CAPÍTULO 6

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– ¿Príncipe Zuko? ¿Qué haces ac…? –empezó a preguntar mi padre cuando me vio entrar en el bunker secreto, pero su pregunta murió al ver que detrás de mí llegaba también el Avatar. Con desprecio continúo diciendo– Veo que no aprendiste nada de tu destierro.

– No, lo aprendí todo, y tuve que hacerlo por mí mismo. Siempre nos enseñaron que la nación del fuego era la más grandiosa civilización de la historia y que de alguna manera la guerra era nuestra manera de compartir nuestra grandeza con el resto del mundo. ¡Que asombrosa mentira! A los pueblos del mundo los hemos aterrorizado. No ven nuestra grandeza, nos odian. Y lo merecemos. Hemos creado una era del miedo en el mundo y si no queremos que el mundo se destruya por sí solo, hay que reemplazarla por una era de paz y bondad.

– Ja ja ja ja –rio con fuerza Ozai–. Tu tío te convenció, ¿verdad?

– Sí, lo hizo –respondí tranquilamente–. Es el momento Aang, puedo sentir que el eclipse está en lo más alto. Los ejércitos del reino tierra y la tribu del agua ya deben estar llegando al castillo.

La mirada del señor del fuego se endureció de inmediato y me miró con odio, antes de dirigir su atención al Avatar. Con un movimiento repentino, saltó e intentó atacar a Aang con fuego control, pero, demasiado tarde, se dio cuenta que nada salía de sus puños. Aterrorizado miró sus manos.

– Ya veo… haz hecho algo con el fuego control, por eso están tan confiados. ¿Y qué vas a hacer Avatar? –preguntó Ozai con voz más tranquila– ¿matarme estando indefenso?

– Ten cuidado Aang. Intenta manipularte. –dijo Toph

– Toph tiene razón, Aang. Puedo sentir como regresa el fuego control. Esto no durará mucho.

– ¿Dónde quedaría la compasión del último maestro aire? –preguntó con sorna Ozai.

– Quedó en las cenizas de nuestros templos y nuestro pueblo –contestó Aang con voz fría, pero respiró hondo y tras una pausa continuó–… Pero todos merecen una oportunidad. Ríndete señor del fuego. Tu ejército ha sido vencido y tu castillo tomado.

– JA JA JA JA. ¡Eres débil! ¡Aún con todo el poder del mundo sigues siendo débil! ¡Y este es un mundo para los fuertes! –gritó con fuerza mientras rápidamente se preparaba para atacar con un rayo. El eclipse había pasado ya, podía sentirlo.

– ¡Cuidado Aang! –grité, reconociendo el movimiento que mi padre, pero Aang estaba preparado para que algo así sucediera.

Con un rápido movimiento, Aang hizo tierra control y atrapó las manos de Ozai. Éste, con las manos inmovilizadas, intentó atacar lanzando una inmensa llamarada con su boca. Aang bloqueó el fuego usando aire control y creo una burbuja de aire en la cabeza de Ozai. Las llamas extinguieron, la burbuja siguió en su cabeza, cerrándose poco a poco. Por su expresión, era claro que el aire de la burbuja se estaba alimentando con el aire de los pulmones del señor del fuego. Sus ojos desorbitados, su expresión de terror. Su cuerpo moviéndose con espasmos cada vez más esporádico. A pesar de todo, a pesar del dolor y el resentimiento que Ozai había provocado en todos, que me había provocado, era mi padre. No pude ver por más tiempo como su vida se iba tan lentamente, y miré hacia otro lado.

– Aang ya basta. Ya está hecho. Ya no puedo sentir su corazón –susurró Toph, más apenada que aliviada. Sin embargo, Aang no parecía haberla oído. Seguía haciendo aire control, con determinación, con el ceño fruncido y concentrado, intentando extraer hasta la última gota de aire que hubiera en el cuerpo de Ozai–. Aang basta. ¡Basta! –gritó empujando a Aang para romper su concentración. Éste, alterado se volteó hacia su amiga, con odio en sus ojos. Por un instante pareció que iba a atacarla. Sin embargo, respiró hondo y salió de la sala sin mirar atrás.

La decisión de ZukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora