Cena.

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El trabajo extra en la oficina siempre pareció un problema de la tierra, muy ajeno a las ocupaciones del cielo. Una vil mentira. Esa noche, Adán conocería lo que es la explotación de horas extras sin paga.

Se encontraba sentado en su escritorio, con su máscara a un lado de él, escribiendo de forma brusca sobre un papel. Su pulso sobre el bolígrafo hizo que la hoja se rompiera.

Porquería mal hecha... ¡Oye, dame otro papel nuevo! Este se rompió.– Le ordenó a su teniente, quien estaba sentada en el sofá del despacho, también con algunos documentos en las manos.

Señor, debe tratar los documentos con cuidado. Recuerde que serán entregados a Sera.– Le recordó la albina mientras agarraba un papel nuevo de los muchos que había en la mesita de enfrente. Con cansancio, se acercó al escritorio de Adán y se lo entregó.

Sí, sí. No me trates como un estúpido niño.– El ángel agarró el papel de mala gana y le entregó uno que ya había escrito.– Agrégalo con los demás, ya casi acabo.

La albina se tomó un segundo para leer lo que había escrito, un error ortográfico la hizo alzar una ceja. Su comandante ya estaba irritado, si se reía, la echaría de la oficina.

Señor, exterminio lleva X, no S.

¿Qué?.. ¡Al carajo con eso! Corrígelo, o dáselo así. Esa perra se cree que puede controlar todo.– En efecto, ese comentario le generó más estrés. Se podía notar por su ceño fruncido.

Lute negó con la cabeza ante el mal genio de Adán. En silencio regresó al sofá y apoyó el papel sobre la mesita para corregir el error. La oficina estaba en silencio, se podía oír los murmullos del ángel, haciendo que la paciencia de la albina se colme.

Señor, ¿qué sucede?

¿¡Qué sucede!? No sé cómo carajos se enteró Sera de que me olvidé del papeleo. Me dijo: "Adán, es la última vez que te lo digo, no puedes dejar el papeleo para después o tus actividades anuales serán canceladas". ¿Quieres saber qué le hubiera dicho?– La explicación de Adán no podía ser más detallada. Lute, mientras lo escuchaba, se acercó al escritorio para agarrar los planos de las rutas ya acabados.

¿Que se vaya a la mierda?

¡Exacto! Tú me entiendes. Debí decirle: "Sí, me atrasé con el papeleo porque me chupa el pito las putas rutas".– El castaño sonaba muy molesto, pero su forma de hablar, hizo que la albina soltara una carcajada.

¿Y en realidad, qué le dijo? Señor.

Que me ocuparía de eso. Que molesta es.– Se volvió a quejar mientras se tomaba un minuto para acomodarse su cabello castaño con su mano enguantada, en ese momento se percató de que su teniente se tomaba esto con humor. –¿De qué mierda te ríes? Suelta el chiste, puta.

Perdóname, señor. No me reía de nada.– Intentó amortiguar la situación juntando los mapas en una carpeta aparte. Adán solo rodó los ojos y continuó escribiendo el documento que le faltaba. Ella se dio unos segundos para mirarlo, admitía que se veía mucho mejor sin la máscara, hasta su cabello castaño semiparado era adorable. Su mente empezó a divagar, el reloj marcaba casi las 11 de la noche, y ninguno había cenado.

𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐧𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 (Adam x Lute)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora