Atardecer.

617 70 39
                                    

El cielo es bien conocido por ser un paraíso terrenal, donde los buenos en vida pueden disfrutar de un sin fin de lujos. La cómoda ciudad no es lo único que ofrece, tiene más ambientes los cuales todos son bienvenidos, como es la cálida playa.

El aroma salado del mar impregnado en el aire hacía que la brisa fluya lenta para no perderla, olvidando por completo a las nubes, ellas se mantenían quietas, apoyadas sobre las frías aguas. Las suaves olas golpeaban la gran roca donde Lute estaba sentada, contemplando en silencio los tonos anaranjados y lilas que anunciaban un pronto atardecer.

Es su método favorito para distraer su mente, allí podía olvidar todo lo que puede frustrarle durante el día. Pero, tras lo ocurrido en la mañana, necesitaría más ayuda. Entre sus manos sin guantes, tiene una botella de vidrio transparente, con una etiqueta decorada por pequeñas estrellas. Bebía de ella a pequeños sorbos, un líquido azul con partículas blancas que asemejaban una lluvia de cometas. Una dulce pero agria bebida alcohólica. Sentir el viento leve sobre su rostro descubierto la obligaba a cerrar los ojos, quería que este momento sea eterno.

Oye... ¡Oye! ¡Despierta, Tetas Chiquitas, te estoy hablando!– La voz repentina de su comandante le hizo abrir los ojos rápidamente. Allí estaba Adán, con una mirada de desaprobación en su rostro descubierto. –¿Aquí estuviste toda la tarde? ¿En esta mariconada de playa? Dame eso.

Le arrebató de las manos la botella que estaba bebiendo, leyó su nombre en la etiqueta, provocándole una risa burlona.

¿"Sueño Celestial"? Debes estar jodiéndome. Si quieres drogarte en serio, mis patéticos hijos tienen cosas más fuertes en su asqueroso mundo humano.– Luego de haber dicho eso, bebió un poco de la botella antes de devolvérsela.– Pero, no está mal.

No busco drogarme, señor. ¿Me necesitaba para algo?– Le preguntó la albina mientras agarraba otra vez la botella, dejándola a la par suya. Al instante notó como el ángel se le sentaba a su lado.

Quería que le lleves el informe a Sera, pero no te encontré en ningún lado. Tuve que ir yo, pero justo estaban en una reunión, todos esos con micropene que se hacen llamar "serafines" me miraron como si yo fuera poca cosa.– Las quejas de Adán las dictaba con un tono molesto, Lute solo escuchaba con atención. Él continuó. –Bien saben que si no fuera por mí, el puto cielo estaría vacío.

Lamento lo ocurrido, señor. La próxima procuraré estar presente cuando me necesite.

A la mierda con eso, le cerramos la vagina con nuestro reporte de las condiciones físicas. Chócalo.– El castaño le acercó su puño, la albina no se opuso y chocó puño con él. Una pequeña duda se le presentó al ángel segundos después. –¿Se puede saber qué haces aquí?

Trato de distraerme, no fue un buen día.– Le explicó brevemente, agarrando una vez más la botella y bebiendo de ella. Aunque notó como Adán la miraba fijo, para nada satisfecho con lo que dijo. Lute suspiró luego de tragar, y mantuvo la botella en sus manos. –En la mañana, antes que usted llegara, recibí una falta de respeto por parte de una de las novatas... Todo porque a ella se le dificultaba cumplir con una sola puta actividad, la más zorra actividad más fácil que cualquier porquería. Y solo por eso me llamó monstruo, ¿¡Quién mierda se cree que es!?– El enojo la había sobrepasado, haciendo que apriete la botella de vidrio con ambas manos, pero la risa de Adán la regresó fuera de sus pensamientos.

𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐧𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 (Adam x Lute)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora