Capítulo 23: Mentiras inundan al jardin.

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"Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla"

—Warren Buffett
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Me encontraba tumbada viendo por la ventana frente mío como el día parecía estar en ese limbo de si seguir luminoso o iniciar el atardecer, no era ni tarde ni temprano, solo era algo. La cama de mi madre era muy cómoda, cómodamente irritable, no se sentía bien, me recordaba aquel cuento muggle sobre una niña rizada rubia, tan rubia como el oro y tres hermosos osos que vivían en medio del bosque, mis abuelos y mi hermano eran los osos amables y cálidos, yo era la rizada entrometida y la cama era como la de papá oso.

Suspire intranquila, acababa de terminar mi turno de trabajo, y había quedado en una llamada con Scorpius para contarle sobre la nueva carta de amenaza y sobre el hermano de Samuel.

Eso fue hace 4 días, seguía sin responderme.

¿Qué hacer cuando te ignoran?

Alguno diría, que debes darles el mismo trato, no volver a ni siquiera a pensar en esa persona, pocos lo logran. Otras personas dicen que deberías fingir que no paso y ser una mejor persona que el que ignora. Yo soy más del echo de sobre pensar ¿que hice para que me ignorara?

Me removí intranquila mirando el anillo que me regalo adornando mi mano, era lindo, maravilloso y me hacía sonreír con tan solo verlo, pero no por la belleza nata del anillo si no por el recuerdo, verlo enmedio de flores y velas hincado ante mí con un gran ramo en sus manos y un hermoso anillo en su bolsillo, verlo a él, sonriente y tan malditamente divino es todo lo que necesito para saber que todo mejoraría.

Todos merecían un poco de amor en su vida y yo tuve la maravillosa suerte de que fuera el chico magnífico que cualquiera puede soñar el que me ame.

― ¿Estará bien? ―murmure por lo bajo tomando mi celular por milésima vez en la última hora para encontrarme con nada, no había nada, ni un mensaje, ni una llamada, y ninguna otra forma de comunicarme con él.

Busque entre mis contactos su apodo y se escuchó el típico sonido que te indica estas marcando, pero nada, era la quinta vez que le marcaba el día de hoy.

¿Estará bien?

La idea de que algo le pasara era un constante murmullo en mi mente, no era que desconfiara de su familia para cuidarlo, pero bueno, sí que lo hacía, si algo le pasaba necesitaba saberlo, cuidarlo y buscar la forma de mantenerlo protegido.

Suspire intranquila y busque otro número.

Por favor, Merlín que no le pase nada...

El sonido de llamada me conecto con la voz perezosa de un pelinegro, ojeo verde, su mejor amigo y mi primo, Albus.

―Rosie ¿que necesitas?

―Solo quería saber qué hacías, ya sabes conversas con mi primo favorito―dije al mismo tiempo que me paraba de la incómoda cama tomando un libro del estante a lado de la ventana que seguía en el mismo dilema de hace un rato.

― ¿Y te tengo que creer? ¿qué haces Rosie? ―lo escuche parecía distraído cargando algo

―Algo ocupada con el trabajo en la cafetería, pero evitando morir, ya sabes, lo normal― abrí el libro hojeándolo evitando soltar lo que realmente quería saber.

― ¿Quién es? ― escuche hablar una voz más gruesa que la de Albus, la del otro pelinegro que reside en su misma casa, James, mi verdadero primo favorito.

―Hablo con Rose, idiota, así que vete―los escuche discutir unos segundos rodee los ojos, ya estaba acostumbrada.

―Rosie, Rosie, ¿porque le marcas al inadaptado y no a mí, tu primo favorito?

Sin títulos ni apellidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora