Capítulo 14: Flor de cautiverio

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"Triste flor lastimada por el viento
rodando en el camino hacia su tumba
a expensas del dolor que le circunda
y buscando terminar su momento.

Gozaste la bonanza en otro tiempo,
tus pétalos cantaban tu hermosura,
la brisa que arrullaba tu frescura
hoy te arrastra y no escucha tu lamento.

Detente flor, no sigas convencida
de ser la víctima de tu inconstancia
y regresa al Camino de esperanza
que lleva a la Verdad y nos da Vida.

No olvides que el Amor todo lo alcanza
en su misericordia prometida."

("FLOR MARCHITA"—Lena)
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...

Una risa llena de locura retumbo la habitacion, proveniente de una señora con pelo negro ondulado, su mirada te expresba la poca cordura que mantenia.

—¿Que es eso? —se oyó decir.

—Una espada— contesto un señor desalineado.

—¡Damela!

—Esta espada no es suya, señora; es mía. La encontré yo.

Se produjo un estallido y un destello de luz roja, el Carroñero había recibido un hechizo aturdidor. Sus compañeros se pusieron furiosos y uno sacó su varita mágica.

—¿A qué se cree que está jugando, señora?

—¡Desmaius!—gritó una pelinegra, cabello desarreglado con un semblante lleno de poca cordura — ¡Desmaius!

Todos los hombres cayeron al suelo, excepto el hombre lobo, a quien obligaron a arrodillarse con los brazos extendidos.

—¿De dónde has sacado esta espada?— le susurró al hombre al mismo tiempo que le quitaba la varita de la mano sin que él opusiera resistencia.

—¿Cómo se atreve? —gruñó él; la boca era lo único que podía mover, y se veía obligado a mirar a la bruja. Enseñó los dientes afilados. ¡Suélteme ahora mismo!

—¿Dónde has encontrado esta espada?— repitió ella blandiendo ante el hombre lobo —¡Snape la envió a mi cámara de Gringotts!

—Estaba en la tienda de campaña de esos chicos— contestó Greyback— ¡Le he dicho que me suelte!

La bruja agitó la varita y el hombre lobo se puso en pie, pero no se atrevió a acercarse.

Así que se puso a rondar detrás de un sillón, apretando el respaldo con sus curvas y sucias uñas.

Una mujer refinada quien se encontraba mirando la escena vaciló un instante y luego ordenó al hombre lobo:

—Llévate al sótano a estos prisioneros, Greyback.

—Un momento— saltó la pelinegra— A todos excepto... excepto a la sangre sucia.

Greyback soltó un gruñido de placer.

—¡No!—gritó el pelirrojo, uno de los prisioneros—¡Ella no! ¡Escogeme a mí!

Bellatrix le dio una bofetada que resonó en la sala.

—Si muere durante el interrogatorio, tú serás el siguiente—lo amenazó la bruja—En mi escalafón, los traidores a la sangre van después de los sangre sucia. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están bien atados, pero no les hagas nada... de momento.

Le devolvió la varita al hombre lobo, y a continuación sacó una daga de plata de la túnica y cortó las cuerdas que ataban a la castaña. Tras separarla de los otros prisioneros, la llevó hasta el centro de la habitación arrastrándola por el cabello.

Sin títulos ni apellidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora