EL SEGUNDO AÑO / CANCIÓN DE GUERRA

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Los Omegas vinieron a mediados del segundo año

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Los Omegas vinieron a mediados del segundo año.

No estaban preparados para enfrentarnos.


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—Hola, Min —dijo Soobin.

Estábamos en el garaje del taller. Taeyong, Jongin y Ten y yo. Sunghoon también estaba con nosotros, luego de haber decidido que estaba lo suficientemente aburrido como para querer aprender un poco. Fue una marcha lenta porque él era absolutamente terrible cuando se trataba de autos, tan malo que apenas confíe en él para hacer un cambio de aceite por su cuenta.

Sin embargo, lo intentó.

Aprendí mucho sobre él: tenía un año menos que yo, su madre había sido asesinada en una contienda de territorio entre manadas rivales cuando era solo un niño. Su padre vivía en Detroit, un humano al que solo veía de vez en cuando, dado que no deseaba tener nada que ver con la vida de la manada luego de la muerte de su esposa. Pero eran dos personas separadas y sus caminos no tenían razón de cruzarse. A veces eso lo entristecía, pero no quería arreglarlo. No tenía un compañero y había tenido una novia una vez, hacía mucho tiempo, y luego un novio, pero no se enfocó en esa relación. Tenía trabajo que hacer.

Me confundía y eso no era algo bueno.

—¿Por qué sigues aquí? —le pregunté. Él se encogió de hombros y apartó la mirada.

—Así me lo ordenaron.

No le creía, ya no. No cuando había escuchado su conversación en el teléfono mientras hablaba con aquellas personas del este sin rostro. Les decía que no quería ser reemplazado que estaba bien aquí con nosotros y que quería quedarse. No había sucedido nada desde su llegada y quería asegurarse de que siguiera de esa forma.

Cuando hablaba con nosotros hacía que se oyera como si fuera un simple trabajo. Estaba mintiendo, pero no creía que eso fuera algo malo.

No había mucho que una persona pudiera hacer para vigilarnos antes de que comenzara a aburrirse. Así que vino al taller.

No necesitaba que le pagáramos dado que ya estaba cobrando una suma desconocida solo por estar en Green Creek. Nos aseguramos de mantenerlo fuera de los registros contables. Sin embargo, era algo bueno tener alguien con quien hablar.

Pude sentir la necesidad de enlazarlo a nosotros de la misma forma que había pasado con Taeyong, Jongin y Ten. La necesidad de hacerlo parte de lo que éramos. No sucedió enseguida porque había venido en un momento extraño en donde no podíamos confiar fácilmente. Por el contrario, conocía a los muchachos del taller desde hacía años. Eran mis amigos.

Él no. No al principio.

Pero estaba convirtiéndose... en algo.

Sabía que todos lo sentíamos, pero jamás hablábamos al respecto.

WOLFSONG [Adaptación WINRINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora