Estás loco.

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Esa misma noche vimos todos una película en italiano, que buena falta me hacía, mientras ellos se encargaban de explicarme aquello que no sabía. Ales no se separó en toda la noche de mi, de hecho hizo palomitas para sus padres y otras apartes para él y para mí. Yo por mi parte había estado escribiendo a mi progenitor, diciéndole que no se preocupase, que me movería pronto de destino, que la familia italiana ya me habían conseguido donde vivir, y que le quería. Creo que en parte eso le tranquilizó bastante.

- Elle - susurró Ales a mi lado.

- ¿Qué pasa?- susurré. No quería despertar a nadie, Nina y Lorenzo se habían quedado fritos en el sofá de al lado.

- Ven, tengo algo que darte - me dijo susurrando.

Le seguí por todo el pasillo, envueltos ambos en las mantas con las que nos habíamos abrigado viendo la peli. Ales me hizo entrar en su cuarto, se dirigió hacia su escritorio, abrió el cajón donde guardaba sus libretas y demás, y sacó un sobre. Pequeño y abultado, ponía su nombre completo escrito con la letra de persona mayor, probablemente de su abuela.

- Alessandro - leí. Sabía lo que era, no podía ni en mil años aceptarlo.

- Son todos mis ahorros, de trabajar con mi padre y reunir dinero de algunos cumples.

- Estás loco, ¿sabes cuanto esfuerzo te ha costado conseguir esto?

Seguramente no hubiese ahí dentro ni quinientos euros. Ni siquiera daría para pagar el primer mes de donde fuese que me iría a quedar. Pero él simplemente hecho de decidir quedarse él sin nada, con el nivel de vida que tenían, me parecía tan valiente y admirable por su parte...

- Es tuyo, yo conseguiré pronto algo más. Y acabaré teniendo mi propio sueldo en cuanto mi padre me deje venderle alguna casa.

No quería restregarle en la cara la asquerosa cifra de ceros que podría llegar a tener mi padre en el banco, pero tampoco sabía cómo hacerle ver que él iba a necesitar aquel sobre mucho más que yo sin ofenderle.

- Mi madre me dejó una cuenta bancaria llena de dinero que solo yo puedo tocar ahora que soy mayor de edad.

- ¿Y si tu padre mueve hilos para dejarte dinero y que vuelvas? ¿Y si te vas a algún sitio en el que necesites mucho dinero en efectivo y tu banco no valga? ¿Y si necesitas pagar solo en mano?

- Gracias- dije cortándole el habla con un abrazo.

- Elle, no quiero que te vayas.

- Prometeo que volveré cada x tiempo a veros.

Entonces solté el sobre de Ales a mi lado y lo dejé en su escritorio con una sonrisa de labios apretados. Le había cogido mucho cariño en tan poco tiempo... que nunca le iba olvidar. Sentí lo mismo en sus ojos cuando levanté la cabeza para mirarle a los ojos, hasta que vi algo más en ellos... algo que no me dio tiempo a descifrar cuando tenía sus labios apretando sobre los míos.

No sabía que estaba pasando, de repente me estaba besando con un niño seis años menor que yo, a escondidas de sus padres. En un beso tierno, y torpe, muy torpe. Espera... ¿sería este el primer beso de Ales?

No puede ser.

- Ales - dije al separarme suavemente de él. No quería humillarlo ni que se sintiera herido. En sus ojos había tanta fascinación...

Era tan pequeño para mí por aquel entonces.

- Me gustas Elle, desde el primer día que mamá te trajo a casa. Me gusta como te llevas con ella. Me gusta como juegas conmigo. No me tratas como un crío, contigo me siento mayor.

- Siempre has sido un niño muy maduro.

- Quédate.

- No puedo Ales. Además, ¿qué piensas hacer conmigo por aquí? ¡Soy demasiado mayor para ti!

- Puedo darte todo lo que te daría un niño de tu vida, te lo puedo demostrar. Me puedo ir contigo dentro de unos años a recorrer el mundo si eso es lo que quieres, yo nunca te cortaría las alas como hace tu padre contigo Elle- negué con la cabeza.

- Tú tienes que salir con las niñas de tu clase, de tu curso, de tu edad. Crecer, vivir a tu gusto, salir de fiesta, llevarte alguna regañeta de tus padres y enamorarte. Lo que hace un niño de tu edad, yo ya he vivido todo eso. Sería muy injusto por mi parte arrebatarte todas esas experiencias solo por un capricho.

- No es ningún capricho Elle, tengo doce años pero te prometo que sé lo que quiero.

- Ales estás confundido porque es la primera vez que sientes algo así.

- No me crees.

- No es eso.

- Sí, si que lo es. No te crees lo que te digo porque me ves como a un niño pequeño, pero dentro de cinco, diez, quince, o los años que sean, cuando vuelvas a verme, sabrás que te estaba hablando enserio, porque no encontrarás a nadie que te quiera ni que te haya querido como yo siendo un crío.

Me dejó allí de pie completamente planchada, sin poder creerme lo que mis oídos acaban de escuchar, y con el sabor de boca más amargo que había tenido nunca, me quité la pulsera que había llevado desde pequeña y se la dejé en el escritorio junto a una nota escrita con sus materiales del colegio y mi firma.

"Si el destino quiere, que nos sorprenda"
Ellie.

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