Reunión.

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Las reuniones en el cielo suelen llevarse a cabo con tranquilidad, con temas ligeros y una duración que no sobrepasaba lo necesario. Sin embargo, había llegado la tan temida reunión. El rey del infierno pisaría los sagrados suelos del edificio celestial, donde se administra la actividad de la ciudad. Una ola de ansiedad se apoderó de los ángeles que trabajaban allí, cada uno temiendo por su propia seguridad y rogaban por una resolución pacífica y breve.

Adán se recargaba en la pared de los pasillos, esperando por la llegada de su teniente. Se encontraba distraído, aún rondaba en sus pensamientos aquel sueño de hace unos días que tuvo sobre su exesposa y la tragedia del Edén. Intentando deshacerse de esos recuerdos fijó la mirada en el comienzo del pasillo, con la esperanza de que Lute apareciera allí, pero solo veía ángeles corriendo en todas direcciones tratando de preparar la sala de reunión.

Una pequeña expresión de angustia se dibujó en su rostro por debajo de su máscara. Notaba a la albina muy diferente, desde aquel día que la ayudó a volar y sucedió lo del beso, las cosas entre ellos no volvieron a ser iguales. Lute estaba muy distinta a como normalmente la conocía. Sus gestos eran cortantes, y sus palabras superficiales. Era como si hubiera construido una pared invisible entre ellos, un muro de hielo que el ángel no lograba derribar. A pesar de sus repetidos intentos de acercamiento, Lute se mantenía distante y reservada, dejando atrás la intimidad que una vez compartían.

Mentía si decía que esto no le preocupaba. Consideraba a su teniente como su compañera más íntima, y su mediador cuando sus impulsos le ganan. La quiere aunque no se lo exprese nunca, siempre estuvo con él, incluso en situaciones donde no la incluían. Pero en toda ocasión le dio una mano para que fuera menos tedioso. Un suspiro salió de su boca mientras se cruzaba de brazos, en busca de un consuelo diminuto que le quite su miedo de perderlo todo otra vez. Al estar sumergido en sus pensamientos, sus manifestaciones fueron escuchadas, la albina había llegado.

Buenos días, señor. ¿Leyó el temario designado por Sera?– Traía consigo una tabla clip con los respectivos papeles. Su expresión era neutra, casi seria al igual que su voz. Al ver lo desconectado que estaba su comandante de su entorno, decidió agregar: –Es mejor que lo repase antes de la reunión.

¿Quién mierda repasa esa cagada? Solo los maricas necesitan un temario.– Contestó con normalidad, aunque solo fingía que todo estaba bien. Su teniente suspiró rendida al oírlo.

Cómo quiera. La reunión está por empezar.

Hubo un silencio entre ambos, uno que por primera vez era incómodo. Al ángel no le agradó la respuesta de la albina, parecía desinteresada y distinta, cuando habitualmente le insistiría con que debe leer los papeles designados. La conocía muy bien. Apretó ambos labios en lo que dejaba de cruzar sus brazos, queriendo una razón de todo esto.

Lute, ¿te sucede algo? Hoy estás... extraña.– Fue lo único que se le ocurrió para describir su preocupación, ser malo con sus palabras le estaba jugando en contra. Además, no solo era esta ocasión, hace días que quiere preguntarle esto. Hubo otro silencio, parecía que no habría ninguna contestación, hasta que la albina habló.

Ya es hora, señor.

Lute fue la primera en tomar rumbo hacia la sala de reuniones, dejando a Adán con las palabras en la boca. Esquivó la pregunta de una forma dolorosa, al menos para el ángel se sintió así. Solo se resignó en dejar el tema para luego, y concentrarse en la larga disputa que se aproximaba con el rey del infierno.

𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐧𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 (Adam x Lute)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora