Demostración.

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El ejército exorcista tiene como reglamento cumplir con todas las condiciones físicas posibles, una buena resistencia y habilidades de gran agilidad, son cosas que Lute debe corregirles cada día para que las novatas puedan participar en el próximo exterminio.

El cielo se teñía de colores naranjas y rosas, dando inicio a un nuevo día con la salida del sol. A pesar de ello, las agotadas soldados estaban desde las 5 de la mañana con su jornada de entrenamiento. La albina les asignaba más ejercicios a medida que pasaba el tiempo, incluyendo uno especialmente complicado que requería coordinación al usar armas angelicales mientras volaban a través de obstáculos.

Lute no se sentía con ánimos de ser demasiado exigente, permitiendo que cada una avanzara a su propio ritmo, aunque no dejaba de vigilarlas cada tanto desde el suelo. En especial, su atención se centraba en Callie. Como la más novata del grupo, no se esforzaba por completar los ejercicios asignados. En cambio, se quejaba constantemente y retrasaba a las demás.

Teniente, es imposible coordinar el movimiento de espada con el vuelo. Me duele la espalda de solo intentarlo.– La voz cansada de Callie hacía que sus compañeras se molestaran de solo oírla, la albina solo la observó con seriedad.

Baje, soldado. Deje que sus compañeras continúen.– Le ordenó, permitiendo que la menor descienda hasta su lado. La miró algo molesta por su actitud, pero mantuvo su compostura suavizando sus expresiones. –¿Cuáles son tus quejas? Esto no es imposible, si tus compañeras pueden, tú también.

Claro que no, teniente. Ya hasta tengo moretones del entrenamiento anterior. Estamos desde muy temprano aquí, pasando frío, haciendo ejercicios muy complicados.– Intentó exprle a su teniente, pero no había ningún sentido en sus palabras, ella estaba aquí por cuenta propia.

Sí quieres dormir otro rato, por allá está la puerta. Quejarte no va a hacer que tus habilidades mejoren, necesitarás más que palabras si gustas participar en el próximo exorcismo. O mejor aún, de este ejército.– Lute adoptó una postura firme, dejando en claro lo que pensaba, ya no quería más quejas. Callie la observó con sorpresa, sabía que estaba mal retar a un rango mayor, pero el enojo le ganaba.

Usted es... ¡Muy cruel! No entiendo por qué el señor Adán dejó a semejante monstruo a cargo. Él sí es amable, no como usted.

Hubo un silencio en el campo, todas habían escuchado lo que dijo, no solo la albina. La cual se quedó un segundo sin palabras, sintiendo una gran confusión. Las demás soldados se miraron entre sí, deteniendo sus ejercicios. A la novata, le empezaba a temblar las manos luego de darse cuenta de lo que dijo.

La teniente tenía en mente las palabras de Sera, por más que quisiese, no podía manejar la situación como la otra vez. Apretó los labios para tragar algo de saliva, como si se tragara su molestia.

Soldado, le voy a pedir que me hable con mas respeto porque...– Su hablar se vio interrumpido por un destello de luz dorada en el cielo, allí apareció Adán, manteniéndose en el aire con una amplia sonrisa en su máscara.

¿¡Qué onda, mis putas!? Llegó su papi Adán, de a una, por favor.– Decía con un gran ego en su voz, pero notaba cierta tensión en el campo, nadie aclamaba su llegada. Con una mueca de desacuerdo, descendió al suelo, junto a su subordinada y aquella novata. –¿Qué les pasa? Parece que vieron a San Pedro chupar un mega pito.

𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐧𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 (Adam x Lute)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora