Capítulo 14 : Mentiras

75 6 4
                                    

Me levanté y me arreglé para salir a correr, seguía sin noticias de Lucas. Pero no quería llamarle por si dormía, no sabía cuánto habría podido dormir la noche pasada. Entonces se me ocurrió mirar en google maps la distancia entre mi ubicación y la masía, y ponía que había 8,7 km. Yo podía correr esa distancia. Pero eran 8,7 km por un campo que no conocía lleno de cuestas, piedras, baches y desniveles. Y podía ser que cuando yo llegara Lucas ya estuviese de vuelta, o que se enfadara conmigo por imprudente. Eso sí no me caía y me rompía la crisma. Así que con mi móvil en el brazo y los auriculares puestos salí a correr mis 7 km por el pueblo.

Como siempre me crucé con gente, pero ahora todos me saludan, y cuando pasé por la calle donde vive Valle no me lo puedo creer.

-¿Pero qué parte de que te lo tomes con calma no entendiste?

-Hola Eva, buenos días.

Me contestó Luis desde lo alto de una escalera apoyada en la fachada de su casa.

-Estás forzando mucho tu espalda, bájate de ahí por favor.

-Estoy bien, solo estoy quitando las banderitas y los farolillos. Julián ha dicho que los recojamos antes de que se estropeen, para guardarlos para el año que viene.

-Eso está muy bien, pero seguro que hay alguien que puede hacer eso por ti.

-Ya casi acabo Eva, sujetame la escalera si con eso te quedas más tranquila.

Me acerque y sujeté la escalera, si no podía hacerlo bajar, al menos que no se cayera.

-Ya me dijo tu mujer que eres muy cabezota.

-No te enfades, que te saldrán arrugas.

-Anda acaba y bájate de ahí de una vez.

Cuando acabó y se bajó de la escalera, le ayude a recoger las cosas, intente ayudarle con la escalera, pero no me dejó.

-Sé que no debes coger peso ni hacer esfuerzos, así que tú coge la bolsa de los adornos.

-¿Quién ha sido el chivato?

-Este es un pueblo pequeño Eva.

-¿Sabes? Estoy un poquito harta de esa frase.

Entramos a su casa a guardar las cosas. Y ya que estaba allí fui a ver a mi pequeñín. Estaban todos fuera de la colchoneta y Lola estaba en la puerta tumbada al sol. Luis me dijo que Lola cada vez les deja alejarse un poquito más. Me senté en el suelo y cogí a Magni un ratito. Le dije lo guapo y fuerte que era y lo mucho que lo quería, y que pronto se vendría vivir a casa con nosotros. Yo sabía que no me podía entender, pero quería que se acostumbrara a mi voz.

Cuando salí de casa de Luis estuve a punto de volverme para casa, pero aunque fuese en dos tramos completaría mis 7 km. La idea era ir subiendo 1 km cada semana hasta llegar a 10 km cada día.

Una vez en casa, miré por millonésima vez mi móvil, pero nada. Pensé en buscar el número de la masía y llamar directamente para preguntar por Lucas, pero me pareció como lo llaman ahora, ser tóxica. A fin de cuentas me llamó para explicarme lo ocurrido y me dijo que hablaríamos por la mañana, así que esperaría.

A media mañana llamaron al timbre, era Lucas. Lo abracé y me lo comí a besos.

-Me pudo acostumbrar a estos recibimientos.

Dijo Lucas con una sonrisa.

-Pues vuelve a casa todos los días y tendrás más de estos.

Le dije en broma, pero también en serio.

-Lo siento cariño, no quería preocuparte. ¿Estás bien?

-Sí, ¿y tú?, ¿has podido dormir?

-Sí, más o menos.

REINICIARSE A LOS 40Donde viven las historias. Descúbrelo ahora