Capítulo 18

8 2 0
                                    

Divisaron a Teo, casi de inmediato. Destacaba por encima de todo el mundo.

Las dos amigas se abrieron paso hasta su encuentro. Tenía la mirada perdida en las llamas que habían tomado todo el techo y la estructura del 516 y una parte de la techumbre del 514.

Sally pensó que, ni siquiera Dorian, podría recuperar eso y la idea la llenó de una profunda tristeza.

Leo lo saludó, porque su amiga apenas había formulado una palabra desde que habían salido del auto.

—Estamos bien —le sonrió él.

Estamos.

—Borja... —susurró Sally finalmente, entendiendo qué era lo que realmente le preocupaba.

Teo apuntó un lugar junto al gran carro rojo.

—Está hablando con el jefe de Bomberos. El hombre quería saber, si acaso, en la casa había alguna otra cosa que pudiera explotar.

Y lo había.

Sally asintió y antes de pensarlo mucho se encaminó al lugar. Faltaba mucho para que el fuego fuera controlado y la calle estaba completamente mojada. Alcanzó a avanzar un poco, entre hombres y mujeres que iban y venían con mangueras y escaleras, cuando él, le salió al paso. Borja se quedó paralizado, confundido, cual si viera un espectro. Sally atendiendo a su estupor, dio un par de pasos decididos y lo abrazó muy fuerte.

—¿Estás bien? —le preguntó.

Borja soltó el aire contenido a causa de la primera impresión y le devolvió el gesto.

—Sí —musitó y escondió su rostro entre el cabello de ella.

Sólo cuando sintió el abrazo, supo cuánto lo necesitaba.

Sally se separó de él y lo contempló bien. Su polerón olía a humo y al tacto de su mano, sintió su cabello un poco chamuscado.

—Tuvimos que entrar a sacar a los perros del canil —le explicó tomándole las manos—. Pensé que sería demasiado tarde cuando llegaran los bomberos.

—¿Están todos bien?

—Los están revisando ahora, pero, con excepción de la vieja Chuchu que tosía, a los otros sólo los vi asustados.

Sally soltó un suspiro de alivio.

—Pero ¿qué pasó?

—Según lo que se veía, el incendio empezó en la oficina de administración. Seguramente el portátil a gas falló y el balón de gas explotó.

—Qué extraño... —Sally no recordaba haber visto el portátil desde que había desaparecido, esos diez días que Borja se había ido. Quizás él mismo lo había devuelto, pensó confundida.

Aún sosteniendo sus manos, Borja contuvo un escalofrío. Una mezcla del desasosiego y las bajas temperaturas. Así que atendiendo a ambas sensaciones, se acercó de nuevo y la abrazó. Sally le sobó la espalda y él escondió su rostro en la cavidad de su cuello.

—Sally... —susurró.

—¿Sí?

—¿Cómo supiste...?

Ella se tomó un segundo para contestar.

—Volví por casualidad, en realidad...

No quería, ni sentía que ese fuera el momento para hablar de lo otro. Parecía una tontería comparado con lo que pasaba.

Borja entendió las intenciones detrás de ese regreso.

—No hablemos de eso hoy ¿si? —le rogó.

No creía tener la fuerza para lidiar con ambas cosas el mismo día.

Conoce a tu EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora