Capítulo seis, primera parte

30 3 0
                                    

Capítulo seis, primera parte:

La atmósfera del Joel's Beer era cálida y acogedora mientras la noche caía lentamente. Las camareras se movían entre las mesas, atendiendo a los clientes que llenaban el bar. Nosotras ocupábamos una esquina estratégica, cerca de una ventana que ofrecía una vista panorámica del campus universitario iluminado por las luces de la noche. 

Estábamos sentadas frente a frente en una mesa pequeña, compartiendo una bandeja de nachos y un par de cervezas heladas.

—¿Qué te trajo al mundo de la programación? —pregunté, tratando de mantener una conversación ligera y casual.

Ella se recostó ligeramente en su silla, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios mientras tomaba un sorbo de su cerveza antes de responder. Había algo en la forma en que se movía y me miraba, en la chispa de sus ojos, que me dejaba intrigada y un poco incómoda. Tal vez era porque nunca antes alguien había coqueteado tan descaradamente conmigo, o tal vez era simplemente su forma de ser.

—Bueno, la programación siempre me ha fascinado —respondió con una mirada chispeante—. Desde que era una niña, me encantaba desarmar cosas para ver cómo funcionaban por dentro. Supongo que siempre tuve esa curiosidad innata por entender cómo interactúan las cosas entre sí.

—Suena fascinante— coincidí.

Emery asintió con entusiasmo. —Lo es. Además, me encanta el desafío intelectual que representa resolver problemas complejos a través de la programación.

Me encontré sonriendo ante su emoción contagiosa. Era refrescante estar con alguien tan apasionado por lo que hacía, y me sentí atraída por su energía positiva.

—¿Y tú por qué escogiste física? No es exactamente un campo sencillo.

Sonreí.

—Siempre lo tuve claro, en mi adolescencia pasaba horas mirando las estrellas y preguntándome sobre el cosmos. — Clarke vino a mi mente enseguida, al igual que siempre que pensaba en mis años de adolescente o, bueno, en cualquier momento de mi vida. Intenté variar el curso de mi monólogo para alejarme de ella lo más posible, con la esperanza de que la chica frente a mí no notara la pequeña punzada de dolor que me provocaba pensar en mi mejor amiga. Después de todo, era momento de dejarla ir. — Cuando llegó el momento de elegir una carrera, la física parecía ser la opción natural para mí. 

—Eso suena increíble. Debe ser fascinante explorar los misterios del universo —comentó con admiración.

—Sí, lo es. Aunque a veces puede resultar un poco abrumador, especialmente cuando te enfrentas a conceptos tan abstractos como la teoría de cuerdas o la mecánica cuántica —confesé, recordando las largas horas de estudio y las noches en vela tratando de entender esos conceptos.

—Entiendo perfectamente. A veces me siento como si estuviera navegando en un mar de ceros y unos, tratando de encontrar el código perfecto para resolver un problema. Pero al final del día, es esa sensación de logro cuando finalmente descifras el enigma lo que hace que todo valga la pena —comentó, su voz llena de emoción.

Mantuvimos el tópico estudios por más tiempo, entre coqueteos descarados y sutiles, hasta que las cervezas comenzaron a hacer efecto en nuestro juicio. 

—Oh, me encanta esta canción— su expresión cambió a una mucho más divertida y comencé a prestarle atención a los altavoces del lugar.— . Bailas, ¿verdad?

—Eh... Bueno, no soy exactamente la reina del baile.

Se levantó de su silla con gracia, extendiendo la mano hacia mí con una sonrisa traviesa en los labios. Su cercanía repentina hizo que mi corazón diera un vuelco, pero me obligué a mantener la compostura mientras tomaba su mano.

—Vamos, será divertido —dijo, tirando suavemente de mí hacia la pista de baile. Cuando estuvimos pegadas, acercó sus labios a mi oído y mi piel se erizó al sentir su aliento en mi cuello: — . Solo sígueme.

Casi de inmediato, me vi envuelta en el ritmo de la música, dejándome llevar. Sus pasos eran fluidos y llenos de gracia, y me sentí atraída hacia ella como un imán. 

Emery me miró con una sonrisa cómplice, sus ojos brillando con diversión mientras nos movíamos juntas. Cada tanto, bajaban a mis labios y, por instinto, los míos hacían lo mismo. De repente tenía mucho calor.

Se giró de espaldas a mí, presionando su cuerpo contra el mío en un gesto atrevido y sensual. Su cercanía me hizo inhalar bruscamente. Con seguridad, tomó mis manos y las colocó en su cintura. Casi me desmayo al sentir su piel caliente bajo mis palmas. 

Todo lo que hacía parecía estar perfectamente guionado, aquellos gestos, aquellas conversaciones y bromas, todo parecía salirle increíblemente natural.

Y todo era demasiado, sus movimientos suaves y seductores mientras nos movíamos al ritmo de la música. La tensión en el aire era palpable, cargada de anticipación y deseo mientras nos perdíamos en el éxtasis.

En un impulso de valentía, apreté mis manos atrayendo sus caderas contra mí y Emery llevó las suyas hasta mi nuca, enredándolas en mi cabello. 

—Vaya. Tomas confianza rápido, ¿eh?— se dio vuelta agitada.

—Oh, lo siento. No quise... — Me sentí atrapada en su mirada, incapaz de apartar los ojos de los suyos. Había una intensidad en su expresión que me dejaba sin aliento, una chispa de deseo que era imposible de ignorar.

Ella me sostuvo la vista por un instante, la música llenando el espacio entre nosotras con su ritmo envolvente. Podía sentir el latido acelerado de mi corazón resonando en mis oídos, mezclándose con el sonido de la melodía que nos rodeaba.

—No te disculpes, me encanta —respondió con una sonrisa extasiada. Su cercanía y su reacción me hicieron sentir aún más atraída hacia ella, si eso era posible. Tomó mis manos y las bajó hasta su trasero.

La sorpresa me dejó sin habla por un momento, pero antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Emery me interrumpió con un beso apasionado. Sus labios suaves y cálidos se encontraron con los míos en un torbellino de emociones, dejándome sin aliento y desorientada.

El beso comenzó suavemente, exploratorio, pero rápidamente se intensificó. Nuestras bocas se movían en perfecta sincronía, buscando y encontrando el placer en el contacto. Sentí el sabor dulce de la cerveza en sus labios, mezclado con el inconfundible sabor a menta de su aliento fresco. Mis manos se aferraron a su trasero, sintiendo el compás sugerente de su cuerpo contra el mío, con una urgencia notoria, incitando mucho más que un simple baile.

Cada roce de sus labios contra los míos enviaba corrientes eléctricas a través de mi cuerpo, haciendo que mi piel se erizara y mi pulso se acelerara aún más.

De repente, Emery se apartó ligeramente, su aliento cálido y jadeante rozando mi piel sensible. Sus ojos ardían con deseo mientras me miraba, sus labios ligeramente hinchados por el beso. Una sonrisa juguetona bailaba en su boca, provocándome y tentándome con la promesa de lo que estaba por venir.

—¿Sabes? Mi compañero de piso no estará en casa esta noche —susurró, su voz cargada de un tono sugerente que hizo que mi corazón diera un vuelco en mi pecho.— ¿Quieres... quedarte?

El calor se intensificó en mis mejillas mientras absorbía sus palabras, la idea de lo que implicaba zumbando en mi mente con una claridad abrasadora. La tentación era irresistible, pero no más que la idea de olvidar todo por una noche. Los estudios, el pasado, Clarke... 

Aún así, aquello no era nada típico en mi vida. No era propio de mí ceder a un impulso tan imprudente. 

¿Acostarme con una casi desconocida? No muy Lexa Woods de mi parte, la verdad. 

Aunque tampoco me estaba acostando con conocidas últimamente, de todas formas.

Las palabras de Raven volvieron a mi cabeza: Emery parece una buena opción para pasar un buen rato, ¿no crees? Sin compromisos ni complicaciones.

La miré por unos segundos, volviendo a bajar la vista a sus labios. ¿Cómo resistirme? Me llené de decisión.

—Le escribiré a Raven que no volveré a casa.


Entre Dimensiones [CLEXA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora