El viaje fue acelerado y difícil. Llevábamos cuatro días viajando y en dos de las noches tuvimos que dormir sobre el dragón mientras este sobrevolaba el mar. Como mejor pudimos, nos amarramos entre nosotros y atamos las cuerdas a las crestas más rígidas del dragón para evitar caernos al mar en medio del vuelo. La única noche en que habíamos aterrizado para descansar, en una pequeña isla desértica, el dragón nos despertó antes del amanecer, con un sonoro gruñido.
Fue un viaje muy silencioso, lo cual no era un problema. Katara y yo nos habíamos convertido en ese tipo de parejas que podía hablar sin parar durante horas y horas, o pasar la misma cantidad de tiempo sin más de dos palabras, disfrutando de la simple y dulce compañía del otro. Volando sobre el lomo del dragón azul, abrazados, a pesar de lo largo y difícil del viaje, habría podido ser placentero a su manera. Pero el destino nos angustiaba. Yo seguía percibiendo, en medio de la duermevela, la urgencia y la preocupación del Avatar Roku.
El Avatar Roku nos había advertido que nos preparáramos para el frío, así que llegamos al polo sur, nos pusimos nuestros abrigos más gruesos. Katara miró a lo lejos las luces nocturnas, las de la aurora boreal y también las luces artificiales de una tribu sur que poco a poco iba creciendo. Sonrió con añoranza y noté en su rostro el deseo de visitar a su padre y a su tribu, de la cual ya no quedaba casi nada que pudiera reconocer de la pequeña aldea que había abandonado cuando era una niña. Pero no nos dirigíamos hacia allá. Según lo indicado por el Avatar Roku, nos dirigíamos hacia un bosque en el límite del polo sur. Un portal hacia el mundo espiritual.
Quise prometerle a Katara que cuando termináramos nuestro encuentro con Aang podríamos visitar a su padre, pero las palabras no salieron de mis labios. No tenía ni idea de lo que nos podría pasar. Con un suspiro, Katara giró su rostro hacia el frente, para ignorar las luces que había estado contemplando.
El dragón nos llevó muy al sur, mucho más allá incluso de donde Katara creía que era posible ir. Todo era un yermo helado y blanco. El frío habría sido insoportable, incluso mortal, si no fuera por el calor del cuerpo del dragón. Y un poco más allá, lo imposible: un bosque rebosante de vida. El dragón continuó volando hasta el centro del bosque. Ruinas con extraños símbolos formaban círculos concéntricos alrededor de una fuente de luz blanca y perpetua. El dragón aterrizó por fuera del último circulo y agachó la cabeza en señal de respeto. Nos bajamos de su lomo. Nos miramos a los ojos y, cogidos de la mano, nos dirigimos hacia la luz.
Cuando estábamos muy cerca de la cálida luz, pudimos ver la silueta del Avatar Roku, esperándonos en la entrada. Se le veía… debilitado. Cuando llegamos junto a él, el antiguo Avatar nos invitó con señas para que lo siguiéramos, guiándonos hacía el reino espiritual.
ESTÁS LEYENDO
La decisión de Zuko
FanficEste fanfic inicia en el capítulo 20 de la segunda temporada de Avatar: La leyenda de Aang y plantea lo que para mí hubiera sucedido si en aquella "encrucijada del destino" (nombre del capítulo) Zuko hubiera tomado una decisión diferente. Avatar: L...