out across the endless sea

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Era miércoles por la mañana cuando Chiara se despidió de su isla. El jueves tenían concierto en Sevilla y podía haberse ido directamente desde allí pero tenía algo muy importante que hacer antes en Madrid. Se había llevado más de una semana sin ver a su persona favorita y necesitaba estar con ella nada más que bajara del avión, le quería dar una sorpresa. Violeta pensaba que no se iban a ver hasta que estuvieran en Sevilla pero Chiara tenía otros planes.

Nada más llegar a Madrid, pidió un taxi que la llevara al piso que compartían. Aún tenía tiempo para dejar la maleta, cambiarse de ropa, comprar unas flores para Violeta y volver de nuevo al aeropuerto. La pelirroja llegaba a mediodía. Había pedido a Nacho, que ya era prácticamente como un "otito" más, que la acompañara a recibir a Violeta y este había aceptado pese a estar todo el día bromeando sobre que estaba harto de tener que aguantarlas siendo la pareja más empalagosa del mundo.

Abrió la puerta del piso completamente vacío. Le extrañaba tanto verlo así. Normalmente siempre estaba pululando Violeta por allí, en la cocina haciendo algo rico, en el sofá viendo alguna serie, en la cama echándose una siesta o simplemente fumando en la terraza mirando al horizonte. Llenaba muchísimo la casa con su presencia aunque no estuviera haciendo nada. De hecho, Chiara se había marchado a Menorca todo el tiempo que Violeta no iba a estar porque no quería sentirse sola en ese sitio sin tener nada que hacer. Ella no estaba hecha para vivir en Madrid pero si Violeta estaba, pues se hacía un poquito mejor todo.

Se dio una ducha, se puso su falda negra y un top y se maquilló. Cuando estuvo lista, bajó a una floristería que tenía cerca de casa y compró un pequeño ramo con las flores favoritas de Violeta. Esperó a Nacho, que no tardó en llegar, y pusieron rumbo al aeropuerto. Chiara estaba nerviosa y no sabía por qué. Quizás no era tanto por ver a Violeta, que también, sino por recibir a su novia en un lugar público donde podían verlas aunque ya nada importaba. ¿Cómo no iba a ir a recibir a Violeta solo por el qué dirán? Si lo que querían era normalizar su relación, iban a seguir haciendo cosas de una pareja normal sin importar nada más.

Llegaron al aeropuerto un poco antes de la hora de aterrizaje del vuelo. Chiara iba a estar informada de cuándo llegara porque, pese a que Violeta pensaba que estaba en Menorca, le había pedido que por favor le avisara cuando hubiera aterrizado para saber que había llegado sana y salva. Ya era tradición, lo hacían cada vez que no cogían un vuelo juntas. Se hablaban antes de despegar y después de aterrizar.

La pantalla del teléfono de la menorquina se iluminó unos minutos más tarde y un Amor, acabo de aterrizar, el vuelo genial apareció. Chiara saltó como un resorte del asiento donde estaba con Nacho esperando no sin antes contestarle un Gracias por avisarme, me alegro de que haya ido bien, te quiero. Los dos se fueron directos a la puerta por donde salían los pasajeros de los vuelos. Sabían que la pelirroja tardaría algo en salir porque aún tenía que coger la maleta pero los nervios podían con Chiara, necesitaba estar delante de todos para que Violeta pudiera verla bien en cuanto saliera.

El tiempo desde que recibió ese mensaje hasta que Violeta apareció por la puerta de llegadas se le hizo eterno a Chiara pero, finalmente, la de Granada se dejó ver. Hicieron contacto visual en el momento en que la pelirroja cruzó la puerta. Violeta no se lo podía creer. Ver allí a su novia recibiéndola con un ramo de flores y su mejor sonrisa hizo que casi se le saliera el corazón del pecho de lo fuerte que le latía. Se podría haber derretido en ese mismo instante.

Corrió arrastrando la maleta hasta llegar a Chiara y a la de Menorca no se le ocurrió otra cosa que saltar sobre ella y enroscar sus piernas en la cintura de Violeta. Se abrazaron tan fuerte que casi se fusionaron la una con la otra. También cayó algún que otro beso. Todo ante la atenta mirada de Nacho que las miraba casi muerto de la risa porque parecía que no se hubieran visto en un año y la mirada de alguna gente del aeropuerto. En ese momento, les dio exactamente igual si las reconocían. Ellas solo eran una pareja que se había echado mucho de menos. Cuando ya se soltaron, pudieron cruzar unas palabras aunque todavía con la euforia del momento.

One shots - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora