Todo por la libertad - Radioapple

Capítulo 11

Eva

Al inicio de todo, Dios creo a los arcángeles. Seres de luz pura que cuidaban y servían a su padre, todos convivían en perfectas armonía, aunque para todos era evidente que el favorito de su padre era Luzbel, el primer arcángel de todos.
No conforme con esto, Dios creo la tierra, y la colmo de vienes materiales, un lugar donde sus hijos pudieran vivir en paz. Pero no ers suficiente.
Fue así que Dios creo a Adán, el primer hombre, y Lilith, la primer mujer en pisar los maravillosos jardines del Edén.

Luzbel. Ser de luz pura que era reconocido por sus grandes aspiraciones e ideas, capaz de motivar a sus hermanos a cualquier cosa con una sola palabra.
Este pequeño angel solía ser el encargado de llevar los mensajes de Dios a sus hermanos, pero desde la comodidad del cielo pudo notar que la creación de su padre no era feliz.
Fue entonces que tomo la desición de bajar a la tierra y consolar a Lilith, quién maravillada por el trato que recibía por parte de Luzbel abandono los jardines del Edén, dejando a su esposo totalmente solo.
Dios perdono la falta de Lucifer con su hija y advirtió que sí no tenía cuidado, podría terminar muy mal.

Luzbel hizo de todo para mantener a su amada feliz. Le dio todo lo que pudo, la lleno de regalos y cumplió sus caprichos, todo parecía ir bien.
Pero en Lilith yacía una maldad de la que Luzbel era ignorante. Lejos de los jardines del Edén, la maldad se abría paso, y eso impulso a Lilith a pedir su capricho más grande.

Fue así que Luzbel se transformó en serpiente y convenció a la segunda esposa de Adán, Eva, a tomar del fruto que su padre les había prohibido. No conforme con esto, para terminar de desobedecer, Luzbel y Eva consumaron el pecado trayendo a Abel al mundo.
El enojo de Dios fue tanto, que con el dolor de su corazón desterró a Luzbel al averno junto con Lilith, haciéndolo incapaz de volver al cielo, revocando su nombre y llamándolo Lucifer, el príncipe de las tinieblas y Rey de la legión de demonios.

Eso fue todo lo que se repetía en su cabeza mientras avanzaban a la sala de juntas. Él se había condenado por la mujer que ahora lo buscaba.
Los tres caminaron en silencio a la sala de juntas, el Rey debía admitir que lo ponía nervioso todo esto. Siete años sin saber de su ex esposa, siete años que había dejado a Charlie y siete años encerrado en su castillo por culpa de la depresión.

Alastor mantenía una sonrisa, pero por dentro sentía que le arrancaban de nuevo el alma. ¿Lilith había vuelto por romper el trato?, de ser así, la magnífica convivencia que tenía con Lucifer iba a terminar tan pronto como empezó.

Por otro lado estaba Charlie, quién tenía en su expresión algo de emoción, enojo y tristeza. Todo su interior estaba lleno de emociones que no podía comprender, quería abrazar a su madre, pero también deseaba reclamarle por abandonarla durante siete años.
Aguanto la respiración cuando abrió las puertas de la sala de juntas, donde se encontraba su madre mirando una pintura y Vaggie.

-Ya llegamos -dijo Charlie nerviosa.

-Charlie -la rubia estiró los brazos esperando un abrazo por parte de su hija.

-Hola mamá.. -cuando iba en dirección a ella, Lucifer puso su bastón en señal de que no avanzará más-, ¿Qué pasa papá?

-¿Qué pasa cariño, no dejaras que nuestra hija me dé un abrazo? -su mirada se posó en Alastor, quién desvío la mirada casi al instante.

-¿Qué haces aquí?

-¿No te da gusto verme? -su mirada se clavo directamente en la de Lucifer-, ¿O es que ya tienes esposo nuevo?

-Ese no es asunto tuyo, ¿Qué haces aquí?

-Papá...

-Me duele que me recibas de esta manera. Nuestra familia al fin puede...