seis

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Olivia había invitado a Blas a pasar la tarde en su casa. Con el clima caluroso afuera lo mejor que podían hacer era quedarse adentro con el aire acondicionado, decidieron quedarse adentro y disfrutar de juegos de mesa y conversaciones que quizás habían skippeado mucho por no tener tiempo. Mientras preparaban el tereré, Blas se sentía emocionado por la idea de pasar tiempo a solas con Olivia, su gran amiga de la adolescencia que había dejado de ser amiga hacía mucho.

A medida que jugaban al UNO y disfrutaban del tereré fresco, la música, la atmósfera se volvía más cómoda y relajada. Blas no podía evitar notar lo contagiosa que era la risa de Olivia, y cómo su sonrisa podría iluminar la ciudad entera. Se encontraba disfrutando cada momento compartido con ella, pero aún no se atrevía a expresar lo que realmente sentía, y no sabía cuándo iba a atreverse.

—TOMÁ, TE GANÉ MALO DEL ORTO. —Celebró Olivia después de ganarle por tercera vez consecutiva al ruloso.

—Nah, dale. Vos te estás metiendo cartas abajo del ojete, es imposible sino que ganes tanto.

—Que decís wachin, parate de manos si te atreves. —Fingió acento turro y lo desafió a una pelea.

—¿Ah si?

Blas se dejó ganar algunas veces, no lo culpen, amaba ver la celebración de Olivia al ganar, ver como Olivia reía y celebraba sus victorias era todo lo que el necesitaba para sentirse completo nuevamente. La complicidad entre ellos es evidente en cada gesto y mirada compartida.

A medida que el juego progresa, Olivia realizó un movimiento hábil que, según ella, le aseguraba la victoria. Con un grito de triunfo, se inclinó hacia adelante, apoyando sus manos sobre el suelo a ambos lados de Blas, quien estaba tirado en el suelo. En ese momento, Olivia quedó encima de él, con una sonrisa radiante en la cafa mientras lo miraba a los ojos.

Blas, quedó sorprendido, bastante, tenía a su mejor amiga encima de el, cualquiera que entrara podría malinterpretar la escena fácilmente, sostiene la mirada de Olivia por un momento, fingiendo su derrota pero en un movimiento el alto dejó a la menor debajo de él y se empezó a reír.

Olivia confundida, solo veía los rulos de Blas con una sonrisa, verdaderamente eran su perdición. Era bastante obvio, y todos podían ver la tensión que había entre ellos, solo ellos no lo lograban ver, pero cada vez que se rozaban, abrazaban o saludaban sus cuerpos recibían una leve corriente eléctrica que iba desde la punta de los dedos de los pies hasta el último milímetro de sus cabellos.

—Ya entendí, me ganaste por esta vez.

Rió Olivia mientras ayudaba a Blas a levantarse, había sido divertido mientras había durado, pero fue bastante efímero como todo en la vida.

Por otro lado estaba Blas, confundido y con ganas de más, Blas se encontró deseando decirle a Olivia lo especial que era para él. Sin embargo, la timidez y el miedo al rechazo lo paralizaban, y decidió guardar sus sentimientos para sí mismo por el momento.

Olivia, ajena a los sentimientos de Blas, simplemente disfrutaba de la compañía de su amigo y del ambiente relajado de la tarde.

Sin darse cuenta, y entre películas, almuerzo, charlas y muchos juegos se hizo de noche. Decidieron ir a la casa que compartian los chicos, aprovechaban y veían que Olivia estaba bien.

Fueron caminando, aunque basta acalorados, debido a que no era muy lejos, y al llegar se dieron cuenta que no había nadie.

-¿Que me vas a hacer de comer? -Musitó levemente.

-La pija, me vas a ayudar a hacer unos buenos fideos con salsa. -Comenzó a preparar todo lo que iba a necesitar.

La castaña se quedó mirándolo de forma incrédula acomodar todo, todo había pasado tan rápido, y ahora tenía a un Blas mirándola divertido desde el costado del sillón.

gorgeous ; blas polidori Donde viven las historias. Descúbrelo ahora