Capítulo Trece
Salimos de la habitación y comenzamos a caminar por un pasillo largo, flanqueado por paneles metálicos oscuros y sin ventanas. La iluminación era mínima, con luces empotradas en el suelo que trazaban una línea tenue y amarillenta hasta el final del corredor, como si todo el lugar estuviera diseñado para ser práctico, sin adornos ni un toque de calidez. Clarke caminaba unos pasos por delante, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, su expresión relajada pero atenta, como si este espacio le resultara tan familiar como la palma de su mano. Yo, en cambio, tenía que hacer un esfuerzo por no fruncir el ceño cada vez que veía otra puerta cerrada, marcada solo con un número o una letra.
—Le vendría bien algo de verde a este lugar. Una planta, una ventana, cualquier cosa que no parezca sacado de un búnker —comenté, medio en broma, mientras echaba un vistazo a nuestro alrededor.
Clarke se giró un poco hacia mí y soltó una risa breve, como si le sorprendiera mi intento de humor en medio de la incomodidad.
—Bueno, no es precisamente un lugar para relajarse —dijo, divertida, antes de detenerse unos segundos junto a una puerta abierta que dejaba ver una sala de operaciones. Dentro, varias personas trabajaban en silencio, absortas en sus tareas frente a monitores que parpadeaban en una sucesión de datos. Clarke notó mi curiosidad y me hizo un leve gesto para seguir caminando.
Seguimos avanzando hasta que el pasillo se abrió hacia un espacio mucho más amplio y mejor iluminado. Era una especie de comedor, grande y con un aire decididamente corporativo: mesas y sillas de metal organizadas en filas ordenadas, luz blanca que bajaba de unos tubos fluorescentes. Sin embargo, al mismo tiempo había toques decorativos que lo hacían sentir más acogedor: algunos cuadros abstractos adornaban las paredes, y en el rincón había un par de plantas altas en macetas, probablemente para intentar aliviar la seriedad del lugar. Las personas ahí conversaban en un ambiente relajado, y hasta se escuchaban algunas risas que rompían la quietud.
Mientras Clarke y yo tomábamos nuestras bandejas y nos acercábamos al mostrador de comida, noté cómo varias personas, al verla, la abordaban para preguntarle cosas. Al parecer, Clarke era la persona a quien acudían cuando algo no funcionaba o necesitaban asistencia.
—Clarke, no logro que la consola se sincronice con los dispositivos externos. ¿Crees que debería reiniciarla o hay algo que me estoy perdiendo? —preguntó un chico mientras sostenía una tablet que parecía estar en modo de error.
—Prueba revisando si está en modo de descanso; a veces se congela ahí —le respondió Clarke con naturalidad, sin detenerse del todo.
Otro se acercó con una expresión de resignación.
—¿Algún truco para que los paneles táctiles vuelvan a ser precisos? No sé si es problema de calibración o de software.
—Intenta recalibrar manualmente primero. Si no mejora, presiona el sensor en el borde derecho, y debería resetear la sensibilidad —respondió Clarke antes de seguir adelante.
Observé en silencio mientras ella respondía, casi de forma automática, a preguntas que parecían habituales para ella. Era evidente que todos sabían que podían acercarse a Clarke con sus problemas, y ella mantenía esa actitud amigable y accesible, casi despreocupada, mientras resolvía dudas técnicas entre un saludo y otro.
Era... diferente verla así. Clarke tenía un papel importante aquí, eso era claro, y a la vez lo asumía con una naturalidad que me hizo admirarla aún más. No me sorprendía del todo, pero aún así, verla en su propio mundo y saber que otros la buscaban y respetaban, me producía algo extraño... casi una especie de orgullo silencioso.
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Entre Dimensiones [CLEXA]
FanficCuando Clarke Griffin desaparece de la vida de Lexa Woods sin dejar rastro, la amistad que parecía indestructible se desvanece en el misterio. Dos años después, sin previo aviso, Clarke regresa, pero la expectación del reencuentro se ve ensombrecida...