Libro III | 15

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Ryan

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Ryan

Diez años después...

Envuelvo mi brazo alrededor de mi pareja mientras nos balanceamos en la hamaca en el patio trasero. Nuestros cachorros están luchando en el pasto un poco más lejos y sonrío mientras mi hija inmoviliza a mi hijo. Mi sonrisa desaparece cuando veo la forma en que el hijo mayor de Reik, Adrik, la mira. Parece cada vez más que Bella cumplirá su deseo y supongo que debería estar feliz de que sea con el hijo de una amigo, pero todavía no me gusta la idea de que alguien se lleve a mi pequeña lejos de mí.

Bella está tejiendo una manta de bebé para alguien que está esperando un bebé en la ciudad. Empezó a tejer y hacer crochet cuando estaba embarazada de nuestra hija. Dijo que mecerse y tejer la ayudaba a relajarse, así que le había comprado toda la lana que pudiera desear para mantenerla feliz.

Ahora tenemos bufandas, gorros, calcetines, suéteres y mantas tejidas por toda la casa y sé que las casas de nuestros amigos deben verse iguales. A mi compañera le encanta compartir las cosas que hace con las personas que amamos.

Tuvimos nuestra primera cachorra, Mirella, un par de meses después de que Grace diera a luz y sé que a las niñas les gustaba estar embarazadas juntas y luego tener pequeños juntos. Quizás por eso ambas quedaron embarazadas por segunda vez. Esa vez las fechas de parto tenían solo una semana de diferencia y cambiamos de género, un niño para nosotros, Mattew, y una niña, Grazie para ellos.

Decidimos terminar después de las dos y me alegro. Ver a mi pareja dar a luz había sido terrible para mí. No podía soportar verla sufrir.

Bella había sido muy valiente, tratando de decirme que estaba bien mientras yo tomaba su mano y en silencio me asusté. Ella es la mejor amiga y una madre aún mejor. Mientras estaba embarazada, le preocupaba tratar a sus hijos como la había tratado su madre. Intenté decirle que no era posible, que eran sólo las hormonas del embarazo las que le hacían dudar, pero no creo que realmente me creyera hasta que sostuvo a nuestra hija en sus brazos por primera vez. Se podía ver el amor que brotaba de ella y tenía que saber que nunca lastimaría a nuestros hijos como su mamá la lastimó a ella.

Me encanta verla con nuestros cachorros. Ella les ha estado enseñando a coser y ambos tratamos de enseñarles a cocinar y a hacer jardinería. Es lindo poder pasar tanto tiempo en familia.

El cabello rubio de Bella ondea con el viento, golpeándome en la cara y me río mientras se lo coloco detrás de la oreja. Ella me sonríe mientras continúa tejiendo y suspiro. Tengo mucha suerte de poder convencer a Bella de que estábamos destinados a existir. Que estaremos emparejados de por vida.

FIN.

FIN

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La Manada de Ash MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora