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Me deperté gracias a la alarma que sonaba todos los días. Eran las 6:30 am, eso quería decir que pude dormir 3 horas, no está tan mal, debe haber gente que nada más durmió 20 minutos.
Me di una ducha rápida para despertarme, elegí un outfit casual y fui a ver cómo estaba la casa.
Tenía 10 chicos durmiendo en el piso y en los sillones. No tenía tiempo ni ganas de despertarlos uno por uno, así que puse "De música ligera" de Soda Stereo al máximo de volumen que me permitía el parlante.
La mayoría se despertaron sobresaltados, en cambio, otros seguían durmiendo como bebés.
Como ya no me quedaba un gramo de paciencia, agarré un balde agua fría y se los eché encima.
Me putearon en 100.000 idiomas diferentes, pero me lo iban a tener que agradecer en un futuro.
Cuando estaban todos listos, nos tomamos distintos taxis para llegar al set.
Éramos 4 por taxi, así que a mi me tocó viajar con Esteban, Blas, y Juani, obvio. Lo mataba si me dejaba sola.
Juani fue adelante junto al taxista, mientras que yo me quedé atrás en el medio de los chicos.
Estaba segura que sería un viaje silencioso debido a que todos teníamos muy pocas horas de sueño, pero estaba equivocada.
Blas y Estaban no se callaban ni un segundo, todo el viaje jodiendo. Por suerte, el estudio no quedaba tan lejos de casa y en taxi era mucho más rápido. A los 10 minutos ya habíamos llegado a nuestro destino.
Las grabaciones se llevaron a cabo bastante tranquilas, aún no teníamos que grabar en la nieve, pero no faltaba mucho para eso.
Luego de rodar algunas escenas, llegó la hora del almuerzo.
Nos sentamos con los chicos en una mesa y empezamos a comer.
Ellos le entraban a todo lo que veían, ya que debían subir de peso, pero ya la semana siguiente tendrían que comenzar la dieta para bajarlo todo.
Estaba comiendo tranquila cuando de repente sentí que algo había chocado con mi frente, era una nuez. Alcé mi vista para ver de donde provenía, y pude ver a Juani riéndose junto a Fran.
—¿Algo que quieran decir a su favor?— Pregunté levantando las cejas.
Ellos nada más compartieron una mirada cómplice, y yo seguí comiendo.
Cuando terminé, hice un ademán de irme, pero alguien me frenó. Era Matías.
—¿Qué onda, Chiaru?
—¡Eh! Solo yo le digo así.—Dijo Juani desde la mesa.
—Déjate de joder, Juani.— Dije ofreciéndole una mirada enojada, a lo que Fran, que estaba sentado junto a él, le pareció bastante cómico.—¿Qué pasó, Mati?—Pregunté volviendo a centrar mi atención en el.
