CAPÍTULO 9

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– Sigo pensando que debería ir con ustedes. Si algo está amenazando a pies ligeros necesitan a la mejor maestra tierra de la historia. –dijo Toph levantando un puño al aire. Su enorme barriga de embarazada se agitó con el movimiento.

– No y mil veces no –respondió Katara, desesperada–. Ya te lo he dicho Toph, puedo sentir que tu hijo está muy cerca de nacer y no sabemos cuánto tiempo nos tomará este viaje.

– Esta cosa de nada no me detendrá para luchar. –exclamó Toph y, para resaltar sus palabras, dio un fuerte pisotón, levantando una enorme columna de tierra. Estaban en la parte más alta de la montaña, detrás del palacio, así que el movimiento no produjo ningún daño considerable. El cielo nocturno estaba oscuro y nublado.

– Por todos los espíritus Toph, por favor no hagas tierra control en tu estado.

– Al menos debían dejar que yo los acompañe –dijo Sokka–. Puedo no ser capaz de controlar ninguno de los elementos, pero ¡Puedo controlar la motivación de las personas! ¡Soy un Maestro Motivacional! Apuesto que puedo animar a Aang si está de mal humor.

– ¿Vas a dejar sola a tu esposa mientras tiene tu hijo? –pregunté, alzando una ceja.

– No necesito a este langaruto –dijo Toph golpeando a Sokka en el brazo–. Aunque no logro que se me despegue desde que pasamos aquellas semanas en Ba Sing Se.

– Jajaja. Tienes razón –dije riendo, mientras Sokka se frotaba el brazo adolorido–. Pero yo sí los necesito aquí. Me sentiría más tranquilo sabiendo que van a cuidar del reino. Pero, sobre todo –agregué en tono más serio–, que van a cuidar de mis hijas mientras no estamos… Tengo un mal presentimiento.

Todos guardamos silencio. Desde la coronación, hacia un poco más de seis años, no habíamos vuelto a recibir noticias de Aang. Todo se había mantenido estable entre los reinos, con algunas rencillas y conflictos, pero nada que pudiera amenazar el equilibrio del mundo, por lo que no nos habíamos preocupado demasiado por su ausencia. Pero las advertencias de la anterior reencarnación del Avatar eran preocupantes. Como para reforzar la oscuridad del momento, un trueno sonó en el cielo, iluminando las nubes desde adentro.

– Bueno y, ¿qué se supone que estamos esperando? –preguntó Toph rompiendo el silencio– Porque no veo que pase nada.

– En el sueño que tuve anoche, el Avatar Roku me dijo que hoy debíamos esperar acá a que su amig…

Me interrumpí cuando de entre las nubes surgió un gran dragón azul que descendió hacia nosotros. Todos nos quedamos en silencio, atónitos, contemplando aquella majestuosa criatura salida de las antiguas leyendas. Todos, excepto Toph que, percatándose que algo sucedía, dijo:

– ¿Alguien me puede decir qué está pasando? Porque, enserio, no puedo ver nada.

– Un enorme dragón se está acercando hacia nosotros –respondió Katara–. Espero que a esto se refiera el Avatar Roku con un amigo.

El dragón aterrizó suavemente y plegó sus alas. Supongo que tratando de mostrarse amigable, aunque su enorme tamaño era intimidante.

– ¡No es justo! –se quejó Sokka–. ¡Toda mi vida he deseado montar un dragón!

– Sokka, es la primera vez que todos estamos ante un dragón –replicó Katara–. Zuko, creí que se había extinto.

– Yo creía lo mismo –respondí–. Se supone que mi abuelo los mató a todos. Estoy tan sorprendido como todos ustedes.

– Pues es mi nuevo sueño de toda la vida –explicó Sokka–. Cuando vuelvas me lo vas a prestar ¿ciertoooo? –preguntó Sokka dedicándome una amplia sonrisa y pestañando rápidamente.

– Pues yo prefiero tener los pies bien puestecitos en la tierra. Ya tuve demasiado del cielo en la época que viajábamos con Appa –dijo Toph–. Aunque sí que me gustaría tocarlo.

Como si el dragón entendiera lo que estábamos hablando, agachó su enorme cabeza, más alta que todos nosotros, hacia Toph. Ella posó con suavidad su mano en la piel del dragón y cerró los ojos.

– Puedo sentirlo. Es… tan cálido. No puedo verlo, pero siento que es tan hermoso.

– Lo es. –respondimos Katara y yo a la vez y ambos nos sonreímos con ternura.

Katara y yo nos terminamos de despedir de nuestros amigos. Nos subimos al lomo del dragón, junto a las pocas pertenencias que habíamos preparado para el viaje, siguiendo las indicaciones del Avatar Roku. Cuando terminamos de acomodarnos el dragón, sin ninguna indicación, se elevó hacía el cielo nocturno.

La decisión de ZukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora