𝐓𝟏: 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏

208 35 8
                                    

Los alrededores de Yílíng eran... peculiares, podría decir Lan WangJi. Las calles eran pintorescas y algo artísticas, claro, eso si consideraba como arte los grafitis que decoraban algunas de las humildes casas. No todas las casas estaban terminadas, a algunas les faltaba terminar sus fachadas, a otras les faltaba terminar de construir los niveles superiores.

Las calles tenían mucho movimiento y actividad de transeúntes —a comparación de la casi nula por la zona donde él vivía—. ¡Los niños jugaban en la pista! y se hacían a un lado cada vez que pasaban lo coches, menos mal que eran muy pocos vehículos; supuso que era debido a la estrechez de las calles. También pudo observar que una que otra casa tenían pequeños negocios en su primer piso; y otras ni siquiera eran viviendas, sino almacenes de negocios.

Mientras miraba los alrededores el Lan dio un salto en su asiento, sorprendido por ello miró por el espejo lateral para ver qué había ocurrido.

«¿Eso era un hueco en la pista?», pensó desconcertado.

Wei WuXian ya no pudo aguantar más y explotó en risa: —Jajajaja, lo siento, lo siento. ¡Debiste ver tu cara! Eso fue un bache. De una vez te aviso, hay muchos por aquí. —Y siguió riendo, desde hace un rato estaba observando las reacciones del Lan ante el lugar; contrario a ofenderse le causó gracia, pues no sintió la malicia del otro.

  —Sí sé que son. —No quería verse como un niño rico privilegiado, pero hasta hace unos minutos este tipo de zonas solo las había visto en documentales y en algunas novelas de Lan XiChen, cuando la doncella pobre se enamora del CEO multimillonario.

  —Cómo usted diga, Lan Èr'Gōngzǐ —bromeó.

El título saliendo de los labios del ojigris lo tomó desprevenido y no pudo evitar sonrojarse.

En tanto, Wei WuXian seguía riéndose, ah, era muy divertido ver a un joven maestro visitar estas zonas. «Un joven maestro, quién lo diría...», pensó mientras miraba a un Lan WangJi avergonzado. Aunque no era un idea descabellada, pues Lan WangJi tiene todo el porte de ser uno. No fue tan difícil descubrir aquello, pues se notaba que los Jin se pudrían en plata —no dudaba que fueran parte de la alta sociedad o de esas familias importantes— y que el Lan era buen amigo de la familia; además, en las lagunas de su mente, recuerda a la ama de casa de los Jin llamarlo 'Lan Èr'Gōngzǐ' cuando se estaban yendo. Sin mencionar que el auto del Lan no era nada barato, y que la universidad donde asistían era una muy reconocida y una de las más caras; si el mismo está ahí es por su beca y la ayuda del Wen Lǎoshī.

La verdadera pregunta era: ¿Por qué un joven maestro trabajaría en un cafetería a medio tiempo? Si lo pensaba bien, Nie HuaiSang también provenía de una familia adinerada y aun así trabaja en la cafetería; aunque en el caso del Nie, él sí sabía las razones de su amigo...

Después de un rato pensando, dejó ir el asunto. «Bueno cada quien tiene sus razones. Yo mismo tengo las mías», concluyó.

Y pensando en la cafetería: —Hoy tienes turno en la cafetería, ¿no? —preguntó Wei WuXian, mientras con la mano le indicaba donde girar para tomar un atajó.

  —Mn. Luego de dejarte voy para all...

  —¡Detén el auto!

  —¿Qué? —Eso lo tomo por sorpresa.

  —¡Rápido! ¡Detén el auto! —Wei WuXian se desabrochaba el cinturón desesperado y, al mismo tiempo, tanteaba la puerta buscando el seguro y manija, cuando lo alcanzó intentó abrir, pero no funcionaba—. ¡Carajo! ¿¡Cómo abro esto!?

  —¡Wei WuXian, espera! Déjame estacionar adecuadamente primero. —Ya había frenado, pero estaba en medio de la pista.

  —¡No! —Siguió manipulando la manija—. ¡Ayúdame!

¿Cómo ayudar a mi amigo a conquistar a su crush sin fallar en el proceso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora