Apenas Empieza Tu Castigo.

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"Las personas son tan crueles y egoístas que prefieren hundir a los demás antes que hundirse ellos en su propia miseria."




Sentí un dolor en mi pecho. Era un mal presentimiento; sabía que algo muy malo estaba por pasar, más allá de lo que Manuel me había hecho…

Manuel me tomó por el brazo  me arrastró hasta el sótano.

Estaba temblando como una hoja de papel. Me llevó hasta la primera parte del sótano y me sentó en una silla vieja.

—Te haré unas preguntas y tus respuestas tendrán que ser ciertas. —mencione con la mirada fija en sus ojos—. Sé lo que hiciste y, si mientes, tu dolor estará en mis manos.—dije con un tono de frustración y enojo.

Solo lo miré asustada, no sabía qué hacer.

—¡Responde, maldita sea! —gritó Manuel.

—Sí, Manuel, mis respuestas serán sinceras—respondí con voz temblorosa mientras sollozaba.

—¿Ofreciste tu cuerpo, que debería ser solo mío, a Derek? —No podía soportar el enojo que tenía.

No podía creer lo que me estaba diciendo—.  N-no, Manuel —dije tartamudeando.

Sabía con claridad que Karol, era demasiado estúpida como para ofrecer algo así, y mucho menos sabiendo que su cuerpo me pertenece.

—¿Por qué te aferras tanto a una realidad de la cuál sabes que solo es producto de tu imaginación? ¿No entiendes que me perteneces? Soy el único que puede hacerte feliz…

—¡Me alejaste de mi familia! —le grité con fuerza.

—¡Joder! —me gritó Manuel—. Tú querida familia te abandono.—añadio burlón.

—Odio estar contigo, me repugnas —le grité de vuelta.

Sentí un ardor en mi rostro; Manuel me había golpeado.

—Te enseñaré a obedecer.—Exclame  empujando su cuerpo sin una pizca de delicadeza.

Saqué el cinturón de mi pantalón y la golpeé repetidas veces sin parar,  ella trataba de levantarse y huir hacia los alrededores de la habitación,  acto que fue inútil.  Al mantenerse a gatas,  acórrale su cuerpo pateando su estómago.   Los  intentos desesperados por colocar sus manos para evitar los golpes eran inútil.  Entrelace mis dedos en su cabello,  estrellando su rostro contra el piso,  ocasionando que su nariz sangrara,  seguido a esto golpee sus costillas,  piernas y manos.

Su dolor, era satisfactorio.

Salí de la habitación con cierta exasperación en busca de unas tenazas. Al regresar, la tomé con fuerza por la quijada. Ella movía su cabeza de un lado a otro con vigor, pero eso solo facilitó que pudiera sujetar mejor su diente y extraerlo con rudeza. Sus gritos resonaban de manera desgarradora, y podía sentir cómo su piel cedía lentamente de su boca brotando  sangre.

—¡No! ¡Para!—dijo con dolor y lágrimas.—Podía sentir como mi encía se hinchaba cada vez más me dolía todo sentía miles de cosquillas por mi cuerpo mi boca tenía un desagradable sabor a hierro.

La até con unas cuerdas que colgaban del techo, observando cómo las venas de sus brazos se hinchaban bajo el peso de su cuerpo. Tomé un látigo de cuero y lo descargué sobre su espalda. Al bajarla, aún quedaban rastros de aquel hombre. La sujeté por los cabellos y la arrastré hasta una pequeña esquina.—. El dolor es solo el preludio de la verdadera liberación—, murmuré con una sonrisa.

Karol, Jamás Te Irás De Mi Lado. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora