𝐓𝟏: 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐

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Eran casi las cinco de la tarde y Wei WuXian y Nie HuaiSang —dos años más jóvenes— caminaban por la ciudad, ambos regresaban de la casa del Nie después de empacar una que otra pertenencia de este, pues tendrían una pijamada.

  —¿HuaiSang, trajiste tu cargador portátil?

  —No, olvidé meterlo a la mochila. De hecho, también olvide mi pijama, tendrás que prestarme una de la tuyas, Wei-Xiōng.

  —¿Quién va a su casa solo para recoger algo, y se la termina olvidando? 

  —Tú —respondió fresco el Nie, aunque equivocado no estaba, pues entre los dos el más olvidadizo era su amigo.

    —Ja... Tengo una extra —dijo prefiriendo responder a la pregunta—, pero la usa como trapo para limpiar el piso, no te molesta, ¿no? —bromeó y huyó del golpe que su amigo le iba a propinar.

  —Puedo regresar a mi casa para recoger la mía, no está tan lejos. —dijo fingiendo orgullo.

  —¡Noo! ¡Qué flojera regresar! Te prestare una.

Unos pasos más adelante volvió a mirar su celular apagado, si no fuera por el maldito cargador que estuvo toda la noche mal conectado hasta ahora tendría batería.

  —Āiyō~ Quería preguntarle a māmā si aún siguen en la galería o ya están en casa.

  —¿No dijiste que tus padres estarían hasta tarde trabajando, y sería mejor ir directo a tu casa?

  —Sí, pero lo pensé mejor. Si les damos el alcance, entonces regresaremos juntos a casa, eso significa que podemos pedirle que compren la comida que queramos en el camino. —Le guiñó un ojo.

  —Oh... me gusta como piensas. —Sonrió con complicidad.

  —Pero primero hay que asegurarse si siguen allí o terminaron antes.

  —Llámalos desde mi celular.

Wei WuXian lo hizo, pero no contestaban; ni su madre ni su padre, hasta llamó a la galería y nada. Lo intentó un par de veces, pero el resultado fue el mismo.

  —Nada... —Le informó a su amigo.

  —Vayamos, que queda —dijo el Nie. Ciertamente para él nunca sería una pérdida ir a la galería de arte de los Wei, amaba apreciar los trabajos que hacían.

Ambos caminaron hasta la parada del autobús que los dejaría a la espalda de 'Yuánfèn', nombre de la galería, que significa 'destino'.

Wei ChangZe y CangSe SanRen, padres de Wei WuXian, abrieron su centro de arte hace veinte años, aunque no eran altamente reconocidos, estaban felices con lo que habían logrado y no cambiarían las cosas; pues 'Yuánfèn' era un sueño que tuvieron ambos desde que se conocieron y enamoraron en la universidad.  

El día de su graduación huyeron y se casaron, con sus ahorros se mudaron a un pequeño apartamento donde empezaron a trabajar arduamente en sus respectivos trabajos para generar el dinero suficiente y lograr su gran sueño: su propia galería de arte. Fue difícil, sí, pero no imposible, sobre todo teniéndose el uno al otro apoyándose y mostrándose su amor incondicional.

A los pocos años, una tarde CangSe SanRen llegó a casa en busca de su esposo. Con la emoción desbordando por los poros le contó que había encontrado el lugar ideal para hacer realidad su tan ansiado sueño, un lugar que se acoplaba perfectamente a lo que siempre idealizaron. Esa misma semana firmaron el contrato, el local era suyo.

Con la misma dedicación, y el doble de emoción, que tenían desde que decidieron unir sus vidas hicieron crecer 'Yuánfèn'; además no fue lo único que creció, pues unos años después, a través de un cuadro pintado por CangSe —donde ella montaba un burro, y su esposo tenía a un pequeño niño sentado en sus hombros, mientras alaba del animal—, Wei ChangZe se enteraría que la familia de dos integrantes que tenían crecería a tres.

¿Cómo ayudar a mi amigo a conquistar a su crush sin fallar en el proceso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora