distintos huéspedes salieran confundidos al pasillo debido al griterío, algunos nos insultaban y nos obligaban a cortarla con el ruido, pero nadie les daba bola.
Estaba con mis dos amigos cuando se nos dio por entrar a una habitación junto a un parlante con la música de "Los Wachiturros" al máximo de volumen.
Lo que no sabíamos era que detrás de esa puerta nos esperaba lo peor...
—¿¡Pero qué carajos!?— Excalmó cierta persona saltando exaltada de la cama. Al levantarse pude verlo con más claridad, y llegué a reconocer esa figura.
Mi pesadilla se había vuelto realidad.
Bayona se colocó sus lentes y se acercó a paso rápido hacia nosotros. Estaba boquiabierta y en completo estado de shock. No podía moverme, pero podía apostar que tanto Juani como Fran estaban igual que yo.
—¿¡Se puede saber que están haciendo!?.— Preguntó el español.
Finalmente nos miramos entre nosotros. Cuando me decidí para hablar, este me movió para un costado y salió al pasillo.
Muchos de los chicos estaban correteando por ahí, y al ver a su director, apagaron toda la música y se quedaron congelados en su lugar.
Antes de hablar, Bayona nos dedicó una mirada decepcionada a todos, haciéndonos saber que no se esperaba este comportamiento de nuestra parte.
—¿Así que esto es lo que hacen ahora? ¿Molestar a la gente que duerme a las 7 de la mañana?— Su voz era intimidante, todos los chicos se limitaban a mirar al suelo, incómodos.— Ya son todos adultos, empiecen a comportarse más como tal.— Habló exhausto.— ¿A ustedes les parece que me gusta tener que poner la cara cuando se quejan de todas sus actitudes infantiles? Claramente que no. Ahora quiero que vayan puerta por puerta a pedir disculpas por todas las molestias que le causaron a los huéspedes.— Al decir esto último, la mirada de todos se transformó en protesta, y Bayona respondió moviendo sus manos pidiendo silencio.— No pienso discutirlo, vayan antes de que las consecuencias empeoren.— Ahí todos nos retiramos sin chistar, obedeciéndole.
Las respuestas que recibimos con los chicos a medida que más puertas tocábamos eran bastante variadas. Una pareja de dos ancianos aceptaron nuestras disculpas bastante agradecidos, tanto que hasta nos terminaron regalando un budín de limón, el cual decidimos darle a Bayona. En cambio, un señor de edad media apenas nos vio nos echó de un portazo, me pareció una actitud bastante cruel, pero era comprensible.
