– Escuchen, la próxima vez que salgamos a la superficie será en la playa –gritó mi padre, Hakoda, subido a la escalera del submarino. Mi hermano, Sokka, también estaba allí para escuchar las indicaciones.
– Estén alerta y peleen con astucia. –terminó de decir mi padre, buscando darnos ánimo a todos.
Habíamos logrado atravesar la gran puerta de Azulon gracias los submarinos diseñados entre el Mecanicista y Sokka, aunque más bien la contribución de mi hermano habían sido unos cuantos mamarrachos. Nos dirigíamos a las costas de la capital de la Nación del Fuego y habíamos salido a la superficie de los submarinos para respirar aire puro y coordinar el último tramo.
– ¡Se acabó el descanso, soldados, a los submarinos! –gritó el general How del Reino Tierra, quien junto a mi padre guiaba la invasión. Ambos se internaron en los submarinos, junto a la mayoría de las personas que estaban allí escuchando.
– Katara te quería decir…
– Aang yo… –dijimos Aang y yo al mismo tiempo, aún en la plataforma del submarino. Nos habíamos quedado solos.
– Habla tu primero. –dijo Aang.
– Hemos pasado por tantas cosas juntos –dije, hablando desde el corazón. Tratando de animarlo. Últimamente él había estado demasiado tenso y taciturno con todo esto de salvar el mundo.
Y con el accidente en la isla Ember.
No. No debía pensar en eso, o se notaría mi angustia. Debía enfocarme, debía animar al Avatar, sobre todo en este momento, a las puertas del enfrentamiento final. Después de aquel accidente, él estuvo demasiado tenso y ninguno de mis esfuerzos por animarlo había dado frutos. Luego nos reunimos con Toph, Sokka y el resto de la avanzada, y entre una y otra cosa, plan y preparación, era la primera vez que lograba estar a solas con Aang. Y ya debía irse, así que era ahora o nunca.
– Te he visto crecer y madurar –continúe–. Ya no eres ese niño tontorrón que encontré en el iceberg –Aang me sonrió tímidamente, lo cual me llenó de alivio–. Lo que trato de decir es que estoy muy orgullosa de ti.
Por un momento ambos nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos, escuchando el murmullo del mar a nuestro alrededor.
– Todo será diferente después de hoy. ¿Verdad? –preguntó Aang.
– Sí, así es.
– Si… no regreso Katara…
– No digas eso Aang. Por supuesto que –comencé a decir, pero Aang me interrumpió. De repente se había abalanzado hacia mí, intentando darme un beso. En un acto reflejo, sorprendida, extendí el brazo y lo detuve.
– ¿Katara qué haces? –preguntó Sokka, asomándose desde el interior del submarino. Por fortuna creo que no vio nada, o no habría seguido hablando como si nada–. Es hora de sumergirse. ¿Todo bien Aang? Zuko y Toph te esperan en tierra, ¿no? Saluda a Toph de mi parte. –después de decir lo último, me pareció que se sonrojaba, antes de volver a entrar a toda prisa en el submarino, como si hubiera revelado algo que no quería. Pero no tenía cabeza para pensar en ello. Acá tenía mi propia tormenta emocional.
– Sí. Todo bien –contestó Aang con voz fría, dando un paso hacia atrás, aunque ya no estaba quien había hecho la pregunta–. Ya me iba.
– Aang, espera. –dije en un susurro, tratando de detenerlo con el mismo brazo con que lo había alejado. ¿Qué pasaba aquí? No entendía nada… ¿por qué ahora? En algún momento sí sospeché que Aang sentía algo... Pero, no, nunca pensé que de esta manera. Además, él era como un hermano. No era… Y yo…
– Ya dejaste las cosas claras Katara –dijo Aang dando otro paso hacia atrás–. Concentrémonos en lo que debemos hacer hoy. –extendió su planeador y se lanzó hacia el aire. Dejándome sola y confundida, mientras lo veía alejarse en la distancia.
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La decisión de Zuko
FanficEste fanfic inicia en el capítulo 20 de la segunda temporada de Avatar: La leyenda de Aang y plantea lo que para mí hubiera sucedido si en aquella "encrucijada del destino" (nombre del capítulo) Zuko hubiera tomado una decisión diferente. Avatar: L...