valium (au)

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Violeta escuchó el timbre de su casa sonar varias veces. ¿Quien era la persona que estaba llamando con tantísima insistencia? Corrió a descolgar el telefonillo y, al otro lado, la voz de Álvaro, uno de sus mejores amigos, le pedía que le abriera con bastante urgencia. ¿Qué le habría pasado? Abrió y escuchó subir las escaleras con prisa. Un Álvaro con cara de máxima preocupación y bastante alterado apareció delante de su puerta y rápidamente lo invitó a pasar.

- Si es que lo sabía, yo lo sabía, Violeta, que esto iba a pasar más pronto que tarde. - Dijo el chico una vez que la pelirroja había cerrado la puerta.

- ¿Puedes, por favor, hacerme el favor de sentarte y explicarme por qué te has presentado así en mi casa?

- Pues porque ha pasado lo que tenía que pasar, que me los ha vuelto a poner otra vez y en toda mi cara con otro tío.

- Álvaro, hemos tenido esta conversación millones de veces. ¿No crees que es hora de que vayas dejando a ese gilipollas? Hijo, que es que no te va a dar el sueldo para psicólogos como siga esto así.

- Ay, Violeta, yo que sé. Yo estaba volviendo a casa, abro la puerta y lo pillo con las manos en la masa. Lo primero que me ha salido ha sido correr hasta aquí por no montarle el numerito.

- De verdad, que, a veces, me encantaría pegarte. ¿Tú eres tonto? Yo le habría montado la escena allí en medio delante del otro y lo habría dejado ya que estabas. Pero bueno, ya que estás aquí, ¿qué hago por ti?

- ¿Tú no tendrás por ahí una pastillita de valium o algo? Me vale con medio, te lo juro, pero es que estoy que se me va a salir el corazón por la boca y los míos están en mi casa. Como comprenderás, no pienso ir allí a por ellos.

- Pues, creo que no pero déjame mirar, a ver si por casualidad hay algo por aquí que mi madre las toma y puede ser que se haya dejado alguna.

Fue al botiquín que tenía en el baño y rebuscó entre los medicamentos desesperadamente pero nada. Se estaba preocupando mucho por Álvaro porque no se tranquilizaba y seguía sin parar de hablar de su novio, parecía que le iba a dar algo en cualquier momento. Decidió que lo mejor era ir a la farmacia a ver si le podían dar un valium de emergencia para su amigo. No podía dejarlo solo así que llamó a su vecina y amiga Denna, que también era muy amiga de Álvaro, para que se quedara con él mientras que iba a la farmacia en un momento.

Bajó las escaleras a toda prisa y se puso en marcha. La farmacia más cercana estaba a unas dos calles de allí, no la frecuentaba mucho porque rara vez se ponía enferma pero la ubicaba. Había bastante cola, era invierno, a media tarde y temporada de resfriados y gripes. Dos chicas atendían. No las había visto nunca. Una era pelirroja, bajita y se movía con bastante soltura atendiendo rápidamente a todos los clientes que se le ponían por delante, la otra era una morena de ojos verdes, que iba un poquito más lenta.

Su turno llegó y, finalmente, la que la iba a atender a ella era la chica morena. Se acercó al mostrador. Cuando la pudo ver de cerca, vio que era bastante guapa. La chica tenía una sonrisa enorme en la cara. Parecía ser bastante amable.

- Buenas tardes, ¿qué querías?

- Pues mira, si me pudieras dar una cajita de valium.

- Vale, valium. ¿Me puedes dar la receta del médico, por favor?

- La receta... Verás, es que no tengo. No es para mí, eh. Es para un amigo.

- Ya, pero es que sin receta no te puedo dar el valium ni aunque sea para un amigo tuyo. Es un ansiolítico y necesito receta médica.

- Ay Dios, mira que es que mi amigo ha visto a su novio engañándolo y lo tengo arriba en mi casa alteradísimo, que le va a dar algo, vamos. ¿De verdad que no me puedes hacer el favor? Aunque me des medio valium. Si es que no necesita más y yo ya no sé qué hacer con él.

One shots - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora