Chiara siempre había sido una persona muy atrevida. Cualquiera que la conociera sabía que la emocionaban mucho todas esas actividades que entrañaran algo de peligro y que le hicieran sentir mucha adrenalina. Le encantaba hacer todo tipo de deportes acuáticos, también había probado con algunos deportes de invierno en algún viaje que había hecho a la nieve y la gimnasia acrobática era su pasión, se pasaba el día haciendo volteretas. Por no hablar de lo que le gustaba ir de excursión con sus amigas, explorar lugares nuevos y meterse en sitios en los que casi nadie podía entrar.
Su familia ya estaba curada de espanto. Su padre la entendía porque era igual que ella. De él, había heredado su afán por tirarse a la piscina y enfrentarse a toda clase de peligros. Su madre, por el contrario, siempre andaba con el susto en el cuerpo pero ya estaba acostumbrada a ver a Chiara haciendo cuatro o cinco volteretas seguidas, surfear olas de tamaños incalculables, saltar de acantilados hacia el mar y todo casi sin inmutarse.
Ese día se había marchado de casa temprano. Trabajaba por las noches casi siempre cantando en hoteles de la zona y se iba a dormir muy tarde pero había decidido despertarse pronto porque en una excursión unos días atrás con sus amigas había descubierto un sitio fascinante, una cala en la que podía escalar por unas rocas y saltar desde los acantilados al agua. Todo un sueño para ella.
Llegó y apenas había un par de coches aparcados a la entrada. Iba sola. Sus amigas habían salido de fiesta la noche anterior y ninguna se había querido unir a la aventura. Sus padres andaban ocupados para ir con ella y, aunque a su madre le había dado un poco de miedo por lo que iba a hacer, la había dejado ir porque se había puesto completamente insoportable. Caminó unos minutos hasta que llegó a la cala y bajó por unas pequeña escaleras de madera que no estaban en muy buenas condiciones. Apenas había gente, solo una familia y una chica sentada en una toalla leyendo.
Una vez llegó, estiró su toalla en el suelo, dejó sus cosas encima de ella y se preparó para ponerse a escalar aquellas rocas. Era la primera vez que iba escalar un terreno tan difícil pero sabría que podría. Había hecho cosas más complicadas. Con sus zapatos especiales, empezó a escalar las primeras rocas. Le pareció fácil pero se complicó cuando ya estaba un poco más arriba.
Tuvo la mala suerte de que colocó mal un pie y resbaló hacia abajo cayendo en en una de las rocas de la zona más baja aunque teniendo la fortuna de no darse en la cabeza, eso hubiera sido fatal. La chica que estaba leyendo en su toalla se dio cuenta y fue corriendo en su ayuda. Chiara notaba todo su cuerpo dolorido pero lo peor fue cuando tocó su pierna, en concreto su rodilla, y al girar su mano, la vio llena de sangre. Creía que iba a morir en ese momento. Empezó a costarle respirar y, luego, todo negro.
Al despertar, notó que estaba tumbada sobre la arena, tenía las piernas arriba, sujetas por alguien y lo primero que vio fue la cara de una chica. Lo primero que pensó fue que había llegado al cielo porque parecía que lo que tenía ante sus ojos era un ángel. La mujer tenía unas facciones perfectas y parecía que aliviaba su expresión de preocupación al ver cómo sus ojos se abrían lentamente y soltó sus piernas com cuidado para agacharse a verla.
- ¡Dios mío! Por fin recuperas la conciencia, ¡qué susto! - Dijo con un acento que Chiara supo reconocer que no era menorquino.
- ¿Q-Qué me ha pasado? - Preguntó Chiara titubeando.
- ¿No lo recuerdas? Te has caído de las rocas, te has hecho un corte en la rodilla, bueno, y unos cuantos arañazos por ahí y al verte el corte, de la impresión que te ha dado, te has desmayado. No me ha dado tiempo casi a llegar que ya estabas con la cara de color blanco y no podías articular palabra. Te he traído hasta aquí hasta la arena y te he puesto las piernas en alto a ver si conseguía que te recuperaras.
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One shots - Kivi
Fiksi PenggemarPequeñas historias de Chiara y Violeta, concursantes de OT2023.