Capítulo 18: Ada Wong

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Desperté en una habitación un tanto oscura.

Ví mi alrededor con la poca clarida de la habitación, traté de levantarme, pero estaba atada desde las muñecas y pies.

La habitación no era la mejor de todas, su olor nauseabundo era asqueroso, además de las manchas de humedad en las paredes.

En mi lado izquierdo, había un pequeño pero filoso vidrío, con mi mano izquierda traté de sujetarlo, pero alguien abrió la puerta de la habitación.


—Oh, despertaste, ¿cómo estás? -Preguntó.

Sin comprender y de forma seria, me quede callada por un largo tiempo.

—Veo que no eres de muchas palabras.

Aun sin contestarle, veía a un costado.

—¿Acaso no quieres salir de aquí? -Preguntó.

—¿Para qué? ¿Para que me termines dando un sermón en el cual sólo te beneficie a ti? Prefiero que termines con el trabajo. -Contesté.

Aquella persona sólo dio un suspiro junto con chasquido de molestía.

— Ya veo, eres una persona directa. -Dijo para dar una pausa.- ¿te suena el nombre de "Krauser"?

Al mencionar aquel nombre, comprendí que me dejo inconsciente.


—Cualquiera hubiera muerto o tenido alguna herida mortal en su cuerpo, pero sin embargo. Te veo tranquila.. sobre todo, sin indicios de heridas.


Sin contestarle, comencé a escuchar una fuerte lluvia y además del fuerte viento que golpeaba constantemente la ventana de este lugar.

Al parecer, afuera de este lugar estaba cayendo uno que otro rayo que iluminaba la habitación. En uno de aquellos rayos, se iluminó la habitación junto con el rostro de la persona que me mantenía aquí.

Era Ada.

Una mujer de carácter un tanto complicado y muy poco confiable.

—¿No vas hablar? Supongo que tus ganas de salir de aquí son muchas. -Comentó

—¿Qué es lo que quieres? -Pregunté.

—¿Yo? Nada realmente... Sólo cumplo ordenes.

Sin el saber de su objetivo, ella con una sonrisa se fue de la habitación.

Espere unos segundos, casí minutos. Pensando que volvería nuevamente, pero al ver que continuaba sin aparecerse, traté de sujetar el pedazo de vidrío que tenía a un costado mío.

Logré sujetar el pedazo de vidrio con mi mano y empecé a cortar la soga lentamente.

Comenzó a sonar una sirena de evacuación fuera de la habitación.
Me apresuré un poco, hasta lograr cortar una soga.
Con mi mano ya libre, desaté la soga de mi muñeca y de mis pies.

Mientras que la sirena seguía sonando, no tardarón en aparecer soldados con armaduras tratando de abrir la puerta de la habitación.

Enlace | Leon S. Kennedy Y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora