Capítulo 16

13 3 0
                                    

Sally tomó un largo respiro y caminó al centro del escenario con toda la entereza que tenía. No importaba cuántas semanas hubiesen pasado, sentía que jamás terminaría de acostumbrarse a eso. Su estómago siempre se sentía pesado y su piel se erizaba a la expectativa del resultado.

Una joven le dio rápido las indicaciones usuales. Ella ya conocía la dinámica, así que asintió y agradeció con una sonrisa.

Las tandas de comerciales se habían extendido a la espera de la final. Ese tiempo que antes era infernal, en ese minuto lo era el doble. Las luces aún estaban bajas, así que le resultaba fácil ver al jurado desde su posición. VIXY hablaba por teléfono, pero le dirigió una sonrisa al verla. Ladino llevaba un rato actualizando sus redes y Borja hablaba animadamente con Magnolia Cicarelli. Hablaban y reían. Era un espectáculo único, pensaba Sally, recordando la primera vez que lo vio ahí.

Apenas estuvieron de vuelta, en vivo, VIXY fue la primera en dar su impresión, luego lo hizo Ladino y finalmente la señora Cicarelli. Borja podía opinar también, pero considerando la dinámica de las últimas semanas y su distancia con Sally, a ella no le extrañó que se abstuviera.

—Es que Sally enamora —dijo la señora Cicarelli con ese tono distinguido y sereno que la caracterizaba—. Creo que todos en este jurado estamos de acuerdo con eso ¿no? —rio—. Más allá de que tus habilidades han mejorado muchísimo desde que empezaste, lo que sigue destacando es esa capacidad que tienes para evocar el sentimiento correcto, en cada canción.

Sally quiso llorar. Y estaba segura de que lo hubiera hecho, si Gabriel no se lo hubiera prohibido, porque habían sido las palabras más lindas que le habían dicho en el programa. Y fue con esa sensación que volvió a camarines, después del anuncio de que estaba clasificada para la final.

Gabriel la recibió con un gran abrazo y la verdad es que cualquier muestra de afecto en esos días, se sentía cálido y necesario.

Sally se sentó en la silla frente al espejo y, mientras Gabriel preparaba las cosas para quitarle el maquillaje, giró sobre el eje de la misma, demasiado silenciosa. Estaba cansada, así que atendiendo a esa sensación se sacó los zapatos.

—¿Cómo has estado? —le preguntó Gabriel como para inciar una conversación.

—Bien —respondió ella lánguida y revisó los mensajes en su celular.

—¿Segura? —le preguntó suspicaz.

Ella asintió y dejó escapar un suspiro.

Gabriel le dirigió una mirada de preocupación.

—¿Y cómo han estado los ensayos?

—Bien... no, o sea... Mal no han estado. Hemos trabajado tranquilos, sólo que... No sabría explicarlo —sonrió tensa.

—¿Quieres saber lo que pienso sobre eso? —le preguntó.

Sally asintió enérgica, pero la respuesta quedó en pausa, porque un par de golpes a la puerta anunciaron una visita.

—Entre —ordenó Sally, girando sobre el eje de la silla para que su mirada quedara justo frente a la entrada.

Borja de la Torre se asomó por detrás de la puerta e ingresó.

La joven se sorprendió. Hace ya varios días que no había aparecido por allí, ni siquiera para saludar.

—¿Podríamos hablar un segundo? —le preguntó a Sally y ella asintió insitintivamente—. Gabriel, ¿podrías...? —le preguntó.

El aludido le respondió con un gesto de incredulidad.

—Tengo que hablar, un segundo, con Sally —explicó el cantante.

Conoce a tu EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora