Capítulo 17

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Borja se despertó en medio de un retazo de sueño sonoro. Estaba oscuro y silencioso, así que lo que sea que lo hubiera despertado había desaparecido y ya no lo recordaba. Tenía, sin embargo, la profunda sensación de que era algo importante.

Se incorporó en la cama y buscó a tientas el teléfono sobre el velador. Aún estaba somnoliento y pensó que le duraría hasta que terminara el efecto de las pastillas para dormir.

El invierno había caído pesado sobre Maitane Mendoza. El celular marcaba las 6:14 de la mañana y aún no había atisbo de que el sol fuera a salir.

[23:35]

Leyla: Hola, cariño. Te envié el video de Rosy.

Borja buscó el mensaje. Y descubrió con una sonrisa, bajo las palabras de Leyla, el clip de un par de minutos de la presentación de Rosy, en el festival de otoño.

[06:20]

YO: Gracias!

Atendiendo al hecho de que no volvería dormir, Borja se levantó, se puso un par de pantalones deportivos y salió de la habitación conteniendo un escalofrío.

Junto al calentador del pasillo, hacía guardia Bigotitos, el único minino de la camada.

—¿Cómo lo haces para salir? —le preguntó riéndose, de sus probadas capacidades para escapar del canil.

Al principio pensó que sólo escalaba la reja y salía, pero la noche anterior había cerrado la puerta del 516, antes de ir a dormir.

Mientras el gato se acomodaba para inciar su primera siesta de 18 horas, el cantante bajó a la cocina y empezó la rutina de poner a andar la casa. En dos horas, el lugar tendría la temperatura adecuada para que darse un baño no fuera una sentencia a un largo resfriado.

Mientras el agua calentaba en la tetera, Borja se dio una vuelta al estudio con la idea de dejar anotadas un par de ideas que le habían estado dando vueltas desde su despertar, pero apenas se había sentado en el sillón con una libreta, el teléfono anunció una llamada. Era Leyla.

—Hola, cariño ¿cómo estás?

—Hola —gruñó, mientras con el hombro sostenía el celular y trataba de anotar las ideas, antes de que se le olvidaran.

—¿Cómo es que estás despierto a esta hora?

Borja tomó el celular y lo acomodó bien en su oído.

—Anoche me tomé las pastillas temprano y parece que se acabó el efecto antes.

Leyla rio.

—¡Mucho antes! —exclamó—. Pensé que ya no las tomabas.

—El doctor me dijo que sólo en caso de necesitarlas.

—Mmmm... —meditó Leyla preocupada—. ¿Y las has estado necesitando?

—Nah —le quitó importancia—. He tenido un poco de insomnio los últimos días, pero nada grave.

El insomnio, para su pesar, tenía nombre y apellido. Un nombre impronunciable y un seudónimo sencillo.

—Entonces...

—He estado bien, Leyla —respondió arisco—. Ya estoy en la etapa de visitar al terapeuta una vez cada diez días.

Borja omitió que antes ya había estado en esa etapa y nunca había pasado de allí. Pero le parecía que no era necesario recordarlo, porque esta vez se sentía capaz de seguir hasta el final. Estaba obligado a hacerlo.

Conoce a tu EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora