Capítulo 4: Buscando respuestas

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-¿Qué pasa? ¿Qué es eso?

Me despierto sobresaltada,

Se oye un ruido fuertísimo.

-¿De dónde viene?

Hablo sola.

Me siento en la cama y se enciende la luz, tengo una de esas lámparas que detectan el movimiento. Respiro hondo y me doy cuenta que viene de casa de mi querido vecino. Es la alarma de un despertador, se oye como si lo tuviera en mi almohada. Es una maldita sirena de barco, creo. Ya le vale a Don Simpático, que susto. Estoy a punto de golpear la pared como en las películas, pero me aguanto, y entonces se apaga.

-Pues si esa es la alarma de su despertador es que no tiene el sueño ligero.

Vuelvo a hablar sola.

Me tumbo e intento volver a dormirme, pero no puedo. Son solo las 7 debe irse a trabajar, pero hoy es domingo. No se oye nada, solo la puerta al cerrarse y luego un coche que se aleja. ¿De que trabajará? Espero que no lo haga de cara al público, porque con ese carácter...

No consigo volver a dormirme así que me levanto y me tomo un café con leche y la medicación, no me apetece nada más, es muy temprano. Voy a acabar de organizar mi ropa y luego iré a dar una vuelta por el pueblo, "socializar", ese será el mantra del día.

Madre mía! Qué bonito es esto. Estoy haciendo un montón de fotos, pero tengo que ir con cuidado porque el camino es todo de tierra y hay muchas piedras y baches. Y como yo no calculo bien las distancias, puedo caerme con facilidad. Además también tengo afectado el equilibrio, lo que no ayuda. Pero el esfuerzo vale la pena, es precioso. He llegado al puente del río, el agua corre muy rápida y está súper limpia. Justo después del puente hay un camino que hace una curva y baja suave hasta la orilla, debe ser donde nos dijo José Luis. Mi quito las bambas y meto los pies en el agua, está muy fría pero al menos en este trozo no me parece profundo. Pero quien sabe...

Vuelvo por donde he venido, pero en vez de quedarme en mi casa voy a dar una vuelta por el pueblo. Pero como no sé por dónde ir, acabo en la plaza y entro en el bar.

-Buenos días.

Saludo al entrar.

-Hola maja, ¿qué tal te adaptas al pueblo?

Me saluda la mujer de detrás de la barra.

-Pues poco a poco, aún estoy desempaquetando. Valle, ¿verdad?

-Sí, y tú te llamas Eva, ¿no?

-Sí.

-Ellos son Marta, Elena y Diego, Vecinos del pueblo.

-Hola.

Me saludan todos.

-Hola, encantada.

-¿Qué quieres tomar, Eva?

-Pues un cortado, por favor.

-Ahora mismo.

-¿Eres de Valencia, verdad?

Me pregunta Elena.

-Pues la verdad es que vengo de Valencia pero soy de Madrid.

-¿Y cómo es que has llegado a Sotillo? No lo tomes a mal, es que aquí no vienen muchos forasteros.

Me dice Diego.

-Mira que eres preguntón, hombre.

Le riñe Valle

-Deja a la chica tranquila.

-No pasa nada.

Sonrió.

REINICIARSE A LOS 40Donde viven las historias. Descúbrelo ahora